Todo este fenómeno mediático empezó gracias a una campaña de marketing viral que, como siempre, obtuvo el respaldo de los internautas. El portal MySpace ofreció por primera vez la posibilidad de votar por el representante de esta edición. Fueron nada menos que 109.995 los votos obtenidos por el tema "Baila el Chiki Chiki", una cifra nada despreciable teniendo en cuenta que el segundo tema más votado obtuvo 67.706 votos.
Según la opinión de la mayoría de los votantes, Eurovisión se trata de un concurso obsoleto, hortera, desfasado, y por tanto, parece lícito enviar un representante que roce lo kitsch. En definitiva, los casi 14 millones de espectadores en esa velada no buscaban nada más que la risa fácil.
Me pregunto si estamos ante un hecho sin precedentes, si este patrón de comportamiento se podría trasladar a cualquier otra escena de la vida cotidiana, la política tal vez… Quizás la sociedad tiene unos valores que le suscita a rehuir de ese tipo de parafernalias. Si tuviésemos que votar por qué futbolistas enviaríamos a la Eurocopa, el resultado sería bien distinto al reflejado en las votaciones por Eurovisión.
Sea como fuere, hay quien ha sabido sacar ventaja -cuantificable en muchos miles de euros- de esta clase de fenómenos mediáticos (merchandising, politonos, CDs…) y es que, no nos olvidemos, la “freak culture” vende mucho.
Dentro de poco, nadie hablará del Rodolfo Chikilicuatre, pero su canción "Baila el Chiki Chiki" pasará la historia por conseguir el mejor índice de audiencia de los últimos seis años.
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