El lenguaje secreto del referéndum

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 Apagados por fin los últimos ecos del referéndum del nuevo "Estatut" de Catalunya, y constatada una vez más, la evidencia de que mientras la victoria tiene mil padres, la derrota es huérfana, resulta curioso analizar cómo las distintas formaciones políticas han utilizado su campaña para filtrar, de forma consciente o inconsciente, mensajes que pueden ofrecer distintas interpretaciones. 

 
El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), por ejemplo, ha basado toda su campaña en sólo los dos adverbios para formular frases distintas: “Sí: gana Catalunya”; “No: gana el PP”. El “Sí” se utiliza como lo que es: activo, audaz, como el rojo, matiz que lo ha envuelto en esta campaña. Color del partido y color de fuerza vital, de energía, de virilidad, de actividad, pero también el color de la guerra. Para los chinos, el de la buena suerte. El “No”, en cambio, lo han envuelto de un color negro, tonalidad que indica falta de actividad, negatividad y que en Occidente, es sinónimo de muerte, de penas, de inframundo. Para los hindúes, es el color de la diosa destructora, la que sin duda atenazaría al PSC si hubiese ganado el “No”. 
 
El Partido Popular (PP), en cambio, se ha desmarcado de la clara disyuntiva de los socialistas y ha apelado a la razón para que sus votantes tomen sus propias decisiones. Por ello, sus logos de campaña han remarcado a este imperativo de segunda persona del singular que resulta difícil de demostrar: “Piensa”. “Piensa en Catalunya”, “Piensa en la convivencia”, “Piensa en la libertad”, han dicho. Y lo han apoyado con una frase que refuerza la ideología conservadora del partido: “Nou no vol dir millor” (“Nuevo no quiere decir mejor”). Al dirigirse al intelecto del votante no han utilizado imágenes, pero sí un color: el azul, un color que curiosamente está ligado simbólicamente al intelecto. De ahí este “piensa”. Pero también es un color ligado a la paz y a la contemplación, algo de lo que, sin duda, sus rivales políticos no estarán muy de acuerdo.
Si el Partido Popular ha apelado a la razón, Convergencia i Unió (CIU) lo ha hecho directamente al corazón, al sentimiento de nostalgia que produce el comparar objetos cotidianos del año 1979, cuando se aprobó el primer “Estatut”, con los actuales. Un billete de cien pesetas con la pétrea efigie de Manuel de Falla, un teléfono con la ruedecita ideal para romper uñas largas, un 600 que un día fue el orgullo de la familia de clase media, o una desvencijada máquina de escribir, han sido algunos de los elementos utilizados. Por suerte, no han mostrado un piso. Corre por internet un texto comparativo que dice que, precisamente, en 1979 un piso medio costaba medio millón de pesetas y se podía adquirir por 14 mensualidades de un peón de obra que cobrase 38.000 pesetas al mes. Hoy, casi treinta años después, una vivienda modesta cuesta 175 mensualidades de alguien que cobre 1.200 euros mensuales. Si es error pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, agradecemos a los publicistas de CIU que no pusieran un piso entre estos objetos. 
 
Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha utilizado un “Ara toca no”, con claras reminiscencias <i>pujolianas</i>. Entre los colores utilizados en su campaña hay una especie de amarillo que también podría ser dorado. Los enemigos de Esquerra pensarán que sin duda es amarillo, el color de la traición y la deslealtad, que en Occidente se ha utilizado también para simbolizar la enfermedad y la cuarentena. Para sus simpatizantes será sin duda el dorado, que para los hindúes es símbolo de la verdad y para los griegos el símbolo de la razón y la inmortalidad (o quizá el ansia de perpetuidad en el poder).  
 
Finalmente, Iniciativa els Verds (ICV) ha utilizado la franja roja sobre un fondo verde, el único color que se menciona explícitamente en un partido político. Naturalmente, el verde es el símbolo de la naturaleza, pero también de la esperanza, quizá para intentar conseguir más representación en el Parlament de Catalunya. El verde es también el color de los celos, y así lo escribe Shakespeare en su Otelo: <i>“¡Oh, mi señor, cuidado con los celos! Es el monstruo de ojos verdes, que se divierte con la vianda que le nutre”</i>, ¿Padecerán quizá los celos a causa de sus socios de <i>Govern</i>? 
 
No sé si en plena fiebre de códigos secretos, conspiraciones milenarias y tramas de poder, los partidos políticos se han planteado todo lo que pueden llegar a expresar los colores que utilizan. Aunque visto, lo visto, creo que lo tienen más que estudiado.
 

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