Trastorno bipolar

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España tendrá vencedor electoral en las legislativas dentro de cuatro días. Del resultado en las urnas van a desprenderse tantas y tantas consecuencias que, en un solo comentario, mejor ya ni entrar en ello. Por eso, voy a centrarme hoy en esta larga precampaña que ha durado muchos meses, y en la campaña misma de quince días que ha puesto sobre la mesa, de nuevo, el régimen político en su totalidad.

Nuestro sistema legislativo de gabinete no concede prebendas a los candidatos a presidente del Gobierno. Pero, con los años, se ha ido acoplando a coyunturas mediáticas que prefieren hablar de personas, sacar a la luz sus caras, sus luces y sus sombras, y no a una lista más amplia que es la que, finalmente, se introduce en la urna. Y es por ello que, en gran parte de España, el duelo se centra en PSOE y PP, y el resto, desaparecen, se diluyen de la manera más desesperante para sus máximos responsables. Los  medios de comunicación han contribuido, esta vez más si cabe, en el auténtico trastorno bipolar que ha padecido el país estas últimas semanas, centrando el interés en los “cara a cara” entre Zapatero y Rajoy. Las cejas cada vez mas arqueadas de <i>ZP</i> y la <i>Niña</i> de Rajoy son hoy emblemas de campaña.

Pero, dicho todo esto, constatada la injusta situación, también conviene que se recuerde una cosa: ni el PSOE va a llegar a los 176 diputados de la mayoría absoluta, ni el PP puede, ahora mismo, ganar en escaños a los socialistas; si no ocurre algo parecido a un 11M, cosa que nadie quiere, claro, o no debería querer. Por tanto, de la esquizofrenia manifiesta de la bipolaridad, surgirá, tras  la cita del domingo 9-M, una llamada obligada a la entente, al compromiso. Y eso es bueno, muy bueno para el sistema.

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