Teodor de Mas Valls

Economista. Autor de "Fer diners" (Hacer dinero)

Economista poliédrico

“Las nuevas generaciones no se quejan. Solo viven y no aspiran a tener hijos, ni piso, ni coche”

Tras el éxito de la edición catalana, "Fer diners" (Hacer dinero) de Teodor de Mas tendrá traducción al español.
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A la vuelta de las vacaciones, las economías familiares necesitan reajustarse para asumir el último trimestre del año. Teodor de Mas publicó Fer diners (Hacer dinero), un libro que, más que enseñar a ser ricos, nos entrena en la tarea de conservar el patrimonio. Hoy hablamos con él.

Además de ser autor y experto en finanzas, ¿cómo se define Ud.?

Me siento un poco poliédrico. Lo digo así porque no hay nada que se me dé bien del todo. De hecho, si hubiera algo que se me diera muy bien no necesitaría dedicarme a tantas cosas. Escribir Fer diners me ha permitido explicar mejor quién soy y explicármelo a mí mismo también.

Hoy en día abundan canales de YouTube, programas de TV y libros para hacerse rico sin esfuerzo. ¿Esos métodos están en su libro?

En ningún caso digo que hacerse rico sea fácil ni rápido. Yo creo que es algo que se puede conseguir con un poco de suerte, esfuerzo y, sobre todo, tiempo.

Hacerse rico es algo que se puede conseguir con un poco de suerte, esfuerzo y, sobre todo, tiempo

¿Cuánto tiempo?

Se necesitan entre ocho y veinte años para liberarse de las obligaciones de trabajar para los demás. Y eso significa que hay que empezar más o menos rápido, cuanto antes mejor.

Si te pones a ello a los 25, tal vez a los 45 puedas estar más o menos libre. Pero nunca lo estarás del todo, porque siempre tendrás algún socio, o clientes, o la pareja o los padres, a quienes tendrás que cuidar. Lo que sí podemos lograr es no tener la obligación de trabajar como personas asalariadas, que es lo que nos castiga.

¿Qué hacía usted a los 16 años?

A mí, con 16 años, me pasó de todo. Pero más o menos aquella fue la época en la que me di cuenta de que la ciudad en la que vivía, Sant Cugat del Vallès, era cada vez más cara y me iba a costar mucho poder vivir en ella. Comencé a plantearme qué cosas podría hacer para lograrlo.

¿Y en qué pensó?

Decidí que iba a ser economista con idiomas. Al menos, con dominio suficiente del inglés, francés y alemán como para poder convencer a la gente.

Por un deseo paterno comencé a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones en la UPC, pero fracasé: ni me gustaba ni se me daba bien. Preferí ser un buen economista antes que un mal ingeniero.

Preferí ser un buen economista antes que un mal ingeniero

¿No le interesó la tecnología?

No mucho. Soy usuario de tecnología, pero bastante escéptico. Creo que me soluciona problemas, pero no me hace feliz. Y en cualquier caso, no soy de los que adoptan la tecnología precozmente. La verdad es que prefiero leer libros o viajar.

¿Le costó mucho estructurar el libro y escribirlo?

Lo cierto es que tenía el libro pensado desde hacía algunos años. Pero me había quedado bloqueado en la estructura, sobre todo a la hora de mezclar anécdotas personales y familiares con enseñanzas prácticas de economía.

Pero una vez encontré una editorial que apostó por el libro (en este caso, Columna), apareció un contrato, unas obligaciones, unas fechas y unos incentivos económicos. Y entonces me costó poco terminarlo. Estructuré el libro en tres meses y lo escribí en nueve más.

¿Hay diferencias entre este libro y los de otros competidores que hablan de finanzas personales?

Al escribir el libro me informé un poco sobre la competencia. Leí el “Padre rico, padre pobre”, de Kiyosaki, y lo encontré malo, la verdad. Pero intenté que no me influenciaran en exceso para evitar ser una copia de los demás.

Lo que cuento en Fer diners (Hacer dinero) puede coincidir o no con lo que digan otras personas. Hablo de presupuestos personales, de ahorro, etcétera, pero siento que ha salido un texto muy fresco e independiente de los que existían. Y creo que eso explica su éxito.

Fer diners ha salido muy fresco e independiente de los libros que existían en este campo. Y creo que eso explica su éxito

Porque ha sido un éxito.

Sí. De hecho, el próximo octubre se presentará la edición en español del libro. La publicará Arpa Editorial y no se trata de una mera traducción, sino que hemos adaptado algunos giros, ejemplos y recursos para que se entiendan tanto en Buenos Aires como en Salamanca.

Los ejemplos, que en la edición en catalán eran muy típicos de la ciudad de Barcelona, ahora pasan a ser de otras ciudades y localizaciones del habla castellana. Así lo puede entender todo el mundo. Y, por cierto, también estamos negociando ediciones en francés y portugués con un par de editoriales francesas. Quizás así me haga rico.

