Ignacio Landín

Director de Agro de Bazán S.A.

 El albariño, un vino mítico gracias al canto de los poetas

 "Actualmente en España no se hacen vinos regulares o malos, la gran mayoría son buenos"

 "Cuando bajaron la tasa de alcoholemia a 0,4 gramos, se notó un descenso considerable del consumo de vino en los restaurantes"
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 AGRO DE BAZÁN S.A. nació en 1980 de la mano de Manuel Otero Candeira, actual propietario de la empresa, con un claro objetivo: elaborar los más elegantes vinos blancos y recuperar el albariño, vino representativo de las tierras de las Rías Baixas. La finca, se asienta en Tremoedo (Vilanova de Arousa, Pontevedra), en un precioso palacio del siglo XIX, y su modernista bodega, que elabora rosados y tintos, en Requena (Valencia). AGRO DE BAZÁN S.A. elabora y produce tres albariños, que comparten el nombre de Granbazán pero con características muy diferentes: el muy galardonado Granbazán Ámbar, el Granbazán Verde y el Granbazán Limousine.  

 
«La mejor publicidad nos la hacen nuestros clientes»

«No podemos ampliar nuestras exportaciones hasta que no tengamos excedentes.»

«Fuimos pioneros en Galicia en el desarrollo del proceso de maceración en frío del vino blanco, en tener más de una marca o en criar vinos en barrica de roble francés»

«En quince años el mercado ha pasado de una producción de ocho millones de botellas de vino albariño a veintidós millones»

 

 

¿Qué diferencias ha experimentado el sector del vino desde que Vd. entró hasta ahora?

Cuando yo entré, había treinta o cuarenta bodegas para toda la producción, en total unos ocho millones de botellas de vino albariño, que se vendían fácilmente. Hoy en día hay una producción de veintidós millones y es bastante más difícil venderlas. Antes había cuarenta o cincuenta marcas en el mercado y hoy somos más de trescientas. Así que la competencia ha aumentado mucho en estos años.   

 

¿Ha sido difícil, entonces, hacerse un hueco en el mercado?

 

Lo hemos conseguido a base de calidad y modernización. AGRO DE BAZÁN fue pionera en contratar a un equipo técnico-enológico, el mejor que había entonces. También fuimos pioneros en Galicia en el desarrollo del proceso de maceración en frío del vino blanco, en tener más de una marca y en criar vinos en barrica de roble francés. AGRO DE BAZÁN sigue siendo número uno y además fue de los primeros en empezar. 

 

¿España está ganando terreno en el sector del vino blanco respecto a otros países con gran tradición como, por ejemplo, Francia?

 

En el vino blanco no, los franceses siguen mandando. Sí que hemos ganado mucho en exportación, actualmente destinamos un 20% de nuestra producción – unas quinientas mil botellas- al mercado foráneo. Exportamos, sobretodo, a países europeos y a Norteamérica.

 

Muchos productos, como los mediterráneos, se están exportando con éxito al mercado asiático, ¿tienen pensado incidir en este mercado en un futuro próximo?

 

Sí que lo tenemos pensado, pero tenemos un problema, que es nuestro limitado volumen de producción. Si vendemos a esas latitudes, corremos el riesgo de quedarnos sin producción para la distribución nacional. El hecho de estar cinco o seis meses sin vino es arriesgado porque los restaurantes nos pueden llegar a sacar de su carta. Es prioritario atender a nuestros clientes en todo momento y no podemos dejarlos sin vino.

 

¿Se deduce entonces que el problema es la falta de espacio para la producción?

 

En Galicia las fincas son muy pequeñas, es una tierra de minifundios y por ello la producción es limitada. Últimamente se ha plantado más y hemos pasado de ocho a veintidós millones de botellas. Es ahora cuando hemos pensado ir a países asiáticos como Japón o China, que son mercados con una creciente demanda. Es un tema que estamos estudiando porque hasta estos momentos era imposible llevar a cabo. 

 

¿Se han planteado la deslocalización como posible alternativa a ese problema?

 

Es muy difícil, porque la uva albariño es la más cara de Europa, un año incluso se llegó a pagar hasta a seiscientas pesetas el quilo. En Galicia una finca grande llega a tener como mucho treinta hectáreas y son muy escasas, el resto normalmente tiene media o una hectárea. En esa época todo el mundo plantó albariño porque era una uva que se pagaba muy bien. 

