Innovación para salvar el país

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Los Países Bajos apuestan por la I+D sin tapujos, puesto que un país que tiene una parte importante de su territorio bajo el nivel de la mar tiene la obligación de innovar para seguir vivo
 
Últimamente he leído mucho sobre Inteligencia Artificial, sociedad post Covid-19 y otras historias que convergen todas hacia la I+D, convertida en la gran esperanza, el gran aliado y la gran apuesta para salir de la crisis. Se han publicado algunos mapas de Europa que sitúan España y Catalunya en la cola de las inversiones en I+D comparados con países como Alemania o los Países Bajos, que en los últimos años han incrementado significativamente sus inversiones en este campo avanzando hacia un futuro que parece inevitable. Desde hace tres años vivo en los Países Bajos, que se ha convertido en un país tecnológico por excelencia. En el día a día, aprendes a vivir rodeado de apps que te facilitan las gestiones simples, a vivir sin dinero en efectivo, con transferencias bancarias inmediatas a cualquier país de la UE, donde absolutamente todo está pensado para potenciar el uso masivo de la tecnología para comunicarse con cualquier organismo oficial, estatal o con los negocios locales. Un país donde la enseñanza se hace prácticamente sin libros, trabajando con portátiles y desde la nube. Pero, un país donde, a pesar de toda esta tecnología, las personas cuentan mucho y siguen estando en el centro.
 
Las nuevas tecnologías son herramientas que tienen que servir para potenciar el talento humano y no para sustituirlo despidiendo a las personas. Al contrario. Pero todo esto no es «gratis», ni es fruto de una reacción improvisada a una acción inesperada. Es un concepto de país, un modelo de sociedad que se ha empezado a construir hace muchos años puede ser porque hace siglos que está incrustado en el ADN neerlandés. Un país que tiene una parte importante de su territorio bajo el nivel de la mar tiene la obligación de innovar para seguir vivo. Los famosos molinos o los típicos canales son un sofisticado sistema de ingeniería que ha permitido controlar las aguas y al mismo tiempo ha servido por el crecimiento de su ADN comerciante. El país ofrece soluciones tecnológicas para el control del crecimiento de las aguas, la creación de puentes inteligentes que regulan la cohabitación entre la movilidad terrestre y la navegación fluvial. Los más de las soluciones destinadas al entorno natural, y energético, pocos saben que inventaron el microscopio a 1595, el Wi-Fi, TOM-TOM o el Bluetooth, el CD, entre otras cosas y que, cada año, presentan un importante número de patentes mundiales.
 
No es casualidad que en el 2019, los Países Bajos ocuparan el cuarto lugar, después de Suiza, Suecia y los EE.UU., pero por ante Dinamarca, Finlandia, Reino Unido, Irlanda, Alemania, etc. en el Global Index of Innovation (GII), basado en factores como las instituciones, la formación, la capacidad y la sofisticación empresarial. Los Países Bajos también lidera otros índices, como el European Innovation Scoreboard.
 
Este alto nivel de I+D sitúa al país en los primeros lugares de presentación de patentes por millón de habitantes, con una repercusión directa sobre el incremento de la productividad y la competitividad internacional. El 2019, Philips ocupaba el sexto lugar en presentación de patentes de Inteligencia artificial. Pero Philips sólo es una parte. Las ocho grandes multinacionales neerlandesas, Philips, ASML, AkzoNobel, NXP, Shell, DSM, Océ y Unilever. La mayor parte de ellas del sector de la electrónica (Philips u OCE) y del químico (DSM, AkzoNobel) son responsables de casi el 75% del gasto empresarial en I+D y sólo Philips, por ejemplo, es responsable del 20% del gasto privado empresarial en I+D.
 
Pero, I+D, innovar, no es sólo crear productos y presentar patentes. Es un sistema que implica a todo el país. Llegar a estos niveles ni es gratis ni se improvisa. Es una apuesta que necesita tiempo y que generará frutos en una o dos décadas. Quién quiera vendernos lo contrario nos está engañando.
 
Desde hace décadas, este Estado ha hecho una apuesta de país por la innovación, jugando un papel muy activo para generar un entorno atractivo y fácil para ayudar y motivar las empresas a invertir y desarrollar proyectos de innovación. La inversión del Estado en la innovación no sólo es directa a través de ayudas, créditos o facilidades fiscales. Es poner a disposición de las empresas toda una infraestructura que abra la posibilidad a colaborar con universidades e importantes centros de conocimientos como son el ECN y el TNO, que tienen un papel fundamental en el desarrollo de proyectos de innovación publicoprivada en los 9 campos que contemplan el plan estratégico de país: las industrias creativas, el sector de la logística, la industria energética, la de alta tecnología, la industria química, el sector de las ciencias de la vida y la salud, el importante sector del agua, y el sector de la horticultura, agricultura y de la alimentación.

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