Álex Ríos

Fundador y CEO de Happyforce

Más apasionado a las personas que a las máquinas

“En la dirección general tienen indicadores para todo excepto para las personas” 


Con Happy Force, Alex Ríos y su equipo ponen el Big Data al servicio de la felicidad de los empleados

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Es joven, de carácter emprendedor, comunicación directa y muy resuelto. Escuchar hablar a Alex Ríos es escuchar la voz de un segmento creciente de la población a la que el signo de los tiempos ha dado por denominar como “millennials”. Gente que trabajan en lo que creen y no tanto por dinero. En el fondo, saben que trabajar de manera apasionada es un buen camino para triunfar en los negocios. Álex lleva años emprendiendo en el sector de las apps y el “SaaS” y nos viene a explicar Happy Force, una aplicación que ayuda a medir la felicidad de los empleados de empresa.

«El 99% de los malos ambientes en una empresa se solucionan hablando»
 
«Creo que ya no es necesario que venga una consultora americana a decirnos que un trabajador motivado es un trabajador muy productivo»
 
«Sabemos que en empresas en las que se habla de “externalización” o “transformación”, el sentimiento predominante es “miedo”»
 
«Si las personas pasamos un tercio de nuestra vida trabajando, los directivos de empresas tienen una responsabilidad enorme con el modo de tratar a sus empleados, porque eso tiene efecto sobre los otros dos tercios»
 
«Ahora no buscamos estar en una empresa con un salario fijo. Lo que importa es más bien el por qué estás trabajando en lo que trabajas. Y en si tiene sentido o no»
 
«Cuando empezamos con nuestra compañía de diseño de aplicaciones en 2008, en lo peor de la crisis, nuestros empleados recibían tres y cuatro ofertas de trabajo al mes. Al final decidían seguir trabajando en un proyecto y con una gente que les ilusionaba. Todo esto por tratarles bien»
 
«Cuando la cola del paro es larga, hay empresas que deciden apretar a la gente tanto como puedan. Yo creo que esta no es la manera adecuada. Y además siempre acarrea costes en el futuro, vaya bien la empresa o vaya mal»
 
«Creo que la gente no debe de mirar tanto a Estados Unidos: en Barcelona, Cataluña y España hay talento de sobras»
Como ingeniero que es, responda: ¿cuáles son las variables que definen la felicidad en el trabajo? ¿La conciliación? ¿el salario? ¿El buen ambiente? 
Actualmente la felicidad en el trabajo está de moda. Y es importante que sea así. Pero más que estar feliz, lo que cuenta es que uno se sienta motivado (“enchufado”) por el propio trabajo. Eso es independiente de su estado de ánimo. Hay días en los que yo mismo me siento muy enfadado pero sin embargo tengo ganas de luchar por mi proyecto. He entendido que no se puede estar feliz todo el día, todos los días. Eso es así, es lo normal y es lo que nos hace ser humanos. 
 
La cuestión es entender lo que nos hace sentirnos infelices y lo que hace que nos motivemos. Si eres empresario te interesa saber qué es lo que motiva o desmotiva a tus trabajadores. Creo que ya no es necesario que venga una consultora americana a decirnos que un trabajador motivado es un trabajador muy productivo.
 
Porque ya se lo dirán ustedes mismos a los clientes…
Una de las cosas que hemos visto es que en lo referente a felicidad y motivación, ya sea en el trabajo o en casa, lo que es clave es la comunicación. Mire, los responsables de una empresa de 150 empleados me decían hace poco que podían adivinar el resultado de nuestros análisis de antemano: “los empleados dirán que les pagamos poco”. 
 
Quizás tenían razón.
Quizás. Pero es que los competidores de esa empresa son multinacionales con grandes cifras de facturación con unos presupuestos ilimitados. Es normal que la empresa no se pueda permitir mayores costes salariales.
 
Entonces les pregunté si estaban ofreciendo otras cosas distintas a las de las multinacionales. Me dijeron que sí: daban facilidades a los empleados, fomentaban la maternidad, daban libres las tardes de los viernes, tenían un compromiso de no hacer más de 40 horas a la semana… Les recomendé que pusieran en valor todo eso ante su gente: que se lo comunicaran con franqueza y que vieran que todo aquello no lo encontrarían en ninguna otra parte del sector. La solución al 99% de los males de la empresa es hablar. Y no un “toma, te subo el sueldo para que hables bien de mí”.
 
De acuerdo. Entonces, en qué consiste “Happy Force”?  
Nosotros somos una empresa que vende un producto. El nuestro es un producto “SaaS” (es decir, de “Software as a Service”), una aplicación electrónica que hemos desarrollado y del que vendemos una licencia de utilización que se paga mensual o anualmente. 
 
Esa aplicación la instalamos en las estaciones de trabajo de los empleados de nuestras empresas clientes. Los mismos empleados, cada día, pueden decir cómo se sienten con su trabajo y dejar un comentario. La parte interesante es que se trata de comentarios anónimos y que después de dejarlos, los empleados pueden ver los comentarios de los demás. Así pues, un empleado puede saber si un  compañero de su departamento o de otro se encuentra satisfecho o enfadado porque le falla el equipo. Nosotros aplicamos técnicas de Big Data a todo esto y sacamos nuestras conclusiones e informes para la dirección general.
 
