Ya estamos en el 2008 y parece mentira que, llegados a estas alturas de la civilización, la sociedad española se encuentre en el estado en el que está.
La cuestión es clara, aquí se está dando una situación en la que todos estamos implicados de una manera u otra. Por un lado, están las personas que se dejan llevar por la opinión de las masas y que no son capaces de formarse su propio criterio, más allá de pensar en el qué dirán o, simplemente, por pereza a pensar, cosa bastante común si se tienen en cuenta las circunstancias que envuelven a esta sociedad. Y por otro lado están los que mandan, los cuales parece que miren al pasado a la hora de modificar la ley porque lo único que saben hacer es prohibir a los ciudadanos de muchas cosas y endurecer las penas, en lugar de encontrar un punto medio o en lugar, quizás, de educar.
Por poner un ejemplo, ahora un conductor que sobrepasa el límite de velocidad va a la cárcel, mientras cientos de delincuentes o asesinos siguen en la calle. También es grave que se “imponga” la manera de cómo educar a un hijo o que los jueces acaben haciendo siempre uso de la ley por encima de la lógica.
¿Por qué se da esta situación? Será que los que mandan quieren ejercer de “padres” sobre los ciudadanos, será que su ambición por seguir en el poder les hace llegar hasta estos extremos, será que no piensan en métodos innovadores y en evolucionar hacia un mundo más civilizado en pleno siglo XXI.
La situación actual sólo podría ser capaz de cambiar con la colaboración de todos los ciudadanos de un país occidental y, por lo tanto, evolucionado. Cualquier sociedad occidental debería dar ejemplo a los países del Este, los cuales no dejan de cometer barbaridades a diario o a países subdesarrollados llenos de gobiernos corruptos. Pero es que cada día que pasa cuesta más, porque uno se encuentra en un país que está lleno de contradicciones y donde la hipocresía parece ser el piloto automático.
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