Arancha Algás

Cofundadora de Bóboli

Vocación exportadora

“Queremos crear un ‘mundo Bóboli’ donde el cliente encuentre un mensaje unificado”


Bóboli cierra el 2018 con una facturación de 40 millones y su objetivo es seguir creciendo como empresa

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Hoy visitamos la sede central de Bóboli, en Llinars del Vallès (Barcelona), donde nos recibe Arancha Algás para hablarnos de su empresa familiar, Bóboli, una marca especializada internacionalmente en moda infantil.
“A nuestros padres siempre les gustó salir al exterior, tanto por trabajo como en vacaciones. Para nosotros, como empresa, esta vocación internacional ha sido una clave de éxito”
 
“La marca está en más de 60 países. En el ámbito de la multimarca, tenemos el mismo sistema en España que en el resto de Europa”
 
“El modelo de retail requiere de un seguimiento muy cercano. Lo practicamos en España, con 51 tiendas propias, pero no es nuestra intención exportarlo”
 
“Hoy en día se diría que las webs tradicionales de empresa están acabadas; son más bien portales de relación y de generación de imagen, aparte de venta”
 
“Nuestro sistema de distribución requiere de gente muy especializada. No solo se trata de abrir una página web y hacer fotos bonitas; hay que lograr llegar al consumidor y ofrecerle un buen servicio”
 
“Nos gusta pensar que Bóboli es un lugar donde se puede crecer profesionalmente, y donde la gente dé y reciba”
La de ustedes comenzó siendo una empresa familiar, allá por los años 80. ¿Cómo fueron esos inicios? 
Mi padre provenía de una experiencia industrial previa en Málaga, pero decidió volver aquí y crear otra empresa cuya vocación era puramente industrial y de fabricación. En aquel momento había en Europa muchos clientes que todavía compraban grandes cantidades de producto. Eligió trabajar la felpa, que era un concepto por entonces novedoso, que venía de Estados Unidos. El proyecto de entonces era muy vertical, poco integrado, con muchos procesos subcontratados. Pero pronto España dejó de ser competitiva industrialmente y mi padre vio que fabricando chándales sin marca y sin alma poco iba a hacer en el futuro.
 
Por su parte, mi madre había comenzado un negocio con una socia, con la que había lanzado la marca Bóboli, que buscaba un concepto de ropa deportiva para toda la familia. Ambos proyectos se juntaron.
 
¿Y siguieron produciendo para toda la familia o ya pasaron a la moda infantil?
Bóboli arrancó como una marca basada en los géneros de punto, que se fue centrando en algunas edades concretas y que fue ampliando el surtido. Pero poco a poco se fue concentrando en cubrir las necesidades del público infantil. A día de hoy, es una marca global y reconocida en este ámbito.  
 
¿Siempre tuvieron vocación de internacionalidad?
Nuestro origen era industrial, orientado a la exportación. Los clientes de los inicios eran del norte de Europa. Una vez tuvimos unos productos básicos consolidados, comenzamos a trabajar con clientes locales, como Pryca en su día. Pero nuestra vocación siempre fue exportadora. Mis padres viajaban mucho desde jóvenes, hablan inglés y francés perfectamente y siempre les gustó salir al exterior, tanto por trabajo como para las vacaciones. Para nosotros, como empresa, esta vocación ha sido una clave de éxito.
Y actualmente, ¿en cuántos países se encuentran?
La marca está en más de 60. En el ámbito de la multimarca, tenemos el mismo sistema en España que en el resto de Europa. Ofrecemos diferentes modelos en Asia, en México, e incluso en Australia con el cambio horario y el cambio de temporada (allí es verano cuando aquí es invierno).
 
¿Por qué eligieron un modelo de distribución multimarca?
Dentro de la moda infantil, el multimarca siempre fue un negocio muy fuerte, muy extendido… Ofrece una gran capilaridad que permite llegar a todo un gran mercado en poco tiempo. Además, cuenta con una red muy sólida de agentes y distribuidores. En cambio, el modelo de retail requiere de un seguimiento muy cercano. Lo practicamos en España, con 51 tiendas propias, pero no es nuestra intención exportarlo.
¿Y cómo abordan el mercado online?
Con fuerza. Tenemos claro que el canal online es una oportunidad, tanto para vender como para comunicarnos con nuestros clientes. Hoy en día se diría que las webs tradicionales de empresa están acabadas; son más bien portales de relación y de generación de imagen.  Apostamos por un e-commerce propio en España y en varios países europeos, y también por la unicanalidad, es decir, por herramientas que nos permitan generar una única experiencia tanto en online como en tienda física. Queremos crear un “mundo Bóboli” donde el cliente pueda ver un mensaje unificado. 
 
¿Y cómo se hace eso? Pónganos un ejemplo.
Imagínese que un cliente va una tienda física y le interesa un producto, pero que no encuentra la talla que busca. Entonces, puede ir a la tienda online y hacer que se la envíen a su casa. O que cuando sea socio de Bóboli, lo sea tanto en la tienda virtual como en la física. 
¿Qué peso tienen para ustedes las ventas online?
Todavía pequeño. Sobre un 5%. Pero invertimos en ello, especialmente en personas. Nuestro sistema de distribución requiere de gente muy especializada. No solo se trata de abrir una página web y hacer fotos bonitas; hay que lograr llegar al consumidor y ofrecerle un buen servicio. La ventaja de ser pequeños es que también somos ágiles.
 
¿La agilidad les ayuda a crecer más rápido?
Sí, aunque hemos pasado por diversos cambios de sistema, que han restringido un poco este crecimiento. Nuestro objetivo es seguir creciendo como empresa y que el comercio online se ponga pronto en el 10-15% de la facturación.
 
