Sara Serantes

Fundadora de Freshperts

Fresco y transparente

“Sin saberlo, abrimos la primera dark kitchen de Barcelona en 2015” 


El grupo Freshperts es el paraguas de cinco marcas especializadas en comidas frescas, saludables y servidas a domicilio

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La entrevistamos en FeedbackToday en septiembre de 2015 (ver entrevista), cuando hacía solo 4 años que su empresa original, Sushi Fresh, estaba en el mercado y pulverizando récords de crecimiento. Hoy la volvemos a hablar con Sara Serantes, responsable ya de 5 marcas y de una nueva idea que queremos que nos explique.

“Nuestro negocio está en el sector de la comida a domicilio. Una vez que hemos resuelto las cuestiones logísticas y tecnológicas, nos podemos adaptar a los gustos del consumidor”

“La idea de vender sushi por internet parecía lejana. Me preguntaban “¿de verdad alguien te lo va a comprar?”. Era como una burrada”

“Nuestro perfil de consumidores va desde los niños hasta la gente mayor. El sushi está en los supermercados y en todas partes”

“El emprendimiento fue individual, pero gracias a que mi marido tenía un trabajo estable tuve mayor posibilidad de emprender la lucha con bancos y entidades financieras para que creyeran en el proyecto”

“Todo el mundo que decide emprender cree en su proyecto, pero hay muchas barreras y problemas por el camino. Es cuestión de ir solucionando uno por uno, fijarse objetivos y cumplirlos. Perseverar es clave”

“Los trabajadores, muchos de los cuales tienen perfil asiático, al principio eran reticentes a trabajar conmigo por el hecho de ser una mujer”

Desde nuestra entrevista anterior, en 2015, ustedes han crecido muchísimo. ¿Qué ha sucedido en estos años con su proyecto?
Pues que en 2015 contábamos con la marca Sushifresh y que hoy en día ya estamos explotando Sushifresh, Boko, Fish&Greens y Tako Tako y Rainbows. Son cinco marcas, dos de ellas muy jovencitas. Además, tenemos otra a punto de lanzar.

¿Todas esas marcas son de comidas de la denominada ‘nueva tendencia’?
Nuestro negocio está en el sector de la comida a domicilio. Una vez que hemos resuelto las cuestiones logísticas y tecnológicas, nos podemos adaptar a los gustos del consumidor, siempre y cuando el tipo de comida que demande admita ser enviada a domicilio. Ese es un aspecto muy importante. Seguro que hay comidas que estaría muy bien enviar a las casas, pero serían difíciles de transportar sin empeorar el plato.

Recuerdo que la vez anterior nos habló de su viaje, casi iniciático, a Nueva Zelanda en 2009. No sé si le pregunté qué había sucedido para que usted se fuera allá.
Se lo cuento. Antes del viaje yo trabajaba en el departamento de marketing de una compañía. Era el momento más duro de la crisis y, en esa tesitura, decidieron recortar presupuestos. Y la empresa se fue a pique. Tenía 25 años y ganas de aprender y experimentar. Mi marido y yo habíamos hecho un viaje por Australia un par de años antes y Oceanía nos atraía mucho. Así que decidimos aprovechar un contacto que teníamos y nos fuimos para allá. Recorrimos ese país entero. Auckland no nos gustó. Wellington nos enamoró.

El sushi fue su primer producto estrella.
La gastronomía siempre ha sido una pasión para mí. Súmele el hecho que desde bien pequeña mi intención había sido la de montar algo, pero que no había encontrado el “flechazo”. En Nueva Zelanda había mucha población asiática y mucho comercio detallista vendía comida preparada de sushi, pero muy bien hecho. En Barcelona en esa época había solo unos pocos restaurantes japoneses, algunos muy buenos, pero la idea de vender sushi por internet parecía lejana. Me preguntaban “¿de verdad alguien te lo va a comprar?”. Era como una burrada.

