Ricard Garriga

Director de Younoodle y co-fundador de Menorca Millennials

“Los ‘Millennials’ disfrutan tanto de su trabajo que no distinguen entre vida profesional y vida personal”


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El pasado verano, veinte de los mejores y más prometedores emprendedores de todo el mundo se reunieron en Menorca para disfrutar de un entorno de cooperación en el que poder “des-acelerarse” y enfocar sus proyectos de la mejor manera posible. Eso es el “Menorca Millennials”, una idea que nació de la mano de Ricard Garriga y Marcos Martín, quienes atrajeron a dos docenas de inversores de clase mundial. A caballo entre San Francisco y Barcelona, Ricard es también uno de los principales integrantes de YouNoodle, otro avanzado proyecto de promoción de la emprendeduría. Hoy le pedimos que nos explique qué es lo que se cuece en este ámbito tan puntero.

“A los 25 años me fui a Sillicon Valley, a un ecosistema de personas más jóvenes que yo, apasionadas y que parecían estar completamente locas”
 
“YouNoodle es una red social con una inmensa base de datos. Contamos con 500.000 emprendedores y 22.000 inversores de todo el mundo”
 
“Mi otro proyecto es Menorca Millennials: un hábitat en el que los emprendedores viven en Menorca como si fuera Silicon Valley durante 20 días”
 
“Una ‘start-up’ es un grupo de amigos apasionados que se juntan alrededor de una mesa y que deciden llevar a cabo un proyecto que aporte valor a la sociedad” 
 
“Cualquier proyecto, sea de lo que sea, puede avanzar más rápido, llegar más lejos y más eficientemente gracias a la tecnología. La globalización es el requisito de las ‘start-ups’”
 
“Muchas veces el fundador de un proyecto, que es muy brillante para generar la idea, no lo es para liderar el crecimiento de la empresa. Se requieren habilidades diferentes”
 
“Hay miles de emprendedores que no saben que lo son, pero que luchan todos los días para hacer avanzar sus proyectos y que trabajan para que las cosas sucedan”
Usted que entiende de estas cosas, si le pido que defina en pocas palabras lo que es una “start-up”, ¿qué me diría?
A mí me gusta definir el concepto empleando palabras que tengan que ver con la pasión. Veamos: una “start-up” puede ser, por ejemplo, un grupo de amigos apasionados que se juntan alrededor de una mesa y que deciden llevar a cabo un proyecto que aporte valor a la sociedad…
Interesante…
Las “start-ups” arrancan muchas veces entre amigos, cuando alguno va y dice: “y si montamos tal cosa…”. Pues mire, este “Y si…” nos ayuda a detectar un problema, una necesidad. Y cuando en la misma mesa aparece la solución, también suelen venir las ganas de implementarla… 
Luego hay “start-ups” que salen adelante y otras que no…
Cada “start-up” tiene un precio, un coste de implementación del proyecto que acarrea. Si hay alguien dispuesto a pagarlo, el proyecto saldrá adelante. Si no hay quien lo financie, no vivirá más allá de esa mesa de amigos.
Siempre que se habla de “start-up” aparece vinculada la palabra “tecnología”, como si fueran dos caras de la misma moneda…
Así es. Aunque hay ´”start-ups” cuyo negocio no es propiamente la tecnología. Sin embargo, lo que sí es un requisito para cualquier “start-up” que se precie es la globalización. Y en eso, la tecnología tiene mucho que decir: actualmente cualquier proyecto, sea de lo que sea, puede avanzar más rápido, más lejos y más eficientemente gracias a la tecnología. 
Veamos si lo hemos entendido: las empresas de hoy día arrancan con un grupo de amigos a los que se les enciende una bombilla. Y se aceleran y crecen gracias a inversores… ¿Es este el proceso?
Así es. Las etapas de todos los proyectos empresariales están muy bien definidas. Generalmente, en la fase inicial, encontramos a personas muy brillantes que son capaces de crear cosas magníficas con equipos reducidos. Más adelante, necesitan (y encuentran) a inversores especializados en financiar proyectos en fase incipiente. Invierten, básicamente, porque creen en la viabilidad del proyecto o en la gente que lo ha diseñado. 
Los "Family, friends and fools, ¿verdad?
Verdad. Luego, si el proyecto sigue vivo, aparecen grandes inversores interesados en “acelerarlo” y convertirlo en una empresa más grande y consolidada. Muchas veces el fundador del proyecto, que es muy brillante para generar la idea, no lo es tanto para liderar el crecimiento de la empresa, así que el gran inversor va a querer profesionalizar la gestión del proyecto… Ya ve, son etapas distintas que requieren habilidades diferentes para garantizar la viabilidad…
Me lo pone bien para que hablemos de uno de sus proyectos. Usted figura como dirigente de YouNoodle, una “start-up” de “start-ups” con sede en San Francisco. Cuéntenos esa historia…
A los pocos días de comenzar a trabajar para el 22@ de Barcelona, tuve la gran suerte de que me enviaran a Silicon Valley en un viaje de trabajo. Tenía entonces 25 años y me fui con mi traje y mi corbata a un ecosistema liderado por personas más jóvenes que yo, muy apasionadas y que parecían estar completamente locas… 
Eso se dice de aquella cultura, sí…
Todos mis aprendizajes previos quedaron completamente trastocados cuando trabé amistad con un grupo de aquellos maravillosos “locos” y decidí ayudarles en lo que pude, a mi vuelta a Barcelona. Al principio lo hice durante los fines de semana y en plan voluntario. Pero pronto consiguieron recursos y me hicieron una oferta de trabajo que incluso mi mentor de aquí me recomendó aceptar. Así que me fui a vivir a San Francisco y abandoné el traje y la corbata, claro.
 
