El impacto del cambio en la cultura de la empresa (1/2)

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Motivación. En los últimos años han surgido distintas tendencias empresariales que se han ocupado de desarrollar elementos para un mayor provecho del ámbito de trabajo del individuo más allá de su compensación económica. Recientes estudios demuestran que el dinero ya no tiene por qué ser el motor principal para el trabajo. Admitiendo su importancia, puede haber otros factores y resulta evidente que la gestión personalizada en las relaciones laborales es imprescindible, especialmente en lo que llamaríamos la motivación. Esta estimulación, que genera un compromiso entre personas y empresas, es hoy en día algo ansiado no sólo por los  líderes sino también por el trabajador común. Un buen ambiente de trabajo, la posibilidad de autogestionarse y superarse –con la correspondiente carga de autorresponsabilidad- han sobrepasado la mera consideración de la remuneración que el cargo lleva implícita.

Cambio de actitud. La actual crisis ha sido en este sentido un detonante, un despertador, para revelarnos la conveniencia de una nueva forma de gestión: hay que reconsiderar la noción del corto plazo en la obtención de resultados y establecer una política que, sin dejar de lado la persecución del lucro –esencia de la actividad empresarial-, refuerce el compromiso con el conocimiento permanente. La formación técnica, elemento indispensable en una buena gestión, se verá enormemente limitada en sus efectos si no va acompañada de una cierta actitud hacia uno mismo, la empresa y el mercado, y de una conducta que implica disciplina, determinación de objetivos y un plan de acción a llevar a cabo con coraje y determinación.

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