Oriol Fuertes

CEO de Qida

Elegir no escoger

“Queremos ser el referente en calidad en atención domiciliaria en España y el mundo”

Nacida en 2018, Qida ha crecido hasta multiplicar por 100 sus actividades.
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Nuestro entrevistado de hoy posee un currículo académico y profesional brillante. Trabajando para McKinsey asesoró a gobiernos en materia de política sanitaria. Pero lo cambió todo por el emprendimiento social. Hoy hablamos con Oriol Fuertes en la sede de Ship2B, para que nos cuente su visión.

¿Cuándo pensó que debía abandonar una carrera de éxito como profesional de la consultoría y convertirse emprendedor?

Viví dos momentos clave. Uno fue a finales de 2013, cuando estudiaba el MBA. Un profesor nos propuso un ejercicio interesante: nos pidió que cada uno escribiéramos la carta que nos gustaría que alguien, nuestro mejor amigo, leyera en nuestro epitafio.  

¿Y qué escribió usted?

En aquel momento quería ser recordado como un socio de McKinsey que asesoró a numerosos clientes y que logró muchas cosas. Yo estaba muy contento trabajando en esa firma. Son gente fantástica y les debo mucho. Pero vi que a la frase le faltaba algo social.

¿Escribió otra cosa?

Escribí: “quiero cambiar el mundo a través de mis conocimientos y mi experiencia en el campo de la gestión sanitaria”. Ese día nació una idea nueva en mí: “tengo una vida y voy a dedicarla a cambiar la vida de la gente a través de lo que sé hacer: la sanidad, el ámbito social y la prevención”.

¿Y cuál fue el segundo momento clave?

En 2017 yo seguía en McKinsey y las cosas avanzaban muy rápido. Me quedaban pocos meses para convertirme en socio de la firma y volví a ese pensamiento de que tenía una sola vida y de que quería emplearla en algo distinto. Hasta entonces había sido muy feliz, pero creí que era el momento de probar otros retos durante los siguientes diez o veinte años.

Y se tiró de cabeza a su nuevo proyecto. ¿Los inicios fueron duros?

Cuando uno crea una compañía, debe aportar capital. Así que, en la práctica, me reduje el sueldo un 96% durante dos años. El impacto económico fue grande, claro, pero afortunadamente allí estaba mi mujer. Fue una decisión de pareja.

Por otro lado, la definición de dificultad cambia. Cuando eres asesor y ayudas a una empresa o a un gobierno, la dificultad a la que te enfrentas es la inherente al problema, pero tus recursos son casi ilimitados, porque hay dinero y talento. En cambio, cuando arrancas tu proyecto, el problema no es tan complejo, pero los recursos son infinitamente inferiores. Darme cuenta de ello fue lo más sorprendente de todo.

Cuando uno crea una compañía, debe aportar capital. Así que, en la práctica, me reduje el sueldo un 96% durante dos años.

Pudo haber decidido que su proyecto fuera tecnológico, pero eligió que fuera social. ¿Por qué?

En Qida tenemos un mantra. Dice: “escogemos no escoger”. Nuestra elección es consciente y consiste en no elegir entre lo humano o lo tecnológico, entre lo social y lo económico. Creemos que en la no elección está el camino más rápido para lograr el impacto social que buscamos.

En el cuidado a personas dependientes, la empatía y el trato humano son muy importantes. Quedarnos con eso y con la parte tecnológica es lo que nos hace más fuertes. Por otro lado, si la pregunta es escoger entre lo social y lo económico, lo tengo muy claro: yo podría ganar más dinero si nuestros cuidadores cobraran menos y la empresa tuviera mayores márgenes, claro. Pero ese no es nuestro concepto. Tener a unos cuidadores bien cuidados, formados y satisfechos en lo económico hace que se sientan más valorados y eso provoca que seamos una mejor empresa, que cuida más a sus pacientes y que estos quieran estar con nosotros más tiempo. Eso genera mayor retorno económico.

Cuéntenos su modelo de negocio. Cómo funciona.

Voy a los orígenes. Nuestro razonamiento parte de que el sistema sanitario-social tiene un nivel de actividad no adecuado. Eso quiere decir que no estamos actuando cuando deberíamos y que actuemos cuando no deberíamos. La razón de esto es que el sistema sanitario es reactivo, pero no reactivo: solo vamos a ver al médico cuando nos encontramos mal.

El sistema sanitario-social tiene un nivel de actividad no adecuado. Eso quiere decir que no estamos actuando cuando deberíamos y que actuemos cuando no deberíamos.

Es cierto.

Pero deberíamos avanzarnos. Por ejemplo, si uno comienza a ganar peso y además tiene problemas cardiológicos, quizás se deba a que está reteniendo líquidos. Mejor que lo sepa cuando comienza a ganar peso y pueda ir controlándolo regularmente, antes de llegar a la insuficiencia.

