Juan Zamora

CEO de Signaturit

Firma certera

“Más que el producto, mi primera obsesión fue rodearme de gente mejor que yo”


Signaturit es una referencia internacional en firma segura electrónica

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En 2013 el ingeniero informático Juan Zamora y su equipo lanzaron su aplicación Signaturit, un sistema que permite realizar firmas de documentos en el ámbito electrónico, con plena seguridad y validez jurídica. Recién completada su segunda ronda de financiación con éxito, le entrevistamos.
“Vimos una oportunidad de mercado. Lo que había antes de Signaturit no ofrecía el adecuado equilibro entre seguridad y agilidad”
 
“En 2014 fuimos seleccionados por una aceleradora europea, que eligió a diez proyectos de entre setecientos candidatos. Fuimos a Holanda y convivimos durante seis meses, aprendiendo lo necesario”
 
“Desde mi punto de vista no se estaba pensando suficientemente en el usuario final, porque era inevitable tener que ir a una oficina presencial, darse de alta, mantener un certificado digital en un mismo ordenador, trabajar siempre en dispositivos fijos, etc.”
 
“Ahora estamos adaptando el sistema para que pueda ser una solución integral para todas las comunicaciones de una empresa”
 
“El retorno de inversión de emplear nuestra tecnología es inmediato. Los costes que se ahorran son muy importantes: en algunos casos, superan los diez euros por documento”
Para que se entienda, ¿qué es y cómo funciona la aplicación Signaturit?
Signaturit nació pensando en facilitar los procesos de firma de la manera más sencilla posible. Imagínese que quiero enviar un contrato a firmar. Lo normal sería que yo creara un correo electrónico, adjuntara el contrato, escribiera la dirección de email del destinatario y le diera al botón de “enviar”.
 
Hasta ahí le sigo.
La otra persona lo recibe, lo imprime, lo firma a mano, lo vuelve a digitalizar, lo vuelve a adjuntar a un nuevo correo electrónico de respuesta, etc. hasta que finalmente me lo devuelve.
 
Un proceso de muchos pasos para una cosa que, en el fondo, se podría resolver en medio minuto.
Exacto. Signaturit emula ese mismo proceso, pero cambiando algo muy sencillo: ahora se puede enviar el contrato a través de un correo electrónico, añadiendo una simple extensión a la dirección de correo electrónico del destinatario: “Signaturit.com”.
Bueno, y entonces ¿qué sucede? 
Pues que el firmante, o sea, quien recibe el contrato, también recibe un pequeño botón en el cuerpo del correo electrónico. Lo ve en la pantalla de su propio dispositivo móvil. Cuando pulsa el botón, sin necesidad de instalarse ninguna aplicación ni conectar ninguna cosa especial, es redirigido a una plataforma segura de firma de Signaturit. Y allí le mostramos el contrato para que lo lea, lo revise y, si está de acuerdo, lo pueda firmar con el dedo. Encima de la pantalla. Ahí termina la operación de cara al usuario final. Nosotros nos ocupamos por detrás de darle certificación y validez al proceso. Una vez firmado el contrato, ambas partes reciben una copia del documento firmado y la parte emisora recibe un documento probatorio.
 
Que debe certificar, seguramente, la operación.
Explica cuándo, dónde y por quién fue enviado el email; cuándo, dónde y por quién fue abierto, etcétera. Y, además, hemos capturado los datos biométricos de la parte firmante, si lo permite el dispositivo: velocidad, número de puntos, presión ejercida… Son unos datos útiles para que, en caso de litigio, un perito grafólogo pueda determinar si, realmente, esa persona fue quien firmó el contrato. 
 
A veces he tenido que firmar en una pantalla de tableta y las líneas son quebradas y temblorosas… El perito lo pasará mal para certificar, ¿no?
Por suerte, los dispositivos móviles avanzan mucho y la tecnología disponible ya permite recoger las firmas con mayor exactitud. Como ve, este proceso es simple. Quizás a la primera cuesta un poco, pero a la que uno se habitúa, ya es muy sencillo de replicar.
 
Usted tenía experiencia en el sector financiero. Allí vio que muchos documentos y trámites no progresaban suficientemente rápido porque necesitaban la firma de alguien. Así que inventó la aplicación que agilizara.
Vimos una oportunidad de mercado. Lo que había entonces no ofrecía el adecuado equilibro entre seguridad y agilidad. Por un lado, existían soluciones americanas, que no proporcionaban las mismas garantías que exige la Unión Europea, y por el otro estaban algunas soluciones que no ofrecían agilidad al usuario final. 
 
¿Y eso lo hizo usted solo?
En mi opinión, uno solo no puede lanzar un proyecto. Es cierto que yo tenía la idea y puse la semilla, pero al poco tiempo ya estaba rodeado de “cracks”. Tuve la suerte de comenzar en la incubadora de negocios Incubio, de Barcelona, y con mi experiencia previa sabía que debía logar reunir a un equipo alineado y que quisiera ir a por todas. Esa fue mi primera obsesión: más que el producto, quería rodearme de gente mejor que yo en todas las áreas. Conocí a los fundadores de Inclubio y vimos que nos complementábamos.
 
¿Siguen juntos?
Así es. Le contaré que en 2014 tuvimos la suerte de ser seleccionados por una aceleradora europea, que eligió a diez proyectos de entre setecientos candidatos. Fuimos a Holanda y convivimos durante seis meses, aprendiendo lo necesario. Ese proceso nos ayudó a acelerar la compañía, pero también a cohesionar nuestro equipo. Piense que no éramos personas que nos conociéramos desde hacía veinte años y aquello fue nuestra prueba de fuego. O salíamos amigos o el negocio iba mal.
 
