Un Onboarding bien hecho mejora la productividad

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Recibir, cobijar, es un arte, con sus protocolos y sus herramientas. Ya sea en la vida social como en el ámbito del trabajo, donde es una pieza fundamental a la que no siempre dedicamos el esmero que se merece. El proceso de “landing”, en ocasiones, se da por consabido y se espera que el nuevo empleado, una vez firmado el contrato, alcance por sí mismo la velocidad de crucero. Para Esther Sánchez Torres, consultora de Recursos Humanos, es obvio que las empresas no han mostrado durante años un gran interés en ser los mejores anfitriones. “Desde mi experiencia, es uno de los procesos más abandonados y peor gestionados”, dijo al inicio de la charla “Ventajas e impacto del on-boarding process”.

Las cosas claras antes de empezar

El onboarding, de manera a veces transparente, determina muchos factores en torno a la felicidad, productividad y aclimatación del empleado que, por tanto, revierte en la empresa. Es importante que el empleado tenga claro los cometidos y roles que se precisan de él, que deben estar reflejados en su contrato junto con todos sus derechos y beneficios, y que tenga un buen “aterrizaje” los primeros días para poder alcanzar de manera orgánica la deseada “velocidad de crucero”. Desde la mirada del empleado, hay que reducir la ansiedad y la incertidumbre de quien llega a una nueva casa. “El onboarding es uno de los procesos estratégicos del que depende la productividad de los trabajadores durante el período de aclimatación”, añade Esther Sánchez. No se limita solo a hacer sentir cómodo por pura urbanidad al recién llegado.

Para que sea eficiente, el onboarding debe ser cosa de dos: empresa y empleado. Muchas herramientas serán responsabilidad del primero, pero otras dependerán de la buena fe y la iniciativa del trabajador. Es bidireccional.

Reducir la ansiedad psicosocial

“La transición de ingreso a una empresa es un proceso en el que nos enfrentamos a lo desconocido”, explica Esther, algo que genera una alta vulnerabilidad psicosocial, aumentada por la necesidad de agradar y dar la talla desde el primer momento justo en esos primeros días o semanas en el que aún no dominamos el entorno ni las nuevas responsabilidades. Para colmo, estamos siendo sometidos a análisis por parte de compañeros y jefes.

Esta habilidad de la empresa para reducir la vulnerabilidad psicosocial se ve reflejada en el ambiente de trabajo. La compañía debe buscar siempre el mejor clima laboral posible para motivar y cuidar el “employer branding”, sobre todo en un mundo en el que los empleados están en redes sociales y opinan sobre sus lugares de trabajo. Atraer talento depende de una buena imagen de marca desde su base y es algo que cada vez está más presente en todas las empresas.

Acelerar la curva de aprendizaje

Los primeros días en un nuevo trabajo siempre son más una toma de contacto que otra cosa. Pasa bastante tiempo desde este momento hasta que el empleado desarrolla todas sus habilidades a su máximo nivel en la empresa. Acelerar la curva de aprendizaje es, por tanto, necesario para que el empleado aporte el mayor valor posible en el menor tiempo. “El on-boarding no es un proceso fijo para todas las posiciones y perfiles”, señala la ponente.

Para hacer este proceso de onboarding más eficaz y lograr que los empleados se adapten lo antes posible debemos evitar los siguientes errores:

  • Creer que la integración es responsabilidad única de la persona que se incorpora.
  • Que exista una desconexión entre Recursos Humanos y las unidades funcionales.
  • Mantener la actividad ordinaria sin alteración alguna.
  • No integrar la experiencia previa del recién incorporado.
  • No valorar circunstancias relevantes a efectos organizativos.

Por su parte, el trabajador también tienen mucha responsabilidad en este proceso, estos son algunos errores comunes a evitar en los primeros días:

  • Aferrarse solo a lo que uno sabe o hacía en su anterior trabajo.
  • Necesidad de actuar de forma hiperactiva para dejar “sello” y agradar.
  • Intentar hacer demasiado y tomar mucha iniciativa en todas direcciones.
  • Llegar con las respuestas.
  • Ignorar las relaciones horizontales.

El jefe, termómetro de tu futuro

El modo de trabajo de un empleado lo determina, en gran parte, los gustos y costumbres de su superior. Es por eso que resulta de vital importancia conocerlos lo antes posible para poder trabajar de manera óptima con él. Esther nos regala algunos tips para mejorar esta relación laboral desde el principio: hay que evitar en este período inicial ir con problemas en lugar de soluciones, sorprender con cambios inesperados, prometer más de lo que se ofrece y, por supuesto, no distanciarse de él ni esperar que cambie. “La clave de estar a gusto o no en una organización es cómo es tu jefe. Hay que estar con todos los sentidos abiertos para entender cómo es, cómo le gusta trabajar y cuáles son sus señales cuando no está conforme”. No hay que dar nada por sabido, sino preguntar y definir cuanto antes las expectativas y los términos de la relación.

El café no es una tontería

Para los profesionales de RRHH, un buen plan de acogida debe tener en cuenta todas estas cuestiones y apuntar en numerosas direcciones como, por ejemplo, la cultura y los patrones de comportamiento, los valores de la empresa o los rituales, el lenguaje y los símbolos. Este apartado, que puede parecer intrascendente, es muy importante a juicio de Esther, ya sea sobre el dress code o la pausa del café.

Hay que dotar al empleado de las herramientas de trabajo pero también gestionar la comunicación y el feedback para que se “enchufe” a la primera. Destinar recursos al on-boarding, especialmente en grandes compañías que no pueden facilitar el trato cercano de firmas menores, es fundamental para hacer que la bienvenida de un nuevo empleado sea suficientemente satisfactoria y eficiente como para que, en el menor tiempo posible, el recién incorporado pueda aportar todas sus habilidades.

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