El nuevo <b>PGC</b> (Plan General de Contabilidad) entró en vigor el primero de enero y, desde entones, está trayendo en un sin vivir a los auditores y encargados de las cuentas anuales de las empresas. Todos ellos han tenido que volver a los libros y a estudiar los nuevos cambios.
Los profesionales que deben entender y aplicar el nuevo <b>PGC</b> tienen una tarea añadida: la de hacer comprender a sus clientes que, lo que anteriormente podían amortizar, resulta que con el nuevo plan no se puede; o lo que antes se contabilizaba de una manera, teniendo en cuenta un principio, ahora se da prioridad a otro. Y es precisamente en ese momento cuando el contable debe respirar profundamente y aguantar los enfados de su cliente.
Esto es lo que se debe hacer para que todos los estados miembros de la Unión Europea tengan la misma contabilidad y sea más fácil para las empresas comparar balances o entender la información financiera.
En el fondo, es para el bien común, tal y como dicen, y ya se sabe que todos los cambios son difíciles al principio. Por esto hay que tener paciencia y un buen contable a mano, ya que lo último que queremos es tener problemas con Hacienda.
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