La actividad no adecuada del sistema sanitario se concentra, curiosamente, en un 3-4% de la población, que consume más de un 55% de los recursos sanitarios. Claro que debemos cuidar a esas personas. Y claro que hay que entender que todos nosotros pasaremos por ese estado en los últimos años de nuestras vidas. Pero debemos dotar al sistema sanitario de “ojos” para que pueda ver y actuar antes de que la persona se descompense y enferme. No substituimos al sistema, sino que lo complementamos.

La actividad no adecuada del sistema sanitario se concentra, curiosamente, en un 3-4% de la población, que consume más de un 55% de los recursos sanitarios.

Entendido.

Nuestro modelo de negocio se enfoca a dar acompañamiento y cuidado al paciente crónico complejo, con un problema avanzado y que sufre de 2 a 5 patologías. O, también, a la persona que es dependiente. Muchas veces, coinciden ambos perfiles. Pero otras veces no: uno puede tener diabetes e hipertensión, pero no necesitar cuidados para la vida cotidiana.

Lo más importante es entender que cada persona es distinta en función de sus preferencias y de su grado de fragilidad. Nuestro servicio se basa mucho en entender bien a la persona, qué es lo que quiere y qué es lo que necesita. Y, a partir de ello, encontrar al profesional adecuado para que tenga cuidado de ella y le haga un seguimiento eficaz.

Nacieron en Catalunya, aunque como el envejecimiento es un tema universal, seguramente tendrán previsto actuar en otras partes del mundo también. ¿Es así?

Por decirlo de alguna manera, tenemos dos “vientos de cola” que nos impulsan. Uno es el demográfico: tenemos una generación de baby boomers que envejecen. Y esto nos proporciona 30 años de crecimiento previsto. Otro es que el COVID ha hecho que el domicilio se vea cada vez más visto como un lugar de atención y cuidado, donde la gente prefiere estar. Antes que en un hospital, claro.

Desde hace 36 meses estamos implantados en Catalunya. Y estamos también en Madrid desde hace ocho. En unos días comenzaremos nuestra presencia en el País Vasco. La cuestión es escalar la actividad manteniendo la calidad.

Tenemos dos “vientos de cola” que nos impulsan. Uno es el demográfico: tenemos una generación de baby boomers que envejecen. Otro es que el COVID ha hecho que el domicilio se vea cada vez más visto como un lugar de atención y cuidado.

¿Y cómo piensan lograrlo?

Todo gira alrededor de una figura a la que denominamos como “referente social”. Tenemos a 17 de ellos, que son psicólogas, trabajadoras sociales, terapeutas ocupacionales o enfermeras, en función del tipo de usuario. Esos profesionales son los que hacen una valoración de cada persona, entienden sus necesidades y diseña las acciones a realizar, además de hacer seguimiento. Como mucho, cada profesional se ocupa de 60 personas. 

¿Y no podrían ser 300 por referente?

No queremos, porque ahí se perdería la personalización. No nos cuesta nada decir que somos más caros que la competencia. Pero es que aportamos mucho más valor. De hecho, somos más asequibles que la competencia. Damos más.

Y, aparte de los referentes, ¿quiénes más trabajan con ustedes?

Los cuidadores. Son unas 800 personas. Su perfil es el de auxiliar de enfermería o geriatría, o técnicos sociosanitarios y de atención a domicilio… Son personas que quieren trabajar paciente por paciente, de uno a uno, y que quizás no quieren estar en centros hospitalarios o residenciales. Son personas que están en la economía del cuidado. Y, para que puedan integrarse a nuestra red, deben pasar por un proceso de selección, acreditación y acompañamiento.

El crecimiento de Qida ha sido exponencial. ¿No le asusta?

Desde que arrancamos las actividades hemos multiplicado nuestro tamaño por 100. El año pasado cuadruplicamos: comenzamos siendo 20 y terminamos siendo 70 personas, con 800 cuidadores en las casas. Todo es muy acelerado. Pero mantenemos nuestro foco en la calidad. Le doy dos datos.

Venga.

En primer lugar, vamos a riesgo. Es decir, la familia solo nos paga cuando está satisfecha. Creo que somos el único actor del mercado al que la familia solo le paga después de conocer al cuidador y de tener el plan de trabajo definido para la persona cuidada.

En segundo, más de un 30% del variable de nuestro equipo depende de la calidad. Dependemos de los comentarios y del Net Promoter Score de las familias. Ahora mismo lo tenemos situado en el 99%.

Esa es una apuesta fuerte.

