David Escamilla

Periodista, escritor y músico

Apasionado del trabajo

“Se dice que hay que gestionar el estrés. Yo prefiero ningunearlo”



El polifacético David Escamilla equipara la comunicación empresarial a la artesanía

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A David Escamilla lo escuchamos en la radio todas las semanas reuniendo a un creciente número de mentes inquietas. Él mismo es una de ellas. Polifacético autor de libros (más de 45 títulos), cantante y compositor multilingüe, comunicador radiofónico y además consultor de comunicación. Para nosotros es un placer escucharle y conocer de qué manera gestiona el tiempo para que le cunda tanto. Y, sobre todo, para no consumirse en el intento.
(Editado en catalán)

«La actividad profesional no puede ser un infierno al que se acude cada día, ni el hogar un hospital donde curar las heridas. Hay que ser felices en el trabajo»
 
«Me gusta la rotación profesional en mi sector. Los retos son constantes. Es la mentalidad del siglo XXI»
 
«Llevo un montón de proyectos, pero siempre me tomo el tiempo para llegar cinco minutos antes a una reunión o para tomarme un café mirando al horizonte. Tiene un punto de “mindfulness”
 
«Opino que hay dos tipos de personas: las que tienen miedo a la incertidumbre y las que abrazan lo imprevisto»
 
«Para mí la comunicación empresarial es algo artesanal. Si la mecanizas y la estandarizas, seguramente puedes ganar en volumen, pero se pierde precisión y la comunicación se desafina»
 
«Pongo algunos filtros para no vivir en una situación de constantes llamadas y peticiones de los clientes: delego en mi equipo»
 
«Me gusta decir que tengo la cabeza en las nubes, pero los pies en el suelo. Que es como decir que además del punto artístico y creativo me gusta ser pragmático»
Usted dirige una agencia denominada Strategics 360. ¿Qué perfiles profesionales ha logrado atraer a ella? 
Trato de reunir a personas similares a mí. Y eso, en mi caso, quiere decir atraer a personas heterogéneas, expertas e inquietas. Profesionales con la mente abierta capaces de asumir nuevos retos en cualquier momento y sin miedo. 
 
En su sector hay mucha rotación profesional. O, por lo menos, así ha sido tradicionalmente.
Muchísima. Cada vez hay más rotación. Y eso me gusta. Lo normal sería decir que es bueno que alguien se quede quietecito en una empresa durante muchos años. Pero eso es la mentalidad del siglo XX. Estamos en el XXI. Los retos son constantes, la velocidad es grande y aunque parezca imposible, es necesario mantener cierta serenidad en entornos de velocidad elevada. 
 
¿Cómo es eso posible?
Yo llevo un montón de proyectos, pero los elaboro muy lentamente. Me tomo el tiempo para llegar cinco minutos antes a una reunión, para tomar café mirando al horizonte. Tiene un punto de “mindfulness” y de filosofía oriental que practico habitualmente. Eso genera una productividad muy alta. Aunque hay algo que no me gusta nada y es el estrés.
 
Eso sí que lo entiendo.
Hemos aceptado que el mundo del siglo XXI es un mundo donde el estrés es constante y que debemos gestionarlo. Yo no creo en eso. Pienso que debemos expulsar el estrés de nuestras vidas, que podemos evitarlo… Yo ninguneo al estrés. 
 
Pero el estrés es un hecho cierto. Y puede acarrear enfermedades.
Claro que es así. Y podemos aceptar que el estrés existe en momentos puntuales. Pero lo que no acepto es que un factor tan negativo sea nuestro pan de cada día. Yo creo que nuestro pan de cada día ha de ser saludable física, anímica y espiritualmente. Hay que llevar una vida sana, agradable y feliz. Y considerar al estrés como una sombra negativa que hay que alejar. No podemos aceptarlo, sino expulsarlo. Yo hago muchas cosas y sin embargo me siento muy sereno.
 
Dicho así, tiene todo el sentido. Pero hay personas que se estresan sólo con pensar en la incertidumbre.
Opino que hay dos tipos de personas: las que tienen miedo a la incertidumbre y las que abrazan lo imprevisto. Creo que la vida es misteriosa e inclasificable por definición y es bueno abrazar ese milagro. Tratar de delimitar la vida y encajonarla es algo imposible y además es una causa de sufrimiento. Yo trato de disfrutar de ella.
 
¡Una idea valiente! Admiro esa manera de pensar.
En mi opinión, asumir un reto y un imprevisto es demostrarme a mí y a los que me rodean que estoy vivo. Hemos venido al mundo a ser felices y a generar felicidad. 
 
