Gran Hermano VIP Parlamento

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Caminamos inexorablemente hacia una sociedad en la que ese Gran Ojo que nos observa va a ir haciéndose más y más omnipresente en nuestras vidas. Cada vez que hablamos de ello, surge el debate entre nuestro derecho a la intimidad y el derecho a la seguridad de los demás. Y habrá que ir adaptándose, porque va a ir in crescendo. Una buena muestra de ello la ha dado la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, vehemente señora a la hora de hablar de los errores políticos del resto de mortales, y que ahora se esconde bajo los escaños de Las Cortes para no tener que explicar el porqué de estar jugando al Candy Crush en horas de trabajo.
 
Me he pasado los últimos años reiterando a mis alumnos en la facultad que lo único que no es permisible es atender watsaps en medio de la clase y ahora llega una señora, en pleno turno de réplica de Rajoy a Duran i Lleida y se pone a alinear caramelitos… Toda nuestra autoridad se va por los suelos. A su señoría la cazó el ojo de un periodista desde lo alto de los palcos, pero ni es la primera, aunque sí creo que sino la última, sí va a pasar tiempo hasta que a alguien se le ocurra hacer algo parecido con ese Ipad que, en su día, justificaron nuestros electos, era una herramienta imprescindible para su trabajo.
 
De momento, en este Gran Hermano VIP en sede parlamentaria, el error no le ha causado la expulsión a la protagonista pero igual que yo he echado de clase a más de uno por sorprenderle prestando más atención al móvil que a mis palabras, algo debería caerle a esa mujer, como ejemplo de que si los políticos nos reclaman más equidad a la hora de juzgar su labor, ellos depuren responsabilidades a quienes no se merecen el sueldo que cobran.
 
Estos días, también asisto a un debate recrudecido entre los universitarios, y es el de la duración de los grados. Recuerdo haber escrito aquí, cuando se acercaba el momento de asumir Bolonia, que era absurdo ir a contracorriente del resto de países europeos. Pero se acabó tomando la decisión de ser “distintos”, como en tantos otros temas. Wert no ha rectificado porque sea sabio… lo ha hecho porque la realidad de lo que ocurre en Europa le ha obligado. Un grado, tal y como se entiende en otros lugares del Viejo Continente, son tres años de formación, troncal, común, que te permite obtener un papel que puedes enmarcar y poner en la pared. Pero hoy en día, el mercado laboral tiene un exceso de oferta y reclama especialización. Y eso se obtiene escogiendo un Postgrado, un Master, que te permita competir con otros candidatos similares en C.V…
 
Si el problema es que los precios de los cursos de Postgrado son más altos, es ahí donde habrá que incidir, buscando la optimización de la  oferta académica, y con ello, hacerlos más asequibles. En esta ocasión, creo que quienes han salido a las calles, tenían menos argumentos, y se ha visto cómo no aguantaban un mínimo debate sobre la cuestión.
 

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