Las mujeres, más inclinadas a liderar empresas sociales que empresas convencionales, según un estudio de ESADE

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Las características principales de las emprendedoras sociales son su pasión y su determinación por conseguir un impacto social determinado, unos rasgos que son considerados los factores de éxito más importantes por la mayoría de las emprendedoras
 
Mujer de 40 años, casada o en pareja (el 65 % de los casos). Este es el perfil de la emprendedora social que ha dibujado el Instituto de Innovación Social de ESADE a partir de una consulta realizada a unas 70 mujeres que lideran o colideran empresas sociales en nuestro país.

Se trata de una radiografía exhaustiva, titulada Mujeres con impacto. Ecosistema de mujeres emprendedoras sociales en España, impulsada por la Fundación Abertis y la Fundación EY, que ha encontrado diferencias entre ellas y las emprendedoras en general en cuanto a la edad y el grado de formación. “La mayoría de las consultadas afirman que han emprendido tras haber adquirido experiencia en el ámbito social, y su nivel educativo es superior al de la emprendedora en general”, ha señalado Mar Cordobés, investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE y responsable del informe. Sonia Navarro, directora del Instituto de Innovación Social de ESADE, añade: “El 93 % de las consultadas afirman que tienen educación superior, un porcentaje muy superior al promedio del 65 % que registra el informe del Global Entrepreneurship Monitor para las emprendedoras. De hecho, el 60 % de las consultadas han realizado algún máster o algún curso de posgrado, y el 18 % poseen un doctorado.”
 

Las características principales de las emprendedoras sociales son su pasión y su determinación por conseguir un impacto social determinado, unos rasgos que son considerados los factores de éxito más importantes por la mayoría de emprendedoras. El segundo factor más valorado es contar con el equipo adecuado, que el 81 % de las mujeres consideran muy importante, mientras que la propia capacidad de liderazgo solo es valorada en el mismo grado por el 49 % de las mujeres. Estos datos parecen corroborar el efecto de la “humildad femenina”, que hace que las mujeres suelan atribuir el éxito de forma colectiva, más que a título individual.
 
Emprendedoras por vocación y crecimiento profesional
En cuanto a las motivaciones para emprender, el estudio sobre las mujeres emprendedoras sociales en España destaca que el 78 % querían crear, por encima de todo, un negocio basado en valores personales —en el 84 % de los casos, además, la temática o la misión de la empresa tienen que ver con una vivencia o una experiencia cercana— y que para el 86 % también era la mejor forma de crecer profesionalmente. Sin embargo, no han influido la ambición económica —solo el 13 % de las consultadas lo consideran algo importante— ni la necesidad —el porcentaje de emprendedoras que han creado su empresa social por necesidad apenas llega al 10 %. En cambio, poder conciliar la vida profesional con la familiar sí se ha valorado como un factor muy importante para más de un tercio de las emprendedoras sociales.
 
El obstáculo que más mujeres han señalado como muy importante es la ausencia de un marco legal adecuado y de medidas de apoyo específicas para el emprendimiento social en España. Otra barrera importante para estas emprendedoras es la escasa comprensión de qué significa una empresa social por parte de la sociedad en general y/o de los potenciales inversores, así como la dificultad para acceder a la financiación.
 
Según este estudio del Instituto de Innovación Social de ESADE, el 58 % de las entrevistadas ven las dificultades de acceso a la financiación como un obstáculo bastante o muy importante a la hora de emprender. De hecho, casi la mitad de ellas han financiado más del 75 % de sus emprendimientos con recursos propios y la segunda fuente de financiación han sido las subvenciones y donaciones. El 78 % de las emprendedoras confirman que no han utilizado créditos bancarios y el 88 %, que no han contado con inversión de impacto. Otras barreras percibidas como importantes son las que se refieren a la naturaleza social de sus empresas —la falta de un marco legal adecuado y de medidas de apoyo específicas al emprendimiento social por parte de los organismos públicos es una barrera bastante o muy importante para el 70 %— y al sector, especialmente el tecnológico. En la otra cara de la moneda, el apoyo familiar (el 65 %) y el hecho de disponer de los contactos adecuados (el 59 %) han sido un refuerzo para estas emprendedoras.
 
¿Diferencia de género?
 
Pese a que la mayoría de las emprendedoras consultadas consideran que no lo han tenido más difícil que los hombres, el 87 % opinan que el ámbito social puede introducir una nueva manera de “hacer negocios”, más cercana a la manera de entender la empresa de las mujeres. De hecho, el 56 % de las emprendedoras creen que tienen un enfoque empresarial diferente al masculino, más integrador, con más apoyo en red y menos jerarquía. El 44 % restante, que sostienen que no hay diferencias en la forma de gestionar, consideran que la sensibilidad y la empatía, que se presuponen en los emprendimientos sociales, no entienden de género y dependen de las características personales de cada individuo.
 
El empoderamiento femenino y la inclusión social, las temáticas predominantes
La forma legal mayoritaria de las empresas sociales lideradas o colideradas por mujeres en España es la de una sociedad limitada (el 60 %), seguida de las empresas registradas como asociaciones sin ánimo de lucro (el 15 %), y las temáticas que dominan entre estas son dos: el empoderamiento de la mujer y la inclusión sociolaboral de colectivos vulnerables y desfavorecidos. En coherencia con estos ámbitos temáticos, la mayoría de los proyectos van dirigidos a la ciudadanía en general, a mujeres, a niños y jóvenes y a personas con discapacidades.
 
El 16 % de las empresas estudiadas por el Instituto de Innovación Social de ESADE no registran ingresos todavía, mientras que el 19 % tienen unos ingresos inferiores a los 10.000€. Estos datos corresponden a las iniciativas más jóvenes, que llevan mayoritariamente menos de un año operando y que, por tanto, se hallan en una fase muy inicial de desarrollo. Las autoras del informe destacan, sin embargo, que el 29 % de las empresas que facturan más de 100.000€ anuales corresponden, en su gran mayoría, a empresas que llevan más de diez años funcionando.
 
Por último, además de perseguir unos determinados objetivos sociales, la mayoría de estas empresas valoran mucho la colaboración con los clientes para dar respuesta a sus necesidades —algo que practican el 59 % de las emprendedoras— y las políticas éticas de selección de proveedores y colaboradores —que aplican el 54 %.
 
 

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