Luego salieron muchos imitadores de ustedes.
Sí. El vertical de sushi ha sufrido un incremento total. Hace años que dejó de ser una moda gastronómica para ser algo que se ha establecido aquí. Nuestro perfil de consumidores va desde los niños hasta la gente mayor. Está en los supermercados y en todas partes.

¿Diría que el suyo es un proyecto personal o un emprendimiento de pareja?
La idea surgió en Nueva Zelanda, pero al volver a Barcelona, con 26 años y ganas de montar un negocio de sushi, seguíamos en plena crisis. Las posibilidades de financiación eran mínimas y, además, nos dimos cuenta de que estábamos embarazados. Así que diría que el emprendimiento fue individual, pero gracias a que mi marido tenía un trabajo estable tuve mayor posibilidad de emprender la lucha con bancos y entidades financieras para que creyeran en el proyecto.

En su experiencia emprendedora, ¿qué diría que es lo más importante? ¿Qué consejo le daría a las personas que vienen tras de usted?
Perseverar es la clave. Todo el mundo que decide emprender cree en su proyecto, pero hay muchas barreras y problemas por el camino. Es cuestión de ir solucionando uno por uno, fijarse objetivos y cumplirlos. Diría que no hace falta marcarse objetivos a muy largo plazo: si el primer día de mi proyecto, con todo el trabajo que tenía, me hubiera planteado también los problemas que iba a tener en el quinto año con, por ejemplo, trabajadores, captación de talento o cuestiones legales, etcétera, no habría salido adelante.

¿Tuvo problemas con los trabajadores y la captación de talento?
Los trabajadores, muchos de los cuales tienen perfil asiático, al principio eran reticentes a trabajar conmigo por el hecho de ser una mujer. No querían. Así que le tenía que decir a mi marido que, por favor, viniera a hacer él las entrevistas. Una vez contratado el empleado ya me presentaba.

Caramba. En algún momento, sin embargo, pasa de tener una marca a estas cinco que maneja actualmente. ¿Cuándo se produjo esa explosión?
Boko comenzó en 2015, justo cuando la anterior entrevista. Una vez que Sushifresh había sido lanzada y ya estaba rodada nos encontramos con los conocimientos y la experiencia sobre todo lo logístico y tecnológico, es decir, sobre la operativa. En Nueva Zelanda yo comía curry verde y quería también satisfacer mi gusto por esa gastronomía. Boko nació para eso, y de una manera parecida a Sushifresh, la cual había nacido en la cocina de un hotel.

Un alumbramiento en un hotel siempre es algo glamuroso.
Bueno, Boko nació en un espacio cedido en la cocina de uno de los locales de Sushifresh. Sin ser conscientes de ello, en 2015 abrimos la primera dark kitchen (o restaurante fantasma’) de Barcelona. Ahora es un fenómeno que se ha puesto muy de moda y todo el mundo abre la suya. De haberlo sabido tal vez hubiéramos hecho las cosas de manera distinta.

Lo del “dark” suena muy oscuro.
Bueno, también pensamos que estos espacios no tienen por qué serlo. Al final solo buscamos un espacio donde operar y no queremos impedir que el cliente vea de manera transparente lo que hacemos y cómo lo hacemos.

¿Y tras el sushi y los curris, qué vino?
Abrimos Fish&Greens. Es un concepto pisci-vegano. No es del todo vegano, porque ofrecemos pescado, pero también es cierto que dentro del veganismo hay un movimiento tendiente a introducir producto piscícola.

Cada una de esas marcas sigue su propio camino, con una identidad propia.
Así es. Nosotros trabajamos mucho la recomendación de nuestros propios clientes y, finalmente, es cuestión de tiempo de maduración. Es un crecimiento progresivo y muy sostenido, que no logra pasar del 0 al 100 en poco tiempo. No hacemos grandes inversiones en marketing ni publicidad.

En los años 2018 y 2019, han abierto dos nuevas marcas.
Tako-Tako es comida mejicana, burritos y bowls. Rainbows, por su parte son ensaladas 100% configurables. Contamos con una batería de productos que utilizamos en la mayoría de nuestras marcas y damos la posibilidad de que el cliente se los confeccione al gusto.

