Oídos sordos

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En estos últimos quince días han pasado muchas cosas, todas ellas posiblemente dignas de ser destacadas en la columna de Feedback Today, y lo cierto es que he estado tentado de profundizar en las medidas económicas lanzadas por Zapatero, el polémico Prever del automóvil, o las desgravaciones para relanzar el ladrillo, incluso las "contramedidas" que significan, para algunos, el plan de la píldora del día después. Pero no… prefiero referirme a un tema que ha levantado tanta polvareda que no puedo evitar decir lo que pienso. Hablo del abucheo al himno de España en la final de la Copa del Rey y, sobre todo, de lo que conllevó a nivel comunicativo.

Sé de lo que hablo por propia experiencia. En su día, tuve que estar al mando de una transmisión de un evento importante, como muchos de los que me leéis recordareis. Y creo que vale la pena que explique cómo funcionan estas cosas. De entrada, el máximo responsable de una retransmisión, el que decide a donde ir no es el realizador, como he oído estos días, sino el director del área. Situado en un lugar estratégico, es quien da la orden de cambiar de escenario. Tuvo que ser él, el máximo responsable, el que le diera la orden al realizador del partido. Vamos a Bilbao, pasamos a Barcelona, volvemos a Mestalla… una vez el himno y los silbidos y abucheos se apagaron. Errada decisión. No se puede ocultar una parte del espectáculo. El acontecimiento debe contemplarse en imagen y sonido, en su totalidad.

No puedo entender que, a estas alturas, haya quien piense que escondiendo la verdad, esta desaparece. Ha pagado uno los platos rotos. Pasa a menudo. Le llaman cabeza de turco a esa figura. La gente de televisión hemos sentido vergüenza. Y dos veces, porque repetir el himno en el descanso, retocando el audio para minimizar el “follón”, fue ya el summum.NULL

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