Hemos visto la web de YouNoodle y, oiga, no sabemos si se trata de una especie de “Operación Triunfo” del talento empresarial, o de un “Meetic” donde ponen en contacto a inversores con proyectos de negocio…
Esas son unas comparaciones divertidas. En realidad YouNoodle es una red social con una inmensa base de datos. Contamos con unos 500.000 emprendedores que representan a proyectos empresariales de todo el mundo. Igualmente disponemos de una red formada por 22.000 inversores y altos ejecutivos internacionales a los que consideramos “jueces”, porque son capaces de evaluar todos esos proyectos. Nosotros ponemos en contacto a unos con otros para que identifiquen sinergias y se pongan a colaborar. O, si lo prefiere, para que logren un “matching” (se aparejen) y se entiendan a partir de ahí.
Y, para seguir con la analogía de “Meetic”, ¿qué grado de éxito tienen esos ‘matchings’?
Nosotros tenemos como “partners” a corporaciones y a gobiernos y cada uno define sus propios criterios de éxito. Por ejemplo: una gran multinacional como Intel, que es uno de nuestros clientes, quiere conocer exactamente qué se cuece en el sector de los “wearables”, y quiere saber qué “start-ups” están triunfando en ese sector en cada momento. Como usted comprenderá, Intel no se puede permitir que un producto “wearable” esté arrasando en ventas y que no incorpore alguno de sus chips. Pues bien, nosotros proveemos a Intel de un contacto privilegiado con esas “start-ups”. En general, para nuestros clientes, poder contar con un “radar de innovación” abierto al mundo es una estupenda medida de éxito. 
 
Imaginamos que usted debe pasar el día conectado a un ordenador, comunicándose, estudiando, produciendo información… ¿Qué opinan los de su generación acerca de la conciliación de la vida profesional con la vida personal y con el ser feliz?
Ese es un gran punto. Usted habrá oído hablar de la “Generación X” y de la “Generación Y”, que fueron muy populares en los años ‘90 y 2000. Actualmente, existe una denominación para nuestra generación, que es la de “Millennials”. Estas personas se caracterizan porque, al contrario de otras épocas, no distinguen entre la vida laboral y la vida personal. 
¿Ah no?
Verá, antiguamente la gente tenía trabajos con jornadas de ocho horas diarias que, cuando terminaban, daban paso a otra dimensión: la de la vida personal. Muchos estaban deseando que llegara la hora de salir del trabajo para poder disfrutar de la vida… Consideraban a su trabajo como un sacrificio necesario que les permitía existir fuera de la oficina. Pero encerrarse en un lugar que a uno no le gusta, esperando a que llegue la hora de salir, parece una forma aburrida y triste de vivir. ¿No cree?
 
