No me maten, sólo soy el mensajero

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A menudo, he oído decir a ciudadanos corrientes, de los llamados de a pié, que gran parte de los males que sufre la sociedad actual son culpa de los medios de comunicación. Muchas veces son gente que, en otras circunstancias, igual han cargado contra los medios por no haber hurgado suficiente, no haber dedicado a sus temas un poquito de tiempo. Ahora, toca matar al mensajero no por defecto, sino por exceso.

Lo he escuchado en varios foros en las últimas semanas. Es como si la galopante crisis que nos asola hubiera acabado pasando desapercibida si los periodistas, los analistas, nos hubiéramos autosilenciado. No hables de eso, que no existirá. Pero más vale que se abran los ojos. Los miles de trabajadores que van a engordar las listas del paro no son fruto de hablar de la crisis. Que no se vendan coches, ni electrodomésticos, que la ropa o el calzado se dejen para rebajas, no es un efecto espejo. Que haya un millón de pisos vacíos, no es una fantasía, ni un holograma. Y se acerca Navidad y el consumo no va a ser, sin duda, el de otros años.

Ante esta época de Vacas Flacas, toca pertrecharse y esgrimir el perfil más optimista que tengamos en nuestro armario. Mientras tanto, oigan, hay que seguir contando lo que hay, porque dándose la vuelta, no va a desaparecer. Y si de paso surge alguna idea, lanzarla a los cuatro vientos. Siempre puede haber ahí fuera algún buen receptor…NULL

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