¿Y –disculpe la ignorancia-, eso para qué sirve?
Con este tipo de análisis, las empresas pueden generar indicadores y mapas del estado de ánimo de sus plantillas que resultan muy interesantes. En las direcciones generales tienen indicadores de todo, menos para las personas. Por ejemplo, sabemos cuántos puestos hay, cuántas funciones se cubren, pero no sabemos cómo se sienten las personas que las ocupan. Y eso es algo importante porque determina la productividad de la compañía.
 
Lógicamente, el éxito de su aplicación depende de que los empleados participen en ella.
Claro. También aplicamos las dinámicas de las redes sociales para promover la participación. A la gente le decimos: “si quieres ver lo que están diciendo tus compañeros, tienes que participar tú. O si no, no lo verás”. También limitamos la cantidad de intervenciones diarias para que no se convierta en un chat comunitario. Esto genera unas dinámicas muy interesantes.
 
¿Y qué dice la gente?
Más de la mitad de los comentarios son críticos y resaltan problemas de tipo operativo (“el equipo va lento”, “la fábrica carece de medios…”) o bien otros más profundos (“no nos valoran en el trabajo”, “nos falta información”, etc.). Pero también hay una parte muy bonita: muchos empleados se valen del anonimato para mandar mensajes de ánimo: “quiero felicitar a fulanito, que es mi jefe, porque ha cumplido lo que se comprometió a hacer”. También se obtienen otros comentarios que no aportan valor: “que bien que hoy es viernes” o “os cuento el chiste del día”… Todo depende de la empresa.
 
Es decir, que ustedes recogen, administran y estudian los comentarios. Pero si alguna vez llegan a tener muchos clientes, tendrán que hacer un montón de trabajo…
Imagínese una empresa de 10.000 empleados generando 10.000 comentarios al día. Sería imposible para el director general leerlos todos, todos los días. Así que empleamos el Big Data para facilitar el proceso de toda la información: análisis semánticos, estudios de tendencias, de trending topics, etc. Todo esto nos lo hace una máquina. Y estamos también experimentando con el análisis sentimental…
 
¿Cómo dice? 
Por el tipo de palabras que el empleado utiliza en sus mensajes, tratamos saber de qué manera se siente interiormente. Por ejemplo, sabemos que en empresas en las que la dirección ha emitido un mensaje relativo a “externalización” o “transformación”, el sentimiento predominante es “miedo”. Al revés, cuando se han cumplido los objetivos con éxito, el sentimiento es la alegría.
 
¿Por qué cree que a un director de recursos humanos le interesa conocer el grado de felicidad del personal de su empresa?
Hoy en día nadie en el sector de los recursos humanos le dirá que le es indistinto ver que sus empleados son infelices. Sin embargo, no todo el mundo tiene claro qué hay que hacer para que esa felicidad se produzca en la empresa. Lo que nosotros proponemos es hacer un buen diagnóstico antes de dar a aplicar una solución.
 
¿Cómo se le ocurrió la idea?
Provengo de un proyecto denominado Mobivery, dedicado a la creación de aplicaciones. Comenzamos unos pocos, en 2008, y la cosa nos fue realmente bien. Siempre tratábamos muy bien a nuestra gente y le dábamos al empleado lo mismo que nosotros queríamos de la empresa: es decir, libertad y responsabilidad. Imagínese si les tratábamos bien que llegamos a ser dos años consecutivos la mejor PYME de España para ir a trabajar, según la encuesta “Great Places to Work”.
 
Cuando éramos 15 personas podíamos hablar en el ascensor, en el pasillo, o en la máquina del café. Pero cuando comenzábamos a crecer en número y en oficinas, perdimos el contacto con los empleados.
 
¿Y entonces?
Cuando pasamos de los 50 empleados y dejé de conocer personalmente a nuestra gente, sentí como que se me escapaba algo. De allí salió la iniciativa “Happy Force”, una plataforma para poder medir el clima laboral o felicidad de empleados. En el fondo es como si pudieras tener una cámara situada en la zona de la máquina de café de tu empresa y pudieras saber todo lo que se dice sobre el bienestar en la empresa. 
 
Usted decidió dedicarse en cuerpo y alma a Happy Force y ya no tiene que ver con Mobivery…
Mobivery está en manos de uno de los socios y yo aproveché para dedicarme al desarrollo de Happy Force desde cero. Para mí es un proyecto muy interesante. Por un lado, dadas las características de nuestro producto, en el momento en que lo automatizas puedes crecer y conseguir miles de clientes. Y por otro, trasladas el mensaje de que es importante escuchar a la gente.
 
Si las personas pasamos un tercio de nuestra vida trabajando, los directivos de empresas tienen una responsabilidad enorme con el modo de tratar a sus empleados, porque eso tiene efecto sobre los otros dos tercios.
 