En los últimos años, además de escribir, usted se ha dedicado a hacer de banquero de inversiones. ¿Cree que existen todavía buenas oportunidades de inversión?

Yo creo que en Catalunya y en España, como sucede en Italia o Portugal, tenemos muchas más ideas que dinero. Somos latinos y eso implica que somos muy buenos imaginando proyectos, pero que nos faltan la estructura empresarial, el dinero y los controles financieros que ayudan a estas ideas a salir adelante. En nuestro país el dinero es muy conservador y tradicional y prefiere la inversión en la hostelería, el turismo y la compra de pisos, antes que en la innovación y las startups.

Por otra parte, si me dice que soy banquero, mi mujer se quejaría. Ella se imagina a los banqueros como personas que prestan su propio dinero, pero esto no es así. En la Edad Media, los banqueros eran intermediarios entre la oferta y la demanda de dinero. Y lo que yo hago es poner en contacto a gente con dinero con personas que tienen ideas y lo necesitan para llevarlas a cabo.

Somos latinos y eso implica que somos muy buenos imaginando proyectos, pero que nos faltan la estructura empresarial, el dinero y los controles financieros

A las personas que tienen dinero les deben llover las peticiones.

Estuve tres años trabajando en una empresa de crowdfunding de Barcelona llamada Capital Cell. Fundamentalmente, hacíamos de banqueros de otras empresas, captando dinero para startups dedicadas a la salud y el biotech, que son dos sectores muy interesantes e infrafinanciados. Tras cuarenta meses, trabajé con todo tipo de inversores y me fogueé en más de 50 rondas de financiación. Ayudé a captar 50.000.000 de euros de inversores privados y aprendí mucho.

Hoy en día trabajo por mi cuenta. Y mi principal cliente es un “Venture Studio” llamado Wedid Ventures. Estamos inmersos en una ronda de 4.000.000 de euros, lo cual es una locura, que estamos levantando sin problemas. Llevamos levantados un millón a partir de aportaciones de inversores que aportan 100.000 euros cada uno. Confían tanto en los proyectos como en mí, personalmente.

Tras cuarenta meses, trabajé con todo tipo de inversores y me fogueé en más de 50 rondas de financiación

¿Cómo funciona ese circuito?

WeDid es una especie de mentora, una fábrica de empresas. Lo que hacen es encontrar ideas de negocio, estudiarlas, ver si tienen sentido, construir un equipo para que las materialicen y hacer que esas empresas crezcan durante unos años, ya sea para hacerlas más grandes o para venderlas.

Usted dijo que no es amante de la tecnología. ¿Qué papel tendrá la inteligencia artificial en lo que usted hace para ganarse la vida?

Creo que la inteligencia artificial es inevitable. De hecho, existe desde hace años y ya nos permite hacer un montón de cosas. Lo que sucede es que ahora, desde que nos habla y nos redacta textos, es más evidente. Pero los algoritmos ya trabajan para nosotros desde hace por lo menos 10 años.

Lo que debemos buscar es aquella parcela de actividad en la que las máquinas no nos puedan sustituir. Tal vez las máquinas serán capaces de escribir libros. Pero todavía no pueden escribir buenos libros. Y en el negocio en el que trabajo, lo que busca la gente es confianza. Y eso todavía no lo da la inteligencia artificial. Tal vez llegue ese día. Entonces nos iremos todos a la playa y no tendremos que trabajar.

Debemos buscar aquella parcela de actividad en la que las máquinas no nos puedan sustituir

Hay quien pronostica ese modelo de humanidad lúdica.

Niño Becerra, por ejemplo. Si nos lo propusiéramos podríamos pensar en un nuevo paradigma, en un futuro sin paro. Ahora, desde que hemos dejado de deslocalizar la producción industrial en China y hemos vuelto a abrir fábricas en Europa, nos damos cuenta de que no tenemos suficiente mano de obra.

Quizás la inteligencia artificial pueda aportar trabajo donde las personas sean escasas. Y entonces tal vez deje de ser necesario que trabajemos. La gente podría cobrar una renta mínima de supervivencia y, con cuatro ingresos y un poco de dinero público y privado, podríamos trabajar menos. ¿Para qué tenemos que trabajar 8 horas al día 5 días a la semana?

Desde que hemos dejado de deslocalizar la producción industrial en China y hemos vuelto a abrir fábricas en Europa, nos damos cuenta de que no tenemos suficiente mano de obra

Usted tiene hijos. ¿Piensan sobre el dinero y el trabajo igual que usted?

Entre ellos son muy diferentes. Mi hija mayor, de 23 años, acaba de concluir su grado de Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra. Yo veo que su preocupación por buscar trabajo es cero. Y eso me hace pensar que no hay paro.

