La recuperación económica: más lenta y con riesgos, pero también esperanzadora

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La recuperación económica se está desacelerando, y no se espera que el PIB regrese a los niveles de antes de la COVID hasta 2022 en Estados Unidos y la Unión Europea, y hasta 2023 en España y Reino Unido. Tras una producción global inferior a la esperada para 2021, el índice de gerentes de compras (PMI por sus siglas en inglés) –un indicador importante de las tendencias predominantes en la manufactura y los servicios–, apunta a una recuperación desacelerada para 2022.

En una sesión online para los Alumni del IESE, los profesores Juan José Toribio y Pedro Videla discutieron los riesgos económicos y los desafíos que los directivos deben tener en cuenta.

Los cuellos de botella de suministro
 de materias primas, así como los problemas logísticos (congestiones portuarias, costes de transporte y escasez de conductores), han causado el primer choque exógeno simultáneo de oferta y demanda de la historia de la economía. Durante la segunda mitad de 2021, tal situación está provocando grandes aumentos de precios, medidos en el índice de precios de consumo (IPC), tanto en economías avanzadas como en emergentes.

Los déficits fiscales se han disparado, y los programas gubernamentales, como la ley CARES de Estados Unidos (enfocada a mitigar los efectos del coronavirus), el fondo de solidaridad de la UE, así como los programas nacionales de permisos y ayudas estatales, requieren billones de gasto público, además de compromisos en infraestructura y sobre el cambio climático. El resultado es que la deuda pública en relación con el PIB está aumentando a niveles que no se habían visto, en algunos casos, desde la Segunda Guerra Mundial.

Gran parte de esa deuda la han comprado bancos centrales de todo el mundo, hinchando los activos en poder del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo (BCE), y creando inestabilidad financiera en el mercado de bonos.

China

Las presiones en referencia a la desglobalización se están intensificando. Las relaciones entre Estados Unidos y China no parecen mejorar, y el crecimiento de esta última se está debilitando debido a varios factores. Por un lado, los compromisos con la energía limpia están limitando la producción. Por otro, existe una excesiva dependencia de los bienes raíces y, además, el Gobierno está retirando su participación de las empresas estatales. Las tendencias a más largo plazo, como la sustitución de una producción intensiva con mano de obra de las zonas costeras por otra de mayor valor agregado, también están afectando el crecimiento a corto.

Dicho esto, los datos del PMI de China indican una fuerte recuperación en el último trimestre, en contraste con las cifras europeas. Se proyecta que el PIB de China en 2022 será un 117% más alto que en 2019.

Triple desafío

Los Gobiernos de todo el mundo se enfrentan ahora a los siguientes desafíos políticos: 1) evitar la inflación; 2) estabilizar o reducir la deuda pública, y 3) consolidar los presupuestos gubernamentales para volver a los déficits normales. Ese triple desafío se sitúa en medio de la creciente oposición de movimientos populistas, especialmente en Sudamérica, donde el resultado de muchas de las próximas elecciones podría reflejar el descontento de la gente por algunos confinamientos debido a la COVID particularmente brutales, así como por la pobreza y la desigualdad resultantes.

Algunos gobiernos podrían verse tentados a fomentar una cierta cantidad de inflación como medio para reducir su volumen de deuda en relación con el PIB, y así aumentar las tasas de crecimiento nominal. Sin embargo, tal movimiento conllevaría riesgos fiscales, pérdida de independencia del banco central y, quizás, estanflación, un fenómeno no visto desde la década de 1970.

Esperanza para 2022 y más allá

El Fondo Monetario Internacional (FMI), tras haber revisado a la baja sus proyecciones para 2021, espera que la producción mundial para 2022 mejore e incluso vaticina un exceso de capacidad. Además, la inflación podría disminuir en todo el mundo a partir del primer trimestre de 2022 y, a medio plazo, contenerse. De hecho, el precio de algunos minerales –como el cobre, el hierro, el plomo y el oro– ya están cayendo. Por ello, concluyen los economistas, hay razones para el optimismo.

Fuente: IESE Insight

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