Innovación social: a por la doble rentabilidad

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Nueva plataforma del IESE para impulsar la economía social
 
Primero fue la filantropía, a título personal, de algunos empresarios. Después llegó la Responsabilidad Social Corporativa a las empresas, que empezaron a incorporar criterios de sostenibilidad social y medioambiental en sus productos y procesos. Ahora, dando un paso más, empiezan a surgir empresas que, ya desde su misma creación, se conciben con un doble reto: ser económica y socialmente rentables.
 
A medio camino entre las empresas sociales (ONGs, fundaciones, entidades sin ánimo de lucro…) y las empresas tradicionales (cuyo principal objetivo es la rentabilidad económica), se sitúan las llamadas empresas híbridas: organizaciones que combinan con éxito los objetivos sociales y económicos. Están ganando cada vez más cuota de mercado, y actualmente se calcula que entre un 5 y un 10% de las personas en Europa trabajan en la economía social.
 
El dato lo ofrecía Antonino Vaccaro, profesor del IESE y Director académico del Center for Business in Society en la sesión "¿Se puede ser innovador social? Oportunidades y tendencias en sectores con y sin ánimo de lucro". Vaccaro explicó que en las últimas décadas, hemos visto crecer de forma radical las expectativas éticas de las personas respecto a las prácticas de las empresas. Las empresas han reaccionado a las demandas de los consumidores, mejorando sus prácticas e incorporando acciones de Responsabilidad Social Corporativa. Pero persiste un "gap ético" entre las expectativas de los consumidores y las prácticas de las empresas que ahora empieza a reducirse con la aparición de nuevos modelos de organizaciones que, de un modo efectivo y no solo retórico, combinan objetivos sociales y económicos.
 
Nuevos actores en la economía social
 
Europa ocupa a cerca de 11 millones de personas en el segmento de la economía social. A las ONGs y fundaciones se añaden cada vez más empresas sociales (como La Fageda, que fabrica productos lácteos para emplear a personas con discapacidad), entidades cooperativas (como el banco holandés Rabobank), y organizacioneshíbridas o que tienden a la hibridación, ya sea por vocación propia (como la fabricante de helados Ben & Jerry’s) o por la presión de sus propios stakeholders (como en el caso de General Electric).
 
Se trata de un sector dinámico y con grandes perspectivas de futuro, añadía Vaccaro, en el que surgen nuevos modelos de negocio competitivos (como Samasource, una ONG que combate la pobreza en el mundo mediante una plataforma de microtrabajos) y nuevas soluciones a viejos problemas sociales (como The Homeless World Cup), que tienen un impacto real en la economía y que suponen un cambio en la cultura económica tradicional.
 
El IESE, con los emprendedores sociales
 
En este contexto nace la Social Entrepreneurship and Innovation Platform del IESE. Una plataforma concebida para dar visibilidad y oportunidades a las personas, dentro y fuera del IESE, interesadas en el emprendimiento social. Una iniciativa del CBS – Center for Business in Society que arranca con tres objetivos básicos:
  • desarrollar nuevas iniciativas didácticas y científicas en el ámbito de la economía social;
  • facilitar los contactos entre la comunidad del IESE y los emprendedores sociales;
  • y ofrecer ayuda directa a los interesados en el lanzamiento de nuevas empresas sociales.
 
Disismore: una red laboral del talento con discapacidad
 
Durante la presentación se dio a conocer Disismore, el primer proyecto que se ha apoyado desde la plataforma. Paolo de Fabriitis, fundador y director de esta joven empresa social, explicó que la idea surgió al detectar que existía un problema en el proceso de búsqueda y selección del talento de las personas con discapacidad. En España hay cerca de 1.260.000 personas con discapacidad, pero solo 460.000 (poco más del 36%) tienen un papel activo en el mercado laboral. Es decir, trabajan o están buscando un empleo. (Ver vídeo)
 
Ni los portales de empleo al uso ni las entidades que trabajan para la integración de las personas con discapacidad cubren de forma eficiente todas las fases del proceso de reclutamiento. Basándose en un modelo de social recruiting, Disismore utiliza las redes sociales para facilitar la visibilidad y accesibilidad al talento de las personas con discapacidad. De momento, la empresa se encuentra en fase de captación de usuarios, y ya ha conseguido que más de una veintena de empresas se den de alta. Paolo de Fabriitis sabe que solo "funcionará si somos capaces de atraer valor para todos los implicados" (empresas, personas con discapacidad y entidades sociales), y tiene claro que "una empresa social compite en el mercado". O sea, si logra alcanzar el doble reto: rentabilidad social y rentabilidad económica.

Más información sobre la Social Entrepreneurship and Innovation Platform
 

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