11M, peor fue el día después

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Desde aquí, mi profundo pesar por los fallecidos en el terrible seísmo de Lorca. En este caso lo de profundo es más cierto si cabe, porque circunstancias personales me involucran emocionalmente: mi hija está casada y vive allí desde hace 10 años.
 
El segundo terremoto la sorprendió estando de vuelta del trabajo, con la casa cayéndole literalmente encima, y sin conocer el paradero de su hija que se dirigía con su abuela a clase de danza. Pronto las comunicaciones telefónicas se colapsaron, y todos intentaban comunicar con los suyos. 
 
El resto de la tragedia, es de sobras conocido por todos, incluso para los que no ubicaban a Lorca en el mapa, decirles que es ciudad y municipio de la región de Murcia. Es el segundo municipio más extenso de España. 
 
 
La noche del miércoles 11 de Mayo, fue larga y dolorosa, pensando cómo iban a afrontar esa primera noche, sólo con lo puesto. Le informan telefónicamente que no se presentara a trabajar al día siguiente en espera de hacer una evaluación de los daños sufridos en la nave; se suspendía toda actividad. 
 
El jueves 12 de Mayo, sin haber transcurrido aún 24 horas del infierno, con el miedo, el agotamiento, y el estado psicológico en el que se supone que estaría la población, llaman desde la empresa en la cual mi hija trabaja desde hace 1 año, contratada por ETT, para que se presente a trabajar al día siguiente a las 8 de la mañana. Y así fue, advirtiéndoles una vez incorporados de que el jueves no iba a ser retribuido.
 
Ahora es cuando me pregunto: ¿Qué catadura moral tienen esos presuntos seres humanos que ni se han preguntado, ni antes de ni después de, como se encuentran sus empleados, ni se han preocupado de su situación ya no material ni física, pero mucho menos si tenían algo de ropa para ponerse, o dónde iban a dejar a sus hijos para poder ir a trabajar a las 24 horas de semejante catástrofe, sin colegios y  con los parientes en la misma situación precaria?
 
Quiero agradecer a esos dirigentes de empresas su gran preocupación por  la productividad de las compañías para las que hoy trabajan y felicitarles por su gran sentido de la responsabilidad y buen quehacer profesional, por las innumerables auditorias internas/externas, las interminables reglas y normas establecidas de obligatorio cumplimiento, tipo 5S, motivación en el trabajo, medidas de seguridad por doquier, y el adoctrinamiento empresarial para sus empleados. Pero desgraciadamente la realidad se acaba siempre imponiendo. ¿Dónde queda el valor humano? Me enorgullece que por lo menos dicha empresa no sea española.
 
Afortunadamente el resto aparte de trabajar somos personas, sobretodo eso.

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