¿Cuál es el punto de equilibrio ideal entre competencia y regulación?

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El nuevo libro del profesor Xavier Vives propone soluciones a la fragilidad de la banca
 
Piense en la siguiente imagen: un tablón con un punto de apoyo en medio sostiene cuatro huchas pequeñas con forma de cerdito en un extremo y otra grande en el otro. El tablón se inclina ligeramente bajo el peso de la hucha más grande, pero sin que se llegue a romper el equilibrio, por lo que ninguna de los cerditos se cae ni se rompe.
 
Se trata de una metáfora del porqué es necesario un reequilibrio continuo que mantenga intactos los bancos frágiles. Esta es la idea que subyace enCompetition and Stability in Banking (publicado por la editorial académica Princeton University Press), el nuevo libro del profesor de Economía y Dirección financiera Xavier Vives. En él, el autor se posiciona firmemente a favor de una política de competencia en el sector bancario que fomente el crecimiento, cuidadosamente coordinada con regulaciones prudenciales que garanticen la estabilidad.
 
Vives quiere contribuir así a paliar la incertidumbre política que todavía intimida a la banca. Han pasado varios años desde la crisis financiera mundial de 2007-2009, sí, pero surgen nuevas amenazas, como el brexit, las tecnofinanzas, el sistema financiero en la sombra o las promesas de promover leyes que acaben con los grandes bancos por parte de los candidatos presidenciales en Estados Unidos.

El péndulo de la regulación
 
Durante las décadas que siguieron a la Gran Depresión, la banca estuvo estrechamente controlada. El sistema logró alcanzar la estabilidad a mediados del siglo XX, pero los férreos controles también llevaron a la complacencia, la ineficiencia, una altas barreras de entrada e incluso la colusión en la industria financiera.
 
Con la desregulación y la liberalización iniciadas en los setenta, la industria empezó a mejorar. La competencia animó la innovación y la eficiencia, con lo que se estimuló el crecimiento. Pero también llegó la inestabilidad, con una serie de crisis bancarias que culminaron en la de 2007-2009.
 
Desde entonces se han producido nuevas reformas. Hoy en día, los reguladores aún tratan de extraer lecciones de la crisis y encaminar el sector hacia un futuro más próspero y estable.
 
A partir de sus trabajos anteriores sobre el tema, Vives sostiene en poco menos de 300 páginas que la sociedad saldrá beneficiada si en la banca se combinan competencia y regulación. La clave es que las regulaciones del sector deben adaptarse a las condiciones del mercado en cada momento para mantener el equilibrio entre competencia y estabilidad.
 
Hacia el equilibrio
 
"La competencia no es responsable de la fragilidad de la banca", escribe el autor, y señala que incluso un banco que ostente el monopolio puede ser víctima del pánico de los consumidores. Por ello, defiende la necesidad de abordar la cuestión de la fragilidad. Y aunque la regulación nunca es perfecta, puede ayudar a alcanzar el equilibrio entre competencia y estabilidad.
 
El libro concluye con un sucinto resumen de los hallazgos de Vives y de sus implicaciones políticas. El autor encuentra pruebas fehacientes de que "la competencia en el sector bancario es buena para la sociedad, siempre que la regulación y la supervisión sean adecuadas".
 
Su mayor contribución es la de ofrecer evidencias y proponer medidas para hacer compatibles competencia y regulación. En la práctica, Vives sostiene que las políticas de competencia y regulación bancaria deben llevarse a cabo (y ser supervisadas) por dos agencias separadas con misiones distintas. Aplicar estas políticas será la tarea de los reguladores inteligentes en el futuro.

 

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