Mag Lari

Ilusionista

Abracadabrante

“Si tuviera que volver a elegir qué hacer en la vida, optaría por lo mismo: magia”

El Mag Lari combina el éxito de su espectáculo Strafalari con la dirección artística del Mago Pop
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Hoy nos desplazamos a “La Casa dels Àngels”, el sancta sanctorum que el Mag Lari ha creado en Castellserà (Lleida), como un espacio abierto al ilusionismo, la gastronomía y a la figura de Michael Jackson. El propio artista, que viene de estrenar su espectáculo “Strafalari”, nos recibe para hablarnos de magia y emprendimiento.

Usted no estudió para ser mago.

Estudié filología catalana. Pero nunca me dediqué a ella, porque me quise dedicar a hacer magia, que era mi hobby. De hecho, mi familia me decía que siguiera estudiando hasta terminar la carrera y que luego ya decidiría yo mismo a lo que me iba a dedicar. Lo cumplí y me decidí por la magia.

Desde entonces mi interés ha sido llevar la magia a los teatros. También he trabajado en televisión y, actualmente, además de mis propios espectáculos, tengo la Casa dels Àngels y soy el director escénico del Mago Pop.

Estudié filología catalana. Pero nunca me dediqué a ella, porque me quise dedicar a hacer magia, que era mi hobby

Puso en marcha usted una escuela de magia en Barcelona.

Sí. Pero paramos su actividad durante la pandemia y ya no la hemos vuelto a abrir. Mi ilusión era la de enseñar a los jóvenes, dado que cuando comencé, no tuve a nadie que me enseñara. Pero creo que este no es el mejor momento para seguir con el proyecto, porque me gusta que las clases sean muy personalizadas y poderlas dar yo mismo.

Y ahora tengo mucho trabajo. Una vez terminada la pandemia, habíamos abierto la Casa dels Àngels y ya teníamos muchos otros asuntos. Por lo tanto, he pospuesto la reapertura de la escuela.

¿Faltan vocaciones para ser mago?

Con la magia pasan cosas que no pasan en otras artes. Por ejemplo, si tú quieres bailar profesionalmente, tienes muy claro que debes practicar, ir a clases, formarte… Lo mismo pasa con los actores o con quienes quieren dedicarse a la canción. Sin embargo, con la magia noto que los alumnos tienen mucha prisa. Quieren aprender el truco muy rápido, para poder hacerlo ya mismo. Y esa impaciencia es terrible. Además, creo que es generacional, propia de la gente que sube ahora.

Con la magia noto que los alumnos tienen mucha prisa. Quieren aprender el truco muy rápido, para poder hacerlo ya mismo. Y esa impaciencia es terrible

La magia requiere su tiempo.

Cuando yo era pequeño, para poder hacer un truco me tenía que leer un libro entero. Yo solito. Ytodoera muy complicado. Pero cuando lo lograbas, la satisfacción que obtenías era increíble. Ahora la gente lo quiere todo muy inmediatamente. Y estoy un poco triste por ese motivo.

Y también pasa que un mago, por mal que le salga el truco, a poco que sorprenda ya tiene éxito y recibe el aplauso, cosa que no pasa en la canción, por ejemplo. Si un cantante hace un gallo, el público se da cuenta inmediatamente de que no ha cantado bien. En magia, quizás haces un truco sin haberlo practicado, pero ya gusta si logras sorprender al público. Yo soy de los que piensan que la magia necesita vocación, paciencia y perseverancia…

Yo soy de los que piensan que la magia necesita vocación, paciencia y perseverancia…

¿Magia y nuevas tecnologías se llevan bien?

Se llevan fatal. Vivimos en un mundo en el que, como tardes más de dos segundos en demostrar que eres interesante, ya no vales para nada. Y la magia es todo lo contrario. Además, se necesita del contacto con otras personas.

A nivel educativo es muy bonito enseñarlo: al alumno le inculcas que debe tener una relación con el espectador, porque se necesita a otra persona para poder interactuar con ella y sorprenderla. Pero eso, ahora, no está de moda.

Vivimos en un mundo en el que, como tardes más de dos segundos en demostrar que eres interesante, ya no vales para nada

Como mago que ha aparecido en teatros y en TV, ¿en qué medio se encuentra mejor?

En mi experiencia, en la que siempre que he ido a la televisión lo he hecho en calidad de colaborador de programas, el teatro es mucho más agradecido. Cuando iba al programa de Buenafuente, por ejemplo, me encontraba con que aquello era la casa de Buenafuente, no la mía. Y con que el realizador tenía muchas preocupaciones en la cabeza, y que había que vigilar con que la cámara no te estropeara el truco sin querer… Así que lo pasaba mal en TV. Sufría por si el número iba a salir bien o no.

En cambio, en el teatro yo lo controlo todo. Sé cuándo entra y sale la gente. Y es como si vinieran a mi casa. Ensayas el espectáculo y dominas todos los detalles.

¿Le han salido mal muchos números?

Creo que he fallado muy pocos. Pero claro que se falla a veces: todos somos personas y además el material con el que trabajas es físico, de manera que a veces se rompe, o se gasta, o se rompe una bisagra.

Personalmente, creo que se nota mucho cuando el truco sale bien o mal, pero a veces el error parece magia cómica y muchos espectadores no saben distinguir si lo que ha pasado estaba buscado o no… Salir del paso en esas circunstancias es divertido.

Creo que he fallado muy pocos trucos. Pero claro que se falla a veces: todos somos personas

Sus espectáculos tienen bastante de comedia, pero también de seriedad.

