“Cada día me miro en el espejo y me pregunto: «Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?». Si la respuesta es «No» durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo”. De esta manera se enfrenta Steve Jobs al cambio y es que, es innegable que el mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa y los líderes de las organizaciones, como no podía ser de otra manera, se están mirando al espejo y lo están haciendo a su vez.
Una transformación que en ocasiones puede generar vértigo y que, sobre todo, requiere de un nuevo modelo de liderazgo eficaz, transformador y humano. En este nuevo paradigma, el clásico concepto de líder como gestor distante e inaccesible queda cada vez más obsoleto, los noes frente al espejo están dando paso a una nueva figura que, más allá de ser el cerebro de la organización, pasa a comportarse como un organismo completo, autoconsciente, emocional y comunicativo. Un líder que es al mismo tiempo el cerebro, las manos, el corazón y el alma de su organización.
Así lo revelaron Gonzalo Rossi, CEO de Whalecom, y Diana Salazar, vicepresidenta de Talento en Pragma, durante la EAE On Session ‘Tendencias en liderazgo corporativo’.
1- El líder, cerebro de un organismo vivo.
Así como nuestro cerebro coordina y comunica al resto de los órganos toda la actividad de nuestro cuerpo, el líder se ha convertido en el principal órgano no solo de gestión, sino también de comunicación de la estrategia y el propósito de toda la organización.
Cuando se crea y desarrolla un negocio partimos de una idea, de un propósito que a su vez dan paso a una estrategia para llevarlos adelante. Sin embargo, sin una estructura gestionada y alineada para que todos los que forman parte de ella vayan en la misma dirección, no se llega a esa meta.
Por ello es fundamental que líderes y propósito estén alineados. Las organizaciones no son otra cosa que las personas que las componen y cada una de ellas debe tener un modelo de liderazgo claro que haga funcionar a los equipos.
2- La boca y los oídos de la organización.
Otro de los cambios asociados a los nuevos tiempos es el fin de aquel líder distante que incluso desconocía el nombre de los miembros de su equipo. Ahora el verdadero líder se convierte en la boca y los oídos de su organización, desarrollando una conversación constante, compartiendo, escuchando a los demás y “leyendo” lo que sucede en su entorno.
La calidad de esa conversación, la nueva intimidad que se crea en las organizaciones y la forma en la que el líder genera, captura y difunde estos mensajes, obtenidos a través de la conversación, son aspectos fundamentales para afrontar los nuevos retos que surgen día a día.
3- Liderazgo con alma.
Seguro que todos hemos oído, o dicho, alguna vez la frase “los problemas personales se deben quedar fuera del trabajo”, como si nuestro yo trabajador y nuestro yo personal fueran conceptos completamente distintos. Hoy en día este pensamiento está desapareciendo gracias a que el liderazgo está cada vez más vinculado a la intimidad, a nuestro yo interior.
Aunque el concepto de intimidad es diferente según el grado de colectivismo o individualismo de cada sociedad, los modelos de liderazgo patriarcales están dejando paso cada vez más a un nuevo paradigma en el que el entendimiento de uno mismo y del otro es fundamental. Y esto es así porque la misión del líder es generar una influencia positiva para maximizar la capacidad del individuo y de los equipos y, esto no es posible si no entiende qué necesita el otro, en qué momento se encuentra o cuál es su vida. No existe esa división de lo que somos en el trabajo y en casa, somos el mismo ser siempre.
Y para alcanzar este entendimiento de los demás, la intimidad debe partir del líder mismo, del entendimiento y reflexión sobre su estado interno. Solo mediante su propia transformación constante podrá ayudar a la de los demás, creando un liderazgo transformacional que esté siempre al servicio de los otros.
4- El corazón que hace latir la organización.
Aunque suene paradójico, la época actual, condicionada absolutamente por la automatización y la tecnología, está poniendo de nuevo en primer plano las emociones. Y los líderes no son ajenos a ello: de nada sirve que sean capaces de gestionar eficazmente si no cuentan con la inteligencia emocional suficiente para conocer y comprender, a sí mismos y a los demás. Tras muchos años ocultando las emociones para evitar parecer débiles, éstas no solo se muestran, sino que toman el protagonismo.
Si no entendemos nuestros propios sentimientos no seremos capaces de ayudar a los demás ni de ejercer un liderazgo a través del cual desarrollemos una influencia positiva y consciente. En resumen, si no comprendemos lo que sentimos no seremos capaces de gestionar las emociones de los demás; si no sabemos cómo nuestros actos impactan en nuestro equipo no seremos capaces de liderar eficientemente. El liderazgo ya no es algo singular, es una tarea colectiva para generar valor por encima de los esperado.
5- El líder como generador de movimiento.
Así como el cerebro coordina el movimiento del resto del cuerpo, el líder es hoy en día el motor del cambio dentro de la cultura de las organizaciones y de las personas que las componen. En un entorno en el que los cambios se suceden cada vez más rápidamente, el líder actúa como anfitrión de lo que tiene que ocurrir dentro de la organización, proponiendo y poniendo en marcha nuevas formas de enfrentar los desafíos.
Por ello, el líder se sitúa como correa transmisora a través de la cual todos los miembros de la organización pueden llegar a cuestionar sus creencias y a experimentar con nuevas formas de liderazgo colectivo que les implican y retan todos los días. Una labor que no se lleva a cabo en un solo día: el líder es responsable de poner los cimientos de esos cambios culturales, de esa dinamización de procesos mediante una reflexión y conversación constantes. Solo así logrará expandir esos hilos invisibles que generan el cambio profundo.
