Marie Vandendriessche (Esade): “Las políticas de estímulo post COVID-19 serán decisivas para limitar el calentamiento global a 1,5ºC”

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Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo: “Los esfuerzos de los Estados por recuperar sus economías podrían suponer un punto de inflexión para la globalización”

“La actual crisis ha evidenciado, más que nunca, la interconexión entre la economía y las emisiones de CO2. Cumplir con el objetivo de limitar a 1,5 ºC el calentamiento global depende en buena medida de qué orientación tomen las políticas de estímulo que implementen los gobiernos para salir de la recesión causada por la pandemia de la COVID-19”, ha afirmado Marie Vandendriessche, investigadora sénior del Esade Center for Global Economy and Geopolitics (EsadeGeo), durante su intervención en una sesión organizada por Esade, titulada “Gobernanza global en tiempos de pandemia”. De manera similar, Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo y profesor del departamento de Dirección General y Estrategia de Esade, ha señalado que “los esfuerzos de los Estados para reactivar sus economías, el modo y el tiempo en que se desarrollen estas medidas de apoyo al mercado, definirán cómo será el comercio global de aquí a dos o tres años: para países con economías tradicionalmente liberales, podría ser apenas un paréntesis, o podría suponer un punto de inflexión en cómo entendemos la globalización”.

Escenarios para el comercio mundial

Ángel Saz-Carranza ha aportado cuatro escenarios, en base a las variables del control del virus y la recuperación económica, para analizar los distintos caminos que podría tomar el comercio mundial, después de esta pandemia: los escenarios más distanciados entre sí son, por un lado, el que ha llamado coalición –rápida recuperación económica y mayor control del virus–, que “significaría un nuevo impulso para la integración y la descentralización, un escenario donde se reducirían las barreras comerciales y donde, por ejemplo, se podría avanzar en acuerdos sobre fiscalidad digital”, y por otro lado, el de barricada –profunda recesión económica y prolongación de la crisis pandémica–, que “supondría un giro hacia la autarquía, un aumento de aranceles, de barreras al comercio y del proteccionismo”. Entre esos dos escenarios, el de indolencia –difícil recuperación económica, pese a haber controlado el virus– conduciría a “un mundo de bloques regionales, no globales; un retorno a la política industrial, y unas cadenas de suministro y de valor que pasarían a ser regionales”, y finalmente, el desfiladero, que “expresaría una voluntad de integración y una cierta recuperación económica que se encuentra con dificultades, debido a que no se ha alcanzado un control efectivo de la pandemia”. Según sus proyecciones, “en 2023, el porcentaje de participación del comercio en el PIB mundial podría oscilar entre el 52%, en un escenario de barricada, y un 62%, en el escenario de coalición”, ha apuntado Saz-Carranza.

La pandemia y el cambio climático

Por su parte, Marie Vandendriessche ha hablado acerca del impacto de la COVID-19 en el avance de la lucha contra el cambio climático: “según datos de la Agencia Internacional de la Energía, la demanda energética experimentará este año una caída histórica, siete veces mayor que el impacto de la crisis financiera del 2008, mientras que la estimación, en cuanto a las emisiones globales de CO2, es que podrían reducirse en un 8% este año”, algo que, debido a la excepcionalidad de las circunstancias en las que se ha producido esta bajada, “es preocupante ya que da cuenta de la magnitud del esfuerzo que tendríamos que llevar a cabo para cumplir el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París: limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ºC”, ha comentado la investigadora de EsadeGeo: “según un informe de 2019 del PNUMA, a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero caigan un 7,6% cada año hasta 2030, el mundo no sería capaz de cumplir ese objetivo”, ha añadido.

Por otro lado, “el 2020 se presentaba como un año decisivo para la diplomacia climática: para no ir hacia un mundo en que las temperaturas aumentarían por encima de los 3 ºC, los países tenían que entregar nuevos planes, mucho más ambiciosos, de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en la cumbre de Glasgow, que se ha aplazado”, ha comentado la investigadora. “La preparación sigue de manera digital, pero ello tiene consecuencias para el desarrollo de la diplomacia climática, entre otros en cómo se construye la confianza”, ha añadido. Según la experta, dos posibles ventajas de este aplazamiento pueden ser que, “para cuando se celebra la cumbre, prevista para 2021, ya sabremos qué rumbo habrá tomado los EE UU tras las elecciones presidenciales, y, asimismo, la UE en principio habrá confirmado si aumenta sus ambiciones de reducción de emisiones para 2030 del 40% al 50%, o incluso hasta el 55%”, ha indicado la experta.

Vandendriessche ha establecido una comparación entre la lucha contra la pandemia y la lucha contra el cambio climático: “son dos problemas de escala global, ambos presentan un crecimiento no lineal y la ciencia desempeña un rol clave a la hora de desarrollar estrategias de mitigación para contener su expansión y de adaptación a sus efectos; ambos presentan desafíos para la acción colectiva, las soluciones tienen costes elevados y suponen cambios profundos en los modelos productivos; en ambos es fundamental la cooperación internacional, el liderazgo político y el apoyo de la opinión pública”, ha señalado. Sin embargo, también existen diferencias: “en el caso del cambio climático no es posible cerrar las fronteras y el impacto de la acción individual en nuestro entorno no es tan evidente; es más difícil asumir el coste de un problema cuyos efectos sólo veremos en el largo plazo, si bien podría tener consecuencias irreversibles para nuestro planeta”.


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