Estos días me ha venido a la memoria la confrontación electoral norteamericana entre Nixon y McGovern en 1972. Básicamente, porque al final del Bachillerato, ya se nos consideraba lo bastante formados para entender que lo que se decidiera en Estados Unidos, sí o sí, iba a afectar a lo que ocurría en nuestras vidas.
Ya entonces, parecía que uno tenía que ir con los “azules”, los demócratas, por algún motivo que se nos escapaba. Y la victoria de Nixon nos dejó tocados. Bueno, a él acabo yéndole peor, con el Watergate y su dimisión.
A Donald Trump le han dicho de todo. Misógino, grosero, racista, y a pesar de eso, ha dado la sorpresa y será el 45 Presidente de los Estados Unidos. No sabemos aún si ese Muro que quiere construir es una metáfora para frenar la inmigración ilegal. Tampco sabemos si acabará aplicando aranceles a China para que sus productos “low cost” se equiparen en precio a los hechos en casa. No sabemos si el más odiado de la clase va a cumplir muchas de las cosas que en la campaña ha dicho…
Pero todo lo que ha sucedido, a los observadores, a quienes miramos lo que ocurre con ojos analizadores, nos confirma cosas que ya intuimos desde hace tiempo: las encuestas están para contradecirlas en la realidad, y los apocalípticos se la tragan con patatas.
Digo yo que está mal que en una conversación de gimnasio, ese Trump vaya de fanfarrón misógino, pero a ese tío la gente se lo ha perdonado, y su prole, de varios matrimonios, por cierto, era una piña en la noche madrugada del 8 al 9 de novembre de 2016.
Latinos, mujeres, pero sobre todo, midclass and worker class people han dicho que toca rehacer el espíritu yankee. Llegan años de proteccionismo, de exaltación de la bandera, de la “satar and stripes”, y no nos tenemos que extrañar. Un self made men, que se ha levantado varias veces de una bancarrota personal, inspirador del reality ”El Aprendiz”, multimillonario, les dice a sus compatriotas que van a vivir mejor.
Y Hillary, al lado de Bill, con Barack, al lado de Michelle, se han quedado con un palmo de narices. Y es que, en el fondo, en Estados Unidos odian eso de los linajes monárquicos. Y es un aviso para Michelle Obama, a quien algunos, tras el fracaso de la ex secretaria de Estado, algunos apuntan como la futura primera Presidenta de color (negro) de los Estados Unidos.