La Catarización

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Hace pocos meses, se armó un gran revuelo, se abrió un encarnizado debate alrededor del anuncio que hizo el presidente del F. C. Barcelona, Sandro Rosell, de llevar en la camiseta el logo de la Catar Foundation, por valor de  30 millones de euros anuales. Los críticos se rasgaban las vestiduras por el hecho de que Catar, decían, es una dictadura en donde los derechos humanos no se respetan, y llegaron a compararlo a Uzbekistan, territorio con el que el predecesor de Rosell en el cargo, Joan Laporta, había establecido preacuerdos muy poco explicados. Y recuerdo  esto a tenor de las imágenes de estos días del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero con el primer ministro catarí, sonrisa amplia en los dos rostros, mientras sellaban un acuerdo por el cual el fondo soberano del opulento emirato, que tiene 80.000  millones de dólares preparados para ser invertidos – de ellos 150 en 5 años con el Barça- ha decidido darle 3.000 al Estado español en un momento en que la llegada de dinero es como maná caído del cielo. Dice el acuerdo que los jeques quieren invertir en nuestras cajas-bancos, en telecos y en energéticas. Mientras tanto, su petróleo sigue subiendo de precio. El barril, estos días, anda por los 120 dólares, y la gasolina que ponemos en nuestros coches ya va por el euro con veinte céntimos. Pero igual que en su día Rosell, Zapatero estaba feliz con el acuerdo. Catar, defienden ambos, no es una dictadura aunque allí no se celebren elecciones. Es un lugar en que la gente vive feliz y contenta, con un alto nivel de vida y sin apenas paro. Qué envidia debe sentir más de uno, tal como están las cosas por aquí. El dilema está servido. Puede parecer de ingenuos querer  tratar de democratizar un poco a este emirato a base de colaborar con su Fundación, promocionar el deporte para los más jóvenes, ilusionados, por cierto, como todos los habitantes por un Mundial de Fútbol de 2022 que va a significar una inversión de 150.000 millones de dólares en infraestructuras. Sí, puede ser que entremos en una catarización en los tiempos que vienen. Aunque no sé lo que pensarán todas esas empresas que, gracias al último acuerdo, van a participar de una inversión colosal obra civil y pública en el emirato…

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