Joan Ferrer

Director General de Conservas Ferrer

Tradición conservada

“¿Superalimentos? Me sabría mal perder la escudella catalana. Es sana, nutritiva y riquísima”


Presente en 35 países, Conserves Ferrer espera duplicar su facturación actual en los próximos ejercicios

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Hoy nos entrevistamos con Joan Ferrer, miembro de la familia fundadora de una de las marcas con mayor solera en el campo de las conservas en Catalunya. Tras más de 30 años de gestión del proyecto, nos explica cuáles son sus expectativas a medio y largo plazo. Después de la entrevista, tuvimos el privilegio de poder deleitarnos con sus nuevos productos, durante una comida a la que nos invitó.
 

“Nuestro principal negocio, lo que nos da de comer, es la cocina tradicional. Concretamente, las conservas vegetales y las salsas. Pero nuestra apuesta de cara al futuro es la de crear productos innovadores siempre a partir de una base tradicional, con productos vegetales y sanos”

“Estamos en 35 países. Y ninguno de ellos ha sido fácil: ganarse un mercado requiere mucha inversión, mucho esfuerzo y muchos años de presencia”

“Somos un producto premium a buen precio. Utilizamos unas materias primas naturales y sanas y presentamos una oferta gourmet, pero siempre a un precio muy competitivo con el objetivo de ampliar la base de consumidor”

“El reto actual es la consolidación de nuestra presencia y estar atentos a nuevas oportunidades. Siempre que vemos que un mercado demanda un nuevo producto, tratamos de desarrollarlo lo más rápido posible”

Conservas Ferrer es una de las marcas de referencia en su sector. Se fundó en 1964 y usted mismo lleva 30 años dedicado a ella en exclusiva. ¿Cuántas referencias de productos tiene su catálogo?
Si le digo que doscientas, quizás me quede corto. Así que le diré que más de doscientas. Las elaboramos en tres centros de producción. El que ahora mismo nos acoge, en Santpedor, nos sirve para producir nuestras salsas, cremas y sopas. Tenemos otro centro en Extremadura donde nos ocupamos de las conservas vegetales y todo lo que tiene que ver con las setas. Y en el tercero es donde preparamos todo lo que tiene que ver con la cocina al vacío, que es lo más nuevo que estamos haciendo.

Hablando de lo cual, queríamos preguntarles si son ustedes más conocidos por sus productos tradicionales o por su innovación. ¿A qué dedican más tiempo y recursos?
Nuestro principal negocio, lo que nos da de comer, es la cocina tradicional. Concretamente, las conservas vegetales y las salsas. Pero nuestra apuesta de cara al futuro es la de crear productos innovadores siempre a partir de una base tradicional, con productos vegetales y sanos, que satisfagan a un nuevo tipo de consumidor que se hace cada vez más presente. Queremos desarrollar nuevos productos como los denominados “de quinta gama”, esto son: escudella de galets, sopa con fideos o sopa de pescado con arroz.

Dentro de la línea de cocina al vacío tenemos otras novedades, como el pulpo a la gallega o el trinxat de la Cerdanya. Aquí mismo, en esta planta, tenemos un centro de innovación y desarrollo que cada día está elaborando nuevas recetas. Algunas saldrán adelante y se comercializarán y otras no.

Díganos alguna de las que están preparando ahora mismo.
Estamos trabajando con unos aliolis que tienen sabores y aromas para el mercado internacional. Cítricos, y cosas así.

Precisamente le íbamos a preguntar: ¿cuál es su presencia internacional actualmente?
Estamos en 35 países de todos los continentes, excepto en África. En algunos casos hemos adaptado nuestros productos a sus gustos. En otros casos, no ha sido necesario. Pienso que ninguno de esos mercados es fácil: ganarse un mercado requiere mucha inversión, mucho esfuerzo y muchos años de presencia. Conocer los gustos del país y adaptarse en lo posible. Por ejemplo, no tienen nada que ver los gustos de los americanos con los del norte de Europa. Sus demandas son distintas.

Algo tendrán en común…
Bueno, vemos que todos nos piden productos que tienden a ser cada vez más naturales, más fáciles de consumir y casi siempre premium.

¿Les ayuda a ustedes comercialmente ser una marca considerada como premium?
Digamos que la competición de premium y la de precio suponen dos mercados completamente distintos. Nosotros preferimos decir que somos un producto premium a buen precio. Utilizamos unas materias primas naturales y sanas y presentamos una oferta gourmet, pero siempre a un precio muy competitivo con el objetivo de ampliar la base de consumidores.

¿Por dónde pasan sus objetivos, en cuanto a internacionalización?
Nuestro reto actual es la consolidación de nuestra presencia y estar atentos a nuevas oportunidades. Siempre que vemos que un mercado demanda un nuevo producto, tratamos de desarrollarlo lo más rápido posible. 

¿En esa expansión, les ha ayudado la fama internacional de la cocina catalana y española?
Evidentemente que sí. Estamos en un gran momento en ese sentido.

