El DIRCOM visionario

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En la muerte de Emilio Botín, son muchas las cuestiones que pueden ponerse negro sobre blanco sin entrar, casi, en el complejo mundo financiero. Por ejemplo, que el banco de Santander es un ejemplo de marca self made, de lo más bajo a ser un referente mundial. Amancio Ortega y Botín pueden presumir, en este momento y en el más allá, de haber convertido panes y peces, de haber multiplicado por mucho lo que uno creó desde cero y el otro heredó desde el abuelo.
 
Botín murió de un infarto irreversible tras haberse encontrado mal en Italia, donde un domingo tenía que asistir al GP de Ferrari, en Monza, sabiendo que su amigo, pupilo y protegido, Fernando Alonso, lo tenía fatal. Pero Botin se encontró mal un día antes del Gran Premio. Y regresó. Y dos días después, se murió. Dos días después de un ridículo papel de Alonso y de Ferrari ante los tifossi. Y don Emilio se lo ahorró.
Pero todo eso empezó en 2007, cuando un director de Comunicación cogió al Gran Jefe y le convenció que la apuesta del Banco que estaba creciendo, que se internacionalizaba con gran rapidez, necesitaba de un vehículo de traslación efectivo.
 
No conozco en persona, creo, a Juan Manuel Cendoya. El Dircom del Santander convenció, parece, a Botín, de que, por mucho que a Botín le gustara el golf, a pesar del divorcio de su hija de Severiano Ballesteros, y de que su mujer, Paloma O`Shea, de sus hijas, gente ligada al arte  y la música, de la Fundación, digo que Cendoya le llevó a la Fórmula 1, y Botín se enamoró.
 
Claro, el Santander se expandía en el Reino Unido y McLaren era ideal. Pero con el tiempo, alguien se dio cuenta de que el matrimonio ideal es aquel que reúne una serie de elementos que casan, que cuadran a la perfección.
 
Un Director de Comunicación y Marketing es alguien que debería estudiar la inversión para un rendimiento máximo. Cuando Alonso fichó por Ferrari, Mundial 2010, se juntaron astralmente todos los componentes necesarios.  Santander, rojo, rojo Ferrari, Philip Morris, es decir, Marlboro, pagando sin salir, pero aceptando que el rojo era el color que marcaba la tendencia.
 
Botin llevaba los pantalones y la corbata de Rojo Ferrari, de Rojo Santander. Algo que un responsable de Comunicación, un día, vió claro. Fue como una visión y acertó. Pero nada dura para siempre. Y ahora, tras morir Botín, tras ser destituido Di Montezemolo, tras la decisión de Alonso de volver a McLaren, todo está por reescribir.
 

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