¿Qué valores y filosofía tiene Bóboli?
Precisamente nos encontramos en un proceso de reformulación de los valores. No tanto porque los que tenemos no sean válidos, sino porque a veces los hemos explicado de manera un tanto abstracta, especialmente ante nuestra gente. Tenemos un compromiso claro con la excelencia, no solo en el producto, sino en los procesos y la atención al cliente. También apostamos por la gente, no solo por los clientes, sino también nuestros colaboradores y todos los que se levantan por la mañana y se esfuerzan por nosotros. Nos gusta pensar que Bóboli es un lugar donde se puede crecer profesionalmente, y donde la gente dé y reciba. Y el trabajo en equipo también importa como valor.
 
Dicho lo cual, ¿cuántas personas componen su estructura?
Somos unas 280 personas. En bloques diferenciados: está la gente de las oficinas, donde encontramos los perfiles de diseño, administración, compras y comercial. Y dentro de esta última tenemos las áreas de e-commerce y de multimarca. Seguidamente está la gente de almacén y control de calidad y, finalmente tenemos a las vendedoras, con su ardua tarea comercial. Trabajamos mucho por todos ellos, para darles las herramientas necesarias para su día a día.
 
Son perfiles cada vez más especializados. ¿Cuesta captar talento?
Tenemos un poco de problema con la ubicación de nuestra empresa. Y es que, hoy en día, la gente joven ya no tiene coche y eso dificulta que lleguen aquí. Los talentos son cada vez más específicos, pero las empresas buscan cosas concretas. Así que más que lidiar con la ausencia de talento, lo que cuesta es encontrar a la persona que tenga los conocimientos precisos que buscas. Estamos comenzando a ofrecer unos horarios más flexibles, que nos permitan conciliar mejor la vida laboral y personal. También consideramos encontrar workplaces remotos donde la gente pueda trabajar con nosotros sin tener que desplazarse.
 
Ustedes se dedican a un mundo tan específico como el de la moda. ¿Sigue siendo el producto el secreto del éxito?
Más bien diría que el producto es una condición sine qua non del mercado, porque actualmente la calidad se da por descontada. Todo el mundo la tiene. Hoy en día hay que hacerlo todo bien: hay que salir al mercado con una buena colección, con un buen precio (asequible, no necesariamente barato) y con un buen servicio. Hay que ser fiables y servir en fecha y con los máximos estándares; la gestión de las operaciones también es un factor clave, tanto en online como en las tiendas. La estructura ha de permitir dar servicio a clientes pequeños y, sobre todo, grandes, dado que tienen metodologías distintas.
 
En su web corporativa plantean que su participación en el salón 080 de moda de Barcelona fue una especie de punto de inflexión en su historia. ¿fue así?
Barcelona es un súper-reclamo a nivel internacional. Cuando presentamos la marca por el mundo, la presentamos como propia de “Barcelona”. Vamos a saltarnos la edición de enero del 080, pero volveremos a estar allí en verano, y es que nos ha servido para estar en una pasarela internacional, presentarnos ante muchos clientes de retail y multimarca y ante la prensa, en un marco muy importante. Valoramos esa feria como una organización impecable y llena de facilidades.
 
¿Cómo son sus números, actualmente?
Acabamos de cerrar el 2018 con una facturación de 40 millones, lo que supone un ligero descenso, tras cinco años consecutivos doblando la facturación. Lo cierto es que se ha producido un reajuste en el mercado nacional, pero somos muy optimistas ante el futuro y nos sentimos con mucha fuerza.
 
Hablemos de ello. ¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
En el multimarca, nuestro objetivo es aumentar la exportación, puesto que hay muchos países en los que ya estamos y donde pensamos que podemos ampliar la estructura y penetrar más en sus mercados, llegando más directamente a los clientes. El caso de México, donde acabamos de abrir una filial, sería un ejemplo de ello. Allí no solo debemos hacer crecer las ventas, sino también consolidar todos los sistemas de operaciones, administración, etcétera. 
 
En el caso de las tiendas propias queremos consolidar lo que tenemos ahora y, más que invertir en nuevas, queremos renovarlas todas. En este sector, si no se renuevan, pueden quedar obsoletas. Además, tenemos la intención de explorar caminos en online y marketplaces.
 
¿El contexto internacional actual les ayudará o les perjudicará?
Sinceramente, hemos pasado por momentos tan difíciles, que nos preocupa más ver cómo mejorar todo lo nuestro que cómo nos afectará el contexto mismo. Hay muchos mercados fuera de España, y dentro de la moda infantil poseemos una marca que la gente quiere, tanto el cliente final como el distribuidor multimarca. Los cuidamos mucho a todos y estamos con gran ilusión. 
 
¿Un deseo para el futuro?
Que olvidemos el 2018 y sigamos con la senda que seguíamos, con un crecimiento importante. Y que las cosas fluyan de forma sencilla.
 
 

 

Arancha Algás, una de las responsables de Bóboli, posee una diplomatura en Comercio Internacional y cuenta que se aficionó desde pequeña a trabajar en el negocio que fundaron sus padres. Particularmente en el retail. Cuando llegó el momento, sus progenitores dieron un paso al lado y pidieron a Arancha y a sus dos hermanas que lideraran la compañía, cosa que asumieron colegiadamente. Nuestra entrevistada se ocupa de la dirección del diseño y producción de una empresa 100% familiar, que tiene presencia en 60 países y cuya marca es tan querida por distribuidores como por clientes finales.

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