Tenemos muy claro dónde queremos llegar. Sabemos que queremos ser el referente en calidad de atención domiciliaria en España y, después, en el mundo. Queremos que la gente viva más tiempo en su casa y que el cuidador recupere su estatus social. Queremos que sea un proyecto muy grande y con mucho impacto. Le diré que llega un punto en el que el valor de la compañía ya no es el fundador, sino las personas que le rodean, tanto en talento como en inversión.

Queremos que la gente viva más tiempo en su casa y que el cuidador recupere su estatus social.

Su enfoque de proactividad es muy interesante. Incluso para la sanidad pública.

No me cabe duda. En 2011 el Pla de Salut de Catalunya ya decía que la atención al paciente crónico debía ser proactiva. Lo mismo dice en el Plan de Crónicos de Madrid y en el del País Vasco, y en el de Londres… Desde hace unos 10 años el mundo se ha dado cuenta de que la medicina y el progreso médico han tenido un éxito espectacular y que ahora vivimos casi el doble de lo que vivíamos hace 80 años. Cada año que pasa, ganamos 3 meses de esperanza de vida.

También nos hemos dado cuenta de que el gasto sanitario crece al 6% cada año y que el PIB de los países desarrollados crece al 2-3% en años buenos. Con eso no nos alcanza, y es algo difícil de explicar a la población. Lo que hay que hacer es convertir al sistema sanitario en más proactivo, sin bajar la calidad. La oportunidad se plantea ahora: la población quiere pasar más tiempo en casa. Nadie quiere estar más tiempo en un hospital. Y lo que proponemos es que la gente ingrese menos en el hospital y, si lo hace, esté menos tiempo ingresada.

Precisamente por eso trabajamos cada vez más con entidades aseguradoras, públicas y privadas, aparte de las familias. Las entidades pagan el servicio porque ven que, para sus asegurados, estar en el domicilio es mejor para el usuario y, encima, más económico.

Estamos en las oficinas de Ship2B, que es uno de sus principales apoyos. Hace unas semanas les entrevistamos aquí mismo, por su apoyo al emprendimiento social.

La noción de inversión con impacto social está en el núcleo de nuestra propuesta. Vimos que el tipo de inversor que podría confiar en el proyecto era el que prefería no tener que escoger para construir un mundo mejor. 

Por eso fuimos a ver, y logramos, que los 3 principales fondos de impacto social en España: Creas, Fondo Bolsa Social y Ship2B invirtieran en Qidas. Fuimos el primer proyecto en que los tres fondos entraron a la vez. El primero de ellos fue Ship2B. Además, también contamos con el Sabadell y con un grupo de business angels. 

Lo importante es ser coherentes. Si tienes una visión debes acompañarte del talento que quiera mejorarla y de los inversores que crean en ella. Yo diría que lo peor que puede pasar no es carecer del dinero necesario para hacer lo que te gustaría, sino que te den el dinero para hacer lo que tú no quieres hacer.

¿Por qué cree que las inversiones con impacto social serán importantes en los próximos años? ¿Qué van a cambiar?

Nos hemos dado cuenta de que no solamente tenemos una vida, sino que de solamente tenemos un planeta. Las nuevas generaciones suben muy conscientes de esa idea, que antes solamente era para un 10% de la población y que ahora es mainstream. Se ha producido un cambio en la consciencia, a causa de los shocks por los que ha pasado el mundo en los últimos años.

Y, dados esos cambios, resulta que la mejor manera que la gente tiene para impactar en el mundo es a través de sus ahorros.

La mejor manera que la gente tiene para impactar en el mundo es a través de sus ahorros.

No me diga.

Si tu crees en el medio ambiente y eres de los que reciclan, pero tus ahorros se destinan a apoyar a industrias que impulsan las energías no renovables, ya puedes creer lo que quieras: tu dinero destruye valor. Tus ahorros tienen un impacto 20 veces superior a lo que tú puedas hacer durante el día. 

Ahora hay muchos inversores que han decidido que con sus ahorros pueden ayudar a mejorar la educación, la sanidad, el medio ambiente y, en general, a hacer un mundo mejor.

Formado en ADE y poseedor de dos másteres, uno en Finanzas en Vancouver y otro en Administración de Empresas en la London Business School. Especializado en el servicio sanitario y social. Fichó por McKinsey, una de las consultoras estratégicas más reputadas del mundo y desarrolló una carrera prometedora que le llevó a trabajar en las oficinas de Madrid y Londres, con estancias en el sudeste asiático, Suiza y los EE.UU. Asesoró a numerosos gobiernos regionales en materia de sanidad. Un ejercicio prospectivo le hizo plantearse que, además de todo eso, quería ser quien cambiara la vida de muchas personas a través de sus conocimientos y expertise. En eso se encuentra hora.

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