¿Y cómo se organizan en esta nueva aventura?
En Happy Force somos un equipo equilibrado. Dani, desde Palma de Mallorca, es experto en tecnología. Sergio, desde Madrid, es experto en recursos humanos. En Estados Unidos, en Austin, tenemos a dos exsocios de la empresa Mobivery. Uno es experto en negocios y otro en recursos humanos. También tenemos a gente de marketing y a otros ingenieros. ¡Y yo pongo la sonrisa! (se ríe). 
 
La verdad es que a pesar de ser ingeniero, a mí me gustan más las personas que las máquinas. Por eso disfruto tanto con este proyecto. Me apasiona la tecnología, pero montar una empresa, hacerla crecer, superar desafíos y hacerlo conjuntamente con personas de otros perfiles distintos al mío es lo que más me motiva a mí.
 
Que algunas empresas se preocupen por la felicidad de las personas es algo que hace años no se veía…
Para empezar, la motivación general de las personas ha cambiado mucho. Habrá oído hablar usted de la generación millennial. Yo estoy en ella. La define la motivación que tienen sus integrantes por hacer las cosas, y es una motivación distinta a la de la generación de nuestros padres. Ahora no buscamos estar en una empresa con un salario fijo. Lo que importa es más bien el por qué estás trabajando en lo que trabajas. Y en si tiene sentido o no. Cada vez más gente está dispuesta a no trabajar en empresas con quienes no comparte sus valores.
 
Es verdad.
Y todo esto tiene un fuerte impacto en los departamentos de recursos humanos de las grandes y pequeñas empresas. Se lo diré claro: cuando empezamos con nuestra compañía de diseño de aplicaciones en 2008, en lo peor de la crisis, nuestros empleados recibían tres y cuatro ofertas de trabajo al mes. Y contra eso no hay talonario que valga: o les tratas bien o se te marcharán sin dudar. Al final, mayoritariamente, decidían renunciar a un sueldo más alto para poder seguir trabajando en un proyecto y con una gente que les ilusionaba. Todo esto por tratarles bien.
 
Pero en muchas otras empresas se hace precisamente lo contrario.
En muchas ocasiones, especialmente cuando la cola del paro es larga, hay empresas que deciden apretar a la gente tanto como puedan. Yo creo que esta no es la manera adecuada. Y además siempre acarrea costes en el futuro, vaya bien la empresa o vaya mal. 
 
Si las cosas le van como parece, llegará un momento en que Happy Force crecerá sola. Y yo no le veo aburriéndose en la empresa. Seguro que se buscará otra cosa que hacer…
A mí me gustaría poder ayudar a otra gente a poner en marcha proyectos. Invertir en ellos como un business angel o compartir todo lo que he aprendido a base de equivocaciones es algo que me encantaría. Creo que la gente no debe de mirar tanto a Estados Unidos: en Barcelona, Catalunya y España hay talento de sobras.
 
Y por otra parte también me gusta mucho la parte de la educación. Al final está muy relacionado con generar este caldo de cultivo que va a permitir que ocurran cosas nuevas.
 
En Barcelona hay núcleos de emprendeduría muy sorprendentes.
La madre de un amigo mío tiene 70 años. Y está pensando en lanzar una empresa de diagnosis genética. Estuvo toda la vida trabajando en la universidad, ahora tiene a los hijos colocados y la casa pagada y yo le decía que es la mejor posición del mundo para emprender: su riesgo es cero. Yo, en cambio, tengo hijos de cinco y tres años, vivo de alquiler y debo todo. Eso demuestra que emprender no es una cosa de jóvenes.
Por último: ¿Happy Force tiene aspiraciones globales?
El nuestro es un producto exportable y suficientemente original. Nació con vocación de ser global. Nuestro primer idioma es el inglés y nuestro reto actual se encuentra en la venta internacional. Además, nuestro equipo es global y perseguimos modelos de empresa diferentes a los convencionales. Por eso no tenemos oficinas: nuestra gente puede estar trabajando desde donde quiera. Eso sí, con tal exista una buena conexión a Internet. Esto es lo que tenemos que pedirle a las empresas telefónicas.

 

 

El fundador de Happy Force y, previamente, fundador y director de la firma de aplicaciones para móviles Mobivery, optó por convertirse oficialmente en emprendedor en el peor momento de la crisis, allá por 2008. 
 
Ingeniero de formación, y apasionado por las personas, más que por las máquinas, se puso a la cabeza de un equipo que logró poner en el mercado centenares de aplicaciones que el público descargaba masivamente. En poco tiempo, 250 apps y 10.000.000 de descargas avalaron su éxito. Pero para Álex eso no era suficiente. Sentía cierto vacío a medida que la compañía se expandía por España y por Silicon Valley y comenzó a trabajar proactivamente con los empleados para conocer realmente su grado de confort en la empresa. El esfuerzo se vio recompensado: en 2011 y 2012 fue reconocida como la PYME española con mejor ambiente de trabajo, según la encuesta de la consultora “Great Place to Work”.
 
Finalmente Alex decidió cambiar de aires, montando su propia aplicación para medir y promover la felicidad de cualquier empresa. De ahí su “Happy Force”.
 

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