Da la sensación que haga un siglo que Donald Trump sea ya Presidente de los Estados Unidos y justo cuando escribo estas líneas, va a acceder a la Casa Blanca. Es por eso que merece la pena esperar unos meses y no aventurar juicios por su actitud pública, prepotente y chulesca. Está claro que el magnate se ha rodeado de acólitos dispuestos a manejar el país como una gran compañía, pero cuando lo que hay son ciudadanos y no accionistas, las cosas no se pueden solventar igual. El hecho de que desde el partido se diga que se van a mantener vigilantes a sus movimientos muestra claramente que Trump no va a poder actuar tan libremente como algunos piensan.
Los refranes son fruto, habitualmente, de la estadística a largo plazo y de la gracia de la expresión popular. He pensado en ello porque con las nevadas inesperadas de los últimos días, muy bien le tendrá que ir a España si hacemos caso del dicho popular “año de nieves, año de bienes”. Claro que, a la hora de comprobar si esto es real o no, no sólo valdrá sondear a los responsables de estaciones de esquí o compañías de agua embotellada, habrá que abrir algo más el encuadre.
De momento, saber que la electricidad sube más de un 30% justo ahora, con la ola de frío y hablando todos de cómo afrontar el problema de la pobreza energética, no ayuda a pensar en positivo. Por mucho que nos argumenten que el precio de la luz es producto de la subasta, o sea de la oferta y la demanda, habrá que ir pensando en encontrar algún remedio para que eso no provoque injusticia social.
Para Alberto Chicote, hasta ahora un personaje que parecía caer bien a todos, lo que se avecina es, eso sí, una pesadilla en…los tribunales. Mientras su reality se pasea sin demasiada repercusión en las audiencias televisivas, ahora un grupo de propietarios quiere llevarlo ante la justicia, por haber manipulado la realidad, hacerles firmar un contrato draconiano y falsear la realidad. Lo cierto es que eso es lo que habitualmente hacen esos programas de la llamada telerrealidad, pero lo que no acabo de entender es que busquen esos restaurantes y sus propietarios cuando recurren al cocinero… si es publicidad, la verdad es que pocas veces la obtienen, más bien aparecen ellos como auténticos inútiles…