En el negocio de las apps la creatividad da para mucho. Pero en lo que ustedes ofrecen, firmas electrónicas aceptadas legalmente, ¿qué ha sido más difícil? ¿Diseñar el software?
El tema de la firma electrónica viene de lejos. Existe una directiva europea fechada en 1999 al respecto. Así que no es un tema muy innovador, que digamos. Ahora bien, desde mi punto de vista no se estaba pensando suficientemente en el usuario final, porque era inevitable tener que ir a una oficina presencial, darse de alta, mantener un certificado digital en un mismo ordenador, trabajar siempre en dispositivos fijos, etc. Y lo que vemos es que la tecnología avanza a un ritmo que el ámbito legal no puede seguir. Lo más difícil, por tanto, fue encontrar el equilibrio entre la buena usabilidad (tres clics, por así decirlo) y las garantías legales. En la Unión Europea eso es básico. 
 
¿Cree usted que han llegado ya al límite de lo que podían diseñar en Signaturit? ¿Su solución admite perfeccionamiento?
Siempre hay cosas a mejorar. Al final, la imaginación nos ayuda a ver cosas. Al principio Signaturit era un producto de nicho. Ahora lo estamos adaptando para que pueda ser una solución integral para todas las comunicaciones de una empresa. Ya sea interna, con empleados, o externa, con proveedores, cualquier comunicación será más fácil y segura con nuestra plataforma, que ofrece la posibilidad de realizar firmas según los diversos niveles de seguridad aceptados por la Unión Europea: firma simple (con un botón), firma avanzada (con datos biométricos), firma cualificada (que equivale a un certificado). Y eso, además de las funciones de pura y dura certificación de comunicaciones. 
 
Eso es lo que va a sustituir al burofax de toda la vida.
Y convertirá en seguro el SMS, y el email. También podremos hacer verificación de información, desde capturas de datos por OCR hasta la foto del firmante, o por voz, etc. Combinando los diferentes bloques, debemos poder hacer una certificación con las máximas garantías legales.
 
Su modelo de negocio, entonces, va enfocado a empresas con mucho volumen de actividad y, por tanto, de correos electrónicos…
Al inicio era así. Pero pensamos que no teníamos que limitar el acceso de empresas más pequeñas a nuestros servicios. Al final, el retorno de inversión de emplear nuestra tecnología es inmediato. Los costes que se ahorran son muy importantes: en algunos casos, superan los diez euros por documento. Es algo útil realmente. Pero también hemos abierto una plataforma web en la que cualquier persona particular se puede registrar y enviar documentos a firmar, o notificaciones certificadas, etc. desde Signaturit.
 
¿Y de ahí también obtienen ingresos?
Es un pago por licencia. Uno se registra como usuario, con su contraseña y demás, y obtiene una licencia de uso mensual a cambio de una subscripción.
 
¿Cómo es su estado de finanzas actual? ¿Han llegado al break even?
Estamos ahí mismo. Los inicios son siempre complicados, y los costes en tecnología y equipo son elevados. Esperamos poder alcanzarlo en breve.
 
Quizás están buscando una nueva ronda de financiación.
Ya llevamos un par de ellas. La primera fue en 2014, justo al volver de Holanda. Entraron el Banco de Sabadell y la red de Business Angels de ESADE. La segunda acabamos de cerrarla hace un mes escaso. Han entrado fondos europeos y diversos fondos de inversión nacionales bastante conocidos. El Sabadell ha vuelto a invertir. Nos sentimos muy satisfechos y agradecidos por su confianza y, a la vez, entendemos que estamos demostrando ser gente seria haciendo las cosas bien.
 
¿Cuál es su estrategia de marketing y comunicación?
Mucho boca-oreja. Creemos mucho en la posibilidad de convertirnos en los referentes en firma electrónica. Que cuando alguien quiera saber algo acerca de tecnología de firma o de certificación, o de tendencias de mercado, sepa que nosotros estamos ahí. Estamos dedicando bastante esfuerzo a crear contenidos con mucho valor añadido. Queremos que Signaturit sea el referente a nivel europeo.
 
O sea, que ya se fijan en un mercado más global.
Así es. Nuestra central está en Barcelona, pero tenemos también oficina en Amsterdam. Y ahora estamos abriendo una nueva en Madrid. 
En la mente de un ingeniero informático, ¿surge la necesidad de crear alguna otra cosa en otro ámbito?
Pues no le diré que no. Uno siempre está detectando necesidades dentro de un mercado y pensando de qué manera se podrían resolver. Pero intento no distraerme. Signaturit es el 100% de mi tiempo actual. Eso sí, me tomo nota de todo y las dejo para el futuro. Si es algo que puede beneficiar al proyecto, lo aplicaremos. 
 
¿Y no cree que la administración pública podría ser un gran cliente para un proyecto como el de ustedes?
Claro. A la hora de emplear la tecnología en sus procesos podría funcionar muy bien. Pero sabemos que la administración es un sector lento. Por otra parte, en el sector privado todavía tenemos mucho trabajo por hacer y nos estamos centrando en él.

 

 

Juan Zamora es ingeniero informático. Su afición por las tecnologías comenzó ya en la primera juventud, cuando programaba ordenadores por su cuenta. Al acabar la universidad se integró en el mercado laboral, pasando por diversas entidades del sector financiero. Justo cuando estalló el boom de las tecnologías móviles, más o menos hace unos seis años, cursó un máster en “Mobile Business” que le ayudó a orientar su carrera profesional hacia la creación de negocios. Juan quería crear su propio proyecto y Signaturit representó una forma de concretar su experiencia en el sector financiero: en él abundan los expedientes que necesitan ser firmados y los trámites que se detienen por el mero hecho de no contar con una firma. La oportunidad de mercado estaba servida.

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