Tal y como lo explica usted, así es…
Los “Millennials” creen que existen multitud de actividades (trabajos) en los que uno puede pasarlo infinitamente bien. Son las cosas que a cada uno le gusta más hacer, y que pueden convertirse en una profesión. Así se explica que haya personas capaces de trabajar quince o veinte horas al día, disfrutando de ello. Para nosotros, la conciliación adecuada entre la vida y el trabajo es esa.
Y ya que saca el tema, aprovecho para preguntarle por su otro proyecto, “Menorca Millennials”, cuya primera edición tuvo lugar en junio pasado… Ustedes lo llaman un ámbito de “des-aceleración”. ¿Nos cuenta la historia?
Claro. En San Francisco recibí el encargo de volver para Barcelona y de liderar la introducción de YouNoodle en Europa al mando de un pequeño equipo. A la primera ocasión que tuve, fui a Menorca de vacaciones y me pasó algo curioso: fui “des-acelerándome” interiormente y me empecé a encontrar muy bien. Lo suficiente como para poder pensar en nuevos modelos de negocio para la empresa americana…
Es que Menorca es mucha Menorca…
Así es. Es un entorno mágico, pero no sólo por las playas y el clima. Sino porque la densidad de personas interesantes por metro cuadrado es directamente increíble y muy poca gente sabe eso. 
 
¿Qué quiere decir con ‘gente interesante’? 
Pues quiere decir que en Menorca tienes la ocasión única de poder tomarte tranquilamente una cerveza con Juan Pi Llorens (el ex vicepresidente mundial de IBM), o con Manel Adell (el ex CEO de Desigual), o con Borja Escalada (fundador de Vector Cuatro), o con Martin Varsavsky, en un entorno alejado del ‘ruido’ mental. Incluso puedes permitirte el lujo de debatir con ellos sobre el mundo empresarial y el éxito profesional. Y de aprender, porque, créame, estas personas saben mucho. 
Ya le creo… ¿Y de ahí a crear Menorca Millennials?  
Pues mire, a mí y a mi socio Marcos Martín, que es vicepresidente de la Asociación Europea de Energías Renovables, nos sucedió algo parecido al mismo tiempo: detectamos todo ese potencial y decidimos que íbamos a crear una “des-aceleradora” en aquel lugar. Una des-aceleradora para que otros emprendedores pudieran disfrutar de un entorno propicio para crear nuevos proyectos… En un primer momento compartimos la idea con personas del nivel de Martín Varsavsky, el propio Juan Pi Llorens y Paco Guijarro…
¿Y qué les dijeron?
¡Pues que era una locura que les encantaba! Así que se lo fuimos contando a otras personas de todo el mundo que también conocían la isla, con la idea de organizar un proyecto que supusiera jugar la “Champions League”. Queríamos atraer talento de todo el mundo. Constituimos una sociedad y nos encontramos enseguida con la ayuda de 23 personas de alto perfil financiero que nos apoyaron desde el primer minuto. Incluso nos fuimos a San Francisco…
 
Otra vez cruzando el ‘Charco’…
Queríamos contrastar si lo que estábamos preparando tenía sentido para la gente de allí. Y, efectivamente, captamos la atención de más socios de peso. Por ejemplo, Di-Ann Eisnor, vice presidenta de Waze (actualmente parte de Google), o Elías Campo, el único español en la alta dirección de WhatsApp…, y Sam Friend, y Dan Hoffman… y de un montón de nombres más, todos muy interesantes y que tienen en común que están enamorados de Menorca. 
 