Así como la gran preocupación de nuestros padres y abuelos era que buscásemos trabajo y evitáramos el paro, mi hija y sus amigas terminan la carrera y no tienen ninguna necesidad, ni ganas, ni obligación de trabajar. Y si lo hacen es puramente porque quieren ganar el dinero que se van a gastar en viajes, en formarse o en vivir. Pero no tienen ningún plan de hipotecarse, casarse y tener hijos. Creen tan poco en el sistema capitalista que es como si fueran los nuevos hippies.

Los centennials creen tan poco en el sistema capitalista que es como si fueran los nuevos hippies

¿Como en los años 60?

La generación del año 2000 son los centennials. Y les han dado la vuelta a los millennials, que eran unos grandes depresivos y victimizados. Decían “yo no puedo hacer nada. Ayúdame, papá”. Pero las nuevas generaciones no se quejan de nada. Simplemente viven y no aspiran a tener hijos, ni a tener piso, ni coche, ni nada. Solo quieren consumir. Trabajan de manera operativa, para vivir. Esto es lo que se nos viene.

Mi segundo hijo estudia Traducción e Interpretación. Acaba de volver de Lisboa, donde fue a aprender portugués. Le dije que si al volver quería trabajar, pero no sabía en qué, podríamos montar una empresa.

Curioso.

Y el tercero es el único que dice que quiere hacerse rico, a nivel teórico, como yo. Durante la pandemia se obsesionó con hacerse rico en plan americano. Pero creo que lo quiere hacer demasiado rápido. Esto es un proceso de ocho a veinte años, no de dos meses.

Hacerse rico es un proceso de ocho a veinte años, no de dos meses

Un proceso tan largo debe tener sus momentos de subida y de bajada.

Así es. Y no es nada fácil. En nuestro caso, el momento crítico fue entre 2013 y 2015. Fue cuando di el paso de dejar de ser asalariado para convertirme en empresario autónomo. Además, se juntó con un juicio con la empresa que me había despedido y viví dos años de dura batalla por asegurar unos ingresos familiares mínimos.

Pero una vez te acostumbras a trabajar por tu cuenta, te salen unas cuantas canas y dejas de dormir plácidamente, nunca quieres volver a ser asalariado… Ya no quieres ni horarios ni obligaciones con el jefe. Ahora gano menos que antes, pero nadie me dice qué días de vacaciones tengo que hacer. Este mes de agosto empecé las vacaciones sin saber cuántos días estaría descansando, o si trabajaría o no durante el mes.

Una vez te acostumbras a trabajar por tu cuenta, te salen unas cuantas canas y dejas de dormir plácidamente, pero nunca quieres volver a ser asalariado

¿Cree que Fer diners puede cambiar la vida de las personas, si siguen estrictamente sus consejos?

Creo que el libro, como cualquier programa o red social, requiere que cada persona lo adopte como a ella le vaya mejor. Y creo que nadie debe hacerle caso al 100%. Mi objetivo no es el de montar una secta de la que yo sea el gurú. Lo que quise era dar unas ideas y pautas propias para que cada cual las interprete como mejor le convenga.

¿Ganar dinero conlleva también saberlo conservar y hacer que trabaje?

El objetivo número uno del libro no es tanto ganar dinero, sino evitar que tu riqueza disminuya. Si hay inflación, se trata de sacarle un poco más de rédito al dinero que el tipo de inflación. Pero trabajando como asalariado e invirtiendo en activos como pisos o la bolsa de valores, tampoco se puede hacer rico nadie.

La única manera de hacerse rico de verdad es montar una empresa, o lanzar un producto que se venda muy bien. Todo lo más que puedes obtener de otras fuentes es entre un 6% y un 10% de rendimiento. Y eso no te va a hacer rico. Sin embargo, te evitará hacerte pobre.

Nacido y criado en Sant Cugat del Vallès, Teodor de Mas mantiene una relación particular con el dinero. Para él, éste es un medio, no una finalidad de la vida. Lo que hace ricas a las personas es el tiempo de que disponen. A los 16 años descubrió que su ciudad era cada día más cara y que haría lo posible por seguir viviendo en ella. Por este motivo decidió ser un economista “con idiomas” y aprendió inglés, francés y alemán hasta el punto de poder persuadir a sus audiencias multinacionales. Fue mileurista. Ha trabajado como banquero, pero de los que ponen en contacto a personas con dinero con personas que tienen proyectos interesantes, que lo hacen crecer. Quiere ser rico, pero a un ritmo razonable. Publicó el libro “Fer diners”, que recoge una sabiduría familiar acumulada tras muchas generaciones. El éxito de esta obra le ha llevado a adaptar una versión al castellano que aparecerá el próximo octubre.

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