Para de aquí a un año y medio, se aventura un cambio importante en las vidas de todos y cada uno de nosotros. Es una variación substancial que afecta transversalmente a la sociedad, de la que nadie puede escaparse y declararse inmune. Y va a suceder.
De entrada, debo decir que del tema de la Reforma Horaria llevo hablando hace tiempo con promotores, detractores, partidarios, sectores económicos, comerciantes, profesores y me he hecho una idea de qué piensan todos. Y me ha venido a la cabeza un ejemplo que escenifica perfectamente la futura aplicación de ese cambio de costumbres: cuando cambiamos de la peseta al euro.
Nadie, por mucho tiempo que haya vivido en un ritmo circadiano más bien noctámbulo, puede decir que no es capaz de adaptarse a una nueva manera de vivir.