Cada vez que sale una de esas nuevas marcas al mercado, ¿cuenta ya con su canal y sus establecimientos o nace siempre dentro del grupo hasta que es capaz de sobrevivir por su cuenta?
Cuando nace un proyecto se abre un espacio de cocina individual para él y que cuenta con un profesional responsable, un jefe de cocina, que nos ayuda con toda la oferta gastronómica, que forma al personal y que dirige los primeros pasos.

¿Cuántas personas trabajan en el grupo, actualmente?
Eran 80, pero como tenemos una parte del reparto externalizada, son unos sesenta largos. Nuestro modelo de negocio, desde el principio era “360”, es decir, nos hacíamos cargo de la producción y del reparto y nos sentimos siempre muy orgullosos de controlar todo el proceso. La razón es que se tiende a descuidar ese momento cuando, realmente, si el cliente nos pide el servicio a través de una web o una app, el reparto es el único contacto físico que tiene con nosotros. No obstante, la llegada de todas las plataformas de reparto ha cambiado el escenario totalmente. Ahora nos cuesta mucho encontrar a repartidores que quieran trabajar asalariados. Nos ocurre todo lo contrario a lo que se dice. Ofrecemos salario, cotización, vacaciones y garantías. Pero la realidad es que no quieren trabajar así. Prefieren ser autónomos y la ley nos dificulta o impide hacerlo, porque es un riesgo que no podemos asumir y, además, no estamos de acuerdo con ello.

Tiene ya todas estas marcas. Finalmente lanza otra.
Tras cinco marcas en el mercado creemos que el paso natural es el de ofrecerle al usuario una app en la que pueda comprar cualquiera de nuestras marcas y, a su vez, hacer un pedido combinado de cualquiera de ellas. Si en una reunión familiar se encuentran cinco personas, es posible que a mí me apetezca una ensalada, a mis hijos unas quesadillas y a mi marido el sushi. ¿Por qué hacer tres pedidos distintos? Con uno solo en Freshperts, que es la nueva marca, lo tienen solucionado.

Y todo esto, en una app.
Es una aplicación que está en fase “beta” y que publicaremos en Apple Store inminentemente. Pensamos hacer un lanzamiento progresivo: primero entre clientes recurrentes y más adelante al público general.

¿Se mantienen en Catalunya o están pensando en salir a otros lares?
Tenemos ganas de salir. Tras 8 o 9 años dentro del sector creemos que tenemos un sector absolutamente consolidado, con conocimiento de costes y operativa. Estamos viendo diversas ubicaciones para dar ese salto. No estamos considerando la opción de las franquicias y, aunque mantenemos el 100% del negocio en nuestras manos, hemos recibido propuestas de algunos “novios” financieros interesados en el proyecto. En los últimos años el sector está muy caliente en este tema y tenemos muchas propuestas encima de la mesa.

Hablando con usted se nota que le gusta emprender. ¿Le da tiempo a disfrutar de sus hijos?
Estudié marketing y derecho. Uno de los motivos por los que quise emprender es que estar en un despacho de nueve a dos y de cuatro a diez no me gustaba. Finalmente trabajo mucho: paso el día en el despacho y la noche en los locales. Pero tengo flexibilidad para ir a las reuniones y festivales del colegio, y para ir a recogerles todos los días. Agradezco enormemente podérmelo permitir.

 

Poco ha cambiado del perfil que, en su día, publicamos en estas páginas. Sara Serantes es una emprendedora formada en marketing y derecho que, por circunstancias de la vida, se encontró con 25 años y con tiempo y ganas de aprender. Pasó un año en Nueva Zelanda con su marido y descubrió que el sushi bien hecho era aquel “tilín” que buscaba con tanto ahínco para satisfacer su deseo de crear algo propio y hacerlo crecer y que, además, tuviera que ver con la restauración. Eso la llevó a crear Sushifresh, una marca a la que se le añadieron Boko, Fish&Greens, Tako-Tako, Rainbow y, pronto, Freshperts, con su propia aplicación.

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