Yo comencé interpretando a un personaje cómico. Pero lo hice cuando solo tenía 20 años, porque actuaba en un lugar donde la gente iba a tomar copas y yo necesitaba que estuvieran callados y me prestaran atención. Así que me inventé a un personaje muy bruto. Con los años lo he ido suavizando.

¿Los magos se reúnen entre ellos? ¿Hay sociedades o gremios?

Hay festivales y congresos de magos. Y a veces nos encontramos para ver lo que cada uno va haciendo. Pero, personalmente, no me relaciono mucho con mis demás colegas. No es que tenga mala relación con ellos, pero soy reservado. Hablo con un número muy puntual de magos.

Desde hace unos años, se habla con el Mago Pop, del que es usted su director escénico. ¿Cómo es trabajar con él?

Creo que Antonio es un genio, no solo de la magia, sino de los negocios. Tiene una visión de las cosas que me admira. Él tenía muchas ganas de ir a Broadway, pero no solo eso, sino que quería que su espectáculo fuera el más visto de esa semana. Y lo hizo. Una cosa así no se improvisa: se trabaja desde mucho antes. Se prepara. Y requiere una visión muy clara.

Nos conocemos desde hace muchos años. Yo fui algo así como su mago referente: me venía a ver a los espectáculos. Pero, claro, ahora yo estoy aprendiendo más de él que él de mí. Soy el director escénico de su espectáculo, pero a nivel empresarial me flipa lo que hace: ha comprado un teatro en Barcelona, otro en Branson (Misuri) y si ha triunfado en Broadway, se le abren las puertas para triunfar en los Estados Unidos. Y si triunfa en Estados Unidos, también lo hará en todo el mundo.

Antonio (el Mago Pop) es un genio, no solo de la magia, sino de los negocios. Tiene una visión de las cosas que me admira

Dice usted que el Mago Pop le tuvo a usted de referente. ¿Cuáles eran los referentes del Mag Lari?

Cuando yo empecé estaba Tamariz. A mi me encantaba. También estaba David Copperfield. Son distintos: uno iba de guapo y el otro de feo. Pero ambos tenían un punto maravilloso. Copperfield hacia la magia muy bonita y espectacular. Y Tamariz era un genio de la técnica, de la magia de cerca y del humor. Me hacía reír muchísimo. Creo que cogí un poquito de cada uno de ellos.

¿Un buen mago tiene que ser un emprendedor?

Sí. Este es un negocio en el que sobresalen muy poquitos. Y te tienes que inventar cuál va a ser tu vida. Si eres actor de musicales, sabes que te podrás presentar a castings de espectáculos musicales y durante toda tu vida. Pero en magia, ¿qué haces?

Si creas tu espectáculo de magia, lo tienes que mover tú, y distribuirlo tú, y conseguir el público tú mismo. Así que, en efecto, te toca hacerlo todo…

Este es un negocio en el que sobresalen muy poquitos

Además de mago, usted es escritor y coleccionista… ¿La magia le da para vivir, o tiene que hacer más cosas?

La magia me da para vivir. De hecho, yo estoy muy contento en este sentido y si tuviera que volver a elegir qué hacer en la vida, optaría por lo mismo. De hecho, el coleccionismo, la Casa dels Àngels o la Escola de Màgia son pequeños caprichos que me he podido permitir. Pero mi trabajo, y con lo que me gano la vida, son mis propios espectáculos de magia en directo.

Háblenos de la Casa dels Àngels donde nos encontramos. ¿En qué consiste?

Es un concepto un poco extraño de explicar, que se entiende mucho mejor cuando se visita. Se trata de una construcción antigua, del s. XVI, que me ofrecieron en un momento en el que yo no estaba buscando nada parecido. Pero cuando la vi, me encantó. Y se me ocurrió la idea de convertirla en una casa-experiencia, en la que pasan cosas. Ahora es una mezcla entre túnel del terror, museo de magia y escape-room.

Además, tenemos un restaurante, un pequeño teatro donde hacemos espectáculos de magia y un ala donde está la colección de Michael Jackson. La gente que viene a visitarla puede pasar aquí una mañana o una tarde enteras viendo y viviendo muchas cosas.

La gente que viene a visitar La Casa dels Àngels puede pasar aquí una mañana o una tarde enteras viendo y viviendo muchas cosas

Para terminar, ¿en qué proyectos anda ahora?

Son proyectos conjuntos con el Mago Pop, que todavía no se pueden explicar, pero que sucederán y que le gustarán mucho a la gente, tanto de aquí como de Estados Unidos. Y, por otra parte, tengo un espectáculo nuevo, estrenado hace menos de dos meses, que se titula “Strafalari”, con el que estamos de gira por Catalunya y España.

Josep Maria Lari Vilaplana es un gran ilusionista. Nacido en Barcelona, adoptó el nombre artístico de Mag Lari. Se formó en filología catalana, a pesar de no haber ejercido como lingüista. A mediados de los años 90 comenzó a dedicarse profesionalmente al ilusionismo y la magia, cultivando una afición que le venía desde la infancia, alimentada por grandes magos como Juan Tamariz o David Copperfield, de quienes adoptó algunos giros y recursos, para darles una personalidad nueva, propia y bien diferenciada. El personaje público de Lari es elegante y amante del sarcasmo. Actualmente es el director escénico del Mago Pop y, por tanto, corresponsable de su gran éxito. Además, es acérrimo seguidor e impenitente estudioso de la vida y obra de Michael Jackson, de quien posee una colección de objetos artísticos y personales muy estimable.

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