¿Cómo distribuyen sus productos fuera de España? ¿Cuentan con una red propia o buscan aliados?
Dependiendo del país buscamos distribuidores o intentamos entrar directamente en los supermercados. Es el mismo sistema que utilizamos en España. El consumidor nos encuentra más fácilmente de esta manera. Cuanto más le facilitemos la exposición de nuestro producto al cliente, mejor. Nos vamos adaptando a los modelos de distribución de cada mercado.

En su comunicación corporativa, y en su web particularmente, hacen ustedes mucho hincapié en la trazabilidad. ¿Qué supone para ustedes?
Pues el control de todo el producto, desde el principio de su elaboración hasta que llega al usuario. Llegado el caso, podemos estudiar cualquier producto y averiguar de dónde proviene cada uno de sus ingredientes. En el caso de la seguridad alimentaria es imprescindible. Imagínese si hay un problema: podemos hacer un seguimiento inverso de cada ingrediente, del tarro, de la tapa… Y así localizar el origen del problema hasta neutralizarlo. Ese es uno de nuestros principales compromisos.

Su archiconocida salsa romesco, ¿es de proximidad?
Nosotros ejercitamos tanto como podemos el concepto del kilómetro cero. Aunque a veces es difícil. Le pongo un ejemplo: utilizamos muchos tomates. Pero en Catalunya no somos grandes productores de tomates, así que tenemos que ir a buscarlos a Extremadura. Aquí sí que se produce aceite y almendra, pero al final del año manejamos muchos productos y condimentos que vienen de otras partes. Entendemos que los clientes estén cada vez más concienciados con la idea de proximidad, porque tiene menos costes ambientales, pero también creo que no debemos producir lo que no corresponde a una zona.

Se conocieron episodios de contaminación en verano pasado, por parte de compañías que no hacían bien sus deberes. ¿Cree que la regulación es: suficiente, demasiado laxa o muy exigente?
Yo creo que es bueno que haya una regulación. Lo que pediría es que la regulación fuera la misma para todos los actores. No puede pasar que aquí tengamos una ley distinta a la de otra zona o país. Una regulación excesiva no es buena. Pero, en general, creo que la que tenemos es buena.

Cuando hay un caso como el del verano pasado, con la carne mechada, se genera desconfianza en todo el sector.
Eso es, ciertamente, algo muy malo para las empresas transformadoras. Pero la gente se sigue teniendo que alimentar, de manera que lo que genera es un pánico adicional, porque nadie puede dejar de comer.

Ustedes que estudian la cuestión, ¿hacia dónde van los gustos del consumidor? ¿Qué comeremos y qué no en unos años?
Vamos hacia una comida más saludable y natural. Han aparecido, por ejemplo, los superalimentos. Aunque ya le digo que hay cierta desinformación, o información dirigida. Todo el mundo habla de la chía como si fuera el gran superalimento. Pero nadie diría que las lentejas, las alubias y los garbanzos también lo son. Y es así: lo son. Lo que pasa es que nadie nos informa de ello.

¡Caramba!
Creo que en este país somos unos privilegiados por la variedad de nuestros alimentos y la diversidad de la gastronomía. La cocina mediterránea es igual de sana que la mejor cocina. Y en el futuro me sabría muy mal dejar de comerme una escudella catalana. Es una comida sana, nutritiva y riquísima, además de tradicional. Pero tampoco nos cerramos a probar cosas nuevas. De hecho, aquí ya se come mucha cocina mexicana o japonesa, del mismo modo que hemos logrado que en países lejanos se aprecie nuestra cocina.

¿Han pensado en vender sus productos directamente al usuario final, a través de internet?
No lo estamos contemplando en estos momentos. Nuestro canal natural para llegar al consumidor es el de la distribución. Tal vez en el futuro el mercado evolucione hacia Internet. Si ese fuera el caso, ya nos adaptaríamos.

¿Qué proyectos empresariales tiene a corto plazo?
Los mismos proyectos que hace un par de años: buscar productos para satisfacer al consumidor de manera permanente. Somos así.

¿En qué nivel de facturación se mueven?
El año pasado lo cerramos en torno a 14,5 millones de euros. Este año estaremos algo por encima. Nuestra previsión es de crecer más en los próximos dos ejercicios, con el desarrollo de los productos de quinta gama. Nos gustaría doblar la facturación en 3 ó 4 años más.

 

Como miembro que es de la familia fundadora, el director general de Conserves Ferrer ha respirado desde bien joven el aroma de la emprendeduría que sus ancestros le presentaron. Al terminar sus estudios, hace ya 30 años, se integró en la disciplina de la empresa y no ha desarrollado su actividad en ningún otro lugar. No hay resorte que se le escape. Su compañía, que acaba de cumplir 50 años, se ha caracterizado por estar siempre adaptada a los gustos y productos que demandaba el consumidor. De la conserva vegetal de los inicios, a las celebradas salsas de calçots i aliolis y, ya más recientemente, a los productos de “quinta gama”, es decir, los procesados y parcialmente preparados para su consumo.

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