Mañana mismo acompañaré a un amigo mío, Jaume Gurb, el CEO de Infojobs, a presentar su libro “Diseñando el futuro”, en el que además he escrito un capítulo. Hablaremos sobre la felicidad en el trabajo. Jaume y yo creemos que hay que ser felices en el trabajo, que la actividad profesional no puede ser un infierno al que se acude cada día, ni el hogar un hospital donde se curen las heridas. El trabajo es un lugar donde cada cual pueda ser uno mismo. No puede suceder lo del Dr. Jeckill y Mister Hyde. No puede haber tal disociación sin llegar a la esquizofrenia. 
 
Para usted la comunicación empresarial es una cuestión de coherencia…
Si una marca comercial dice que quiere ser próxima ante su público, lo importante es que lo sea, más allá de que lo comunique. Trabajo con diversas marcas importantes en el ámbito del branding para que, haciendo, puedan desarrollar sus valores.
 
¿Hasta qué punto guía usted personalmente a sus clientes cuando le piden consejo?
Para mí la comunicación empresarial es algo artesanal. Si la mecanizas y la estandarizas, seguramente puedes ganar en volumen, pero se pierde precisión y la comunicación se desafina. Nuestra cultura se mueve en el paradigma de lo cuantitativo y creo que debemos ir más hacia lo cualitativo. El ser humano es más cualitativo. Y pienso que el cliente queda más satisfecho cuando eres capaz de hacerle un traje a medida, con una aproximación mucho más personalizada a sus necesidades.
También tiene todo el sentido. Sin embargo, esa actividad tan personalizada tal vez conlleva el riesgo de que los clientes le absorban completamente…
La verdad es que pongo algunos filtros para no vivir en una situación de constantes llamadas y peticiones. Tengo un equipo en el que delego. Es abierto, multidisciplinar y con ganas de recibir retos. Yo hago como los rompe-hielos: realizo las primeras reuniones, capturo la esencia de lo que hay que hacer y a partir de aquí mis colaboradores siguen en el día a día las evoluciones del cliente. Lógicamente, yo siempre estoy disponible para cualquier eventualidad.
 
Le hablo como artesano: hay muchos artistas que dejan las tareas a medias durante mucho tiempo. Pero parece que no es el caso de usted…
Bueno, me gusta decir que tengo la cabeza en las nubes, pero los pies en el suelo. Que es como decir que además del punto artístico y creativo me gusta ser pragmático. Tomo lo mejor de cada ámbito: espontaneidad, conexión de elementos imprevistos y rigor y trabajo. El hecho de haber escrito más de cuarenta libros me ha ayudado mucho a esa disciplina necesaria. Iniciar un proyecto literario con una idea de 3 páginas y completarla con un libro de 300 páginas, escribiendo y reescribiendo cada frase y cada capítulo, me ha aportado una metodología y un rigor que me acompaña en todas las demás actividades.
 
A su despacho habrán llegado todo tipo de clientes empresariales con necesidades diversas. ¿Le parece que ya todo el mundo tiene claro lo importante que es saber comunicar?
Pienso que sí. Los empresarios y emprendedores del siglo XXI tienen muy claro que su actividad es su producto o servicio pero que necesitan de una mirada externa y global, sin complejos y fuera del día a día para acompañarla. El consultor de comunicación puede ofrecérsela y ayudar a la empresa a identificar lo que necesita el mercado antes, incluso, de que el mercado lo sepa. Es cuestión de anticiparse: las empresas deben dar al mercado lo que los clientes necesitan pero también lo que todavía no saben que necesitan. En un mercado competitivo esto te hace ganar puntos ante la competencia.

 

 

Se define como una mente inquieta. Alguien quien en cada momento de su historia personal hace aquello que cree que ha de hacer y que se escucha a sí mismo. Así ha tomado sus decisiones más trascendentales, a pesar de que la opinión de quienes le rodearan le aconsejara no tomarlas o tomar las contrarias. 
 
Hijo de Salvador Escamilla, auténtica leyenda del periodismo y de la comunicación en Cataluña y en España, David pudo decidir no seguir los pasos de su padre. Pero abrazó su herencia y se convirtió en un “Escamilla del siglo XXI” para proseguir con una historia de vocación por la comunicación. Desde hace cinco años dirige un programa en Radio Nacional de España (“Club 21: El club de las mentes inquietas”) en el que ha dado voz a millares de empresarios. También ha publicado libros. Muchos. Más de 45 títulos a lo largo de veinte años, y de registros muy variados: ocho libros de poesía, diversos ensayos, biografías y guías urbanas. La comunicación empresarial, como Relaciones Públicas y comunicador corporativo, es otra de sus vocaciones. 
 
Y llegamos a la excusa de la entrevista: en mayo de 2016 ha publicado su segundo disco, en italiano, y bautizado como “Imparato”, el apellido de su madre.

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