 

A diferencia de otras bodegas, AGRO DE BAZÁN nunca llega al mercado hasta casi un año después de la vendimia…

 

Así es, nosotros también fuimos pioneros en eso. Desde AGRO DE BAZÁN reivindicamos una elaboración pausada del vino. El albariño es un vino joven y afrutado y suele salir al mercado entre diciembre y enero. Dejamos que haga la fermentación lentamente y lo sacamos entre junio y julio del siguiente año. Es por eso que lo tenemos casi un año en depósito. Luego, dentro de la misma uva, hacemos dos tipos de vino, en función del proceso y selección de la calidad. Por eso elaboramos un vino de lágrima -Granbazán Ámbar- y otro de prensa -Granbazán Verde-. 

 

¿En qué situación está actualmente la cultura del vino?

 

Está claramente en expansión. Cada vez se hacen más cursos de catas en las vinacotecas y hay más gente joven interesada en el mundo del vino. La cultura vinícola ha evolucionado mucho en España y la gente se ha dado cuenta de que había que invertir más en modernización y en hacer vinos bien elaborados. Actualmente en España no se hacen vinos regulares o malos, la gran mayoría son buenos.  

 

¿Qué acciones de comunicación utilizan para llegar a su público objetivo?

 

Hace ya quince años que estamos en el mercado y estamos entre los tres o cuatro mejores vinos blancos de España, incluso del mundo. Eso nos ayuda a que todos los someliers y la gente entendida del vino nos conozca y no nos cueste demasiado entrar en todos sitios. La publicidad la hacemos para recordar al público que existimos, pero la mejor publicidad nos la hacen nuestros clientes. 

 

¿La competencia, a qué distancia está de Granbazán?

 

Cada vez está más cerca. Hace diez años estábamos más separados del segundo y ahora hay tres o cuatro albariños que estamos más o menos al mismo nivel. Sin embargo, el mejor albariño no existe, el mejor es aquél que más le gusta a cada cliente. 

 

¿No han pensado en romper el tópico de que el albariño sólo se puede tomar con marisco?

 

Un buen vino no tiene porque ir con un marisco, pero no cabe duda que es con lo que mejor casa. A los que nos gusta el cava, como a mí, empezamos con un buen cava y acabamos con vino. Un vino bueno se puede tomar, incluso con una carne, pero con unas buenas verduras también es un buen acompañante. Por eso hacemos vinos con madera, como el Limousine, que puede ir también con caza o incluso con bonito o pez espada, y es albariño. Al ser vinos fermentados en barrica se soportan mejor.   

 

¿Cuál es la relación de una empresa grande de vinos con los someliers? ¿Están muy pendientes de sus críticas?

 

Sí que se les da importancia. Nosotros nunca nos hemos querido presentar a concursos y, aún así, en España nos han nombrado varias veces como el mejor blanco español. En Barcelona nos han dado dos Narices de Oro y dos de Plata, unos premios que entregan los someliers, así que es inevitable estar en contacto con ellos.

 

Actualmente hay mucha polémica con el tema de los controles de alcoholemia, ¿ha afectado de manera negativa a los productores de vinos?

 

Sí, cuando bajaron la tasa de alcoholemia a 0,4 gramos por litro de sangre, se notó un descenso considerable del consumo de vino en los restaurantes porque la gente se controla mucho más si tiene que coger el coche después de una comida o una cena. Los restaurantes que están fuera de la ciudad también lo notaron, ya que los consumidores prefieren ir a uno más cercano a su domicilio o al que puedan llegar en transporte público.

 

 En 1973, Ignacio Landín empieza a trabajar en una empresa del sector agrario, Uteco Orense, como director comercial de ventas. Más tarde, se introduce en el mundo del vino como gerente de la empresa Condes de Albarei, una cooperativa con más de 3500 socios. En 1989 se incorpora a Agro de Bazán S.A. como director, cargo que desempeña en la actualidad. Como muchos otros, Ignacio Landín entra en el mundo del vino de forma casual, él mismo confiesa divertido que "no sabía ni qué diferencia había entre un tinto y un blanco". Lo hizo por estar más cerca de su casa y de los suyos pero no le salió bien, ahora viaja mucho más que antes. Once de los doce meses del año los pasa viajando pero afirma que le encanta y que así puede "disfrutar del buen tiempo".

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