¿Y entonces?
Lanzamos una convocatoria (un ‘call’) internacional para las mejores “start-ups” de todo el mundo. Nos dirigimos a lo que denominamos como “second time entrepreneurs”, es decir, emprendedores que provienen de una aventura anterior y que por tanto ya cuentan con experiencia. Seleccionamos a los veinte más interesantes de entre los que respondieron a nuestra llamada y les metimos en la isla durante veinte días…
 
En plan “Gran Hermano”… Siga, siga…
Sometimos cada uno de sus proyectos a un proceso de auditoría (una “due dilligence”) durante todo ese tiempo. Y cerramos el ciclo con las inversiones. Es decir, reunimos a esos emprendedores con nuestros socios internacionales, los mismos que antes le dije, y comenzaron a invertir en las “start-ups” que consideraron oportunas. De eso hace solo tres meses, y a día de hoy llevan ya dedicados 1,5 millones. Y la cifra va creciendo… Las veinte empresas ya llevan cosechados 7,5 millones de dólares de otros inversores, desde que terminó “Menorca Millennials” y una de ellas ha sido la primera española en presentarse a los “Oscars” de las empresas tecnológicas.
Y encima atraen a las empresas más prometedoras del mundo difundiendo el nombre de Menorca…
Que conste que pedimos permiso a las autoridades para hacerlo. El proyecto es cien por cien privado, pero nos encanta reportar nuestros progresos periódicamente al gobierno local y éste nos han dado todas las facilidades hasta ahora. No pretendemos crear un Silicon Valley en Menorca, que nadie se lleve a engaño. Pero sí que queremos crear un hábitat, una ‘burbuja’ de 20 días de duración, en la que nuestros asistentes vivan en Menorca como si fuera Silicon Valley… Como si se tratara de un retiro espiritual.
Muy interesante… Oiga: muchos entrevistados nos dicen que para ser emprendedor hay que poseer un gen. ¿Usted qué opina: el emprendedor nace o se hace?
Esa pregunta genera un amplio debate. Para mí, la emprendeduría es una actitud. Una cuestión de pasión, como antes dije. Y no presupone tener que dirigir una empresa. Hay miles de emprendedores que no saben que lo son, pero que luchan todos los días para hacer avanzar sus proyectos y que trabajan para que las cosas sucedan.  
 
Antes de los 30 usted había emprendido en Barcelona y en San Francisco. Sabe que muchas personas de su edad mantenían aquí una actitud de reivindicación por la falta de oportunidades. ¿Qué les diría?
Que todos tenemos derecho a quejarnos. Pero que si la queja no va acompañada de una propuesta de mejora, es inútil. Creo que la mejor actitud es la de no dejar de quejarse, pero solo si es para mejorar las cosas y para aprender de ello. Al respecto me viene a la cabeza lo que me dice siempre Christopher Pommerening, buen amigo y cofundador de Active Venture Partners…
 
¿Qué le dice?
Que si cada uno convierte su vida en una sucesión de minutos, la puede transformar en algo prácticamente ilimitado. Son como unas 700.000 horas. Multiplíquelo por sesenta y verá que son muchos… Y es que cada minuto que pasa cuenta y lo que cuenta no se puede malgastar… Porque sólo tenemos una vida…

 

 

Ricard se formó como Ingeniero de Telecomunicaciones, inicialmente llevado por su pasión por la tecnología. Pero pronto descubrió la vertiente de negocio y se apasionó aún más: conoció a inversores que ponían su dinero en juego en pequeñas “start-ups” prometedoras para acelerarlas, hacerlas crecer y convertirlas en las grandes empresas del mañana. Decidió fundamentar esa pasión cursando un MBA en Barcelona y ampliando conocimientos en Berkeley. Con menos de veinticinco años se fue a California y, aunque ha vuelto en varias ocasiones, no ha dejado de estar allí. Ahora es el director de estrategia de “start-ups” de YouNoodle y el co-fundador de Menorca Millennials, además de asesor de un montón de proyectos, congresos e instituciones rompedoras. Sostiene que el Silicon Valley no es sólo un lugar, sino una actitud que hay que desplegar para aprovechar cada minuto de la vida.

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