LAS ARRUGAS DE LA MADRE TERESA

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Invirtiendo la vida en algo Grande

Nuestro tiempo, como en cualquier época, está lleno de personajes ilustres que han dejado un importante legado en la historia. Ejemplo reciente de ello es el conocido creador de Apple Inc., Steve Jobs. En su biografía autorizada se transmite, entre aspectos excéntricos del personaje, el valor del trabajo bien hecho aprendido de manos del padre del protagonista. Como afirma él mismo, aprendió de manos de su progenitor a cómo hacer las cosas bien hechas “hasta donde no se ve”. A través del simple ejemplo de pintar una valla nos cuenta como aprendió de su padre el valor de la tarea bien realizada y hasta el final.

Como gran genio que era, Esteve Jobs se ha configurado como el icono de la inteligencia bien aplicada al servicio de la tecnología. Sin sacar ni un ápice de mérito a tal hazaña, también han habido otros personajes póstumos que nos han dado un testimonio grande de humanidad y de lo que es vivir por y para los demás.

En este sentido, la Madre Teresa de Calcuta o “mensajera del amor” como la han nombrado algunos, es un claro ejemplo.

“Quizás los grandes personajes de nuestra historia son precisamente aquellos que han descubierto que el sentido del hombre pasa por la proyección hacía el otro y que la propia existencia tiene sentido a partir de la existencia del otro.»

«No somos lo que hereditaria y ambientalmente se ha formado, sino que somos lo que decidimos ser.»

«La persona ha de estar siempre dirigida hacia algo o alguien. Es decir, hacia un sentido que cumplir o hacia otro ser que encontrar. Dicho de otro modo, el propio “yo” necesita del “tú”. Sin el prójimo la persona se realiza de forma inauténtica, tendiendo a aspectos egocéntricos..”

«Cada persona es una novedad porque ha escogido su propio camino«

La Madre Teresa de Calcuta
Su mirada -destacada por muchos- era el reflejo de una serenidad y bondad inabarcables. Sus ojos claros eran emisores de un profundo mensaje, iguales a los de otro personaje ilustre como fue Juan Pablo II. Ambos compartían un afecto y complicidad propia de los que están en una dimensión trascendente, por encima del mundano ruido, pero a la vez con una clara conciencia del sufrimiento humano.
Podríamos sondear los gestos y obras de estos dos grandes, y a la vez sencillos, servidores de la humanidad. Aunque mucho se ha escrito sobre ellos, nos detendremos en la figura de esa mujer yugoslava, bajita de estatura, pero de una talla humana extraordinaria.

Por sus propias palabras se conoce que le molestaba la popularidad, y sin ninguna necesidad de reconocimiento externo, depositaba su relevancia y fuerza en Dios. Se vio obligada a soportar un reconocimiento público del que, ella misma afirmaba, sufrir en ganancia de otros “ya que al hablar de mí, la gente habla de los pobres”.

Una verdadera lección de autoestima y humildad.

Su preocupación por los más pobres de los pobres (tanto a nivel espiritual como material) permitió que los desposeídos del mundo encontraran en ella “su ángel de la guarda” como afirmó Waldemar. En palabras propias de la Madre Teresa, encontró su misión en el mundo en el acercamiento a los más desheredados y con ello, el sentido vital de su existencia “cuando caminando por las calles de Calcuta tropecé con el cuerpo de una mujer moribunda, la levanté, caminé hasta un hospital cercano y pedí una cama para ella. La mujer murió en esa cama, la primera, la única y la última cama que tuvo en su vida. Esta imagen me seguía y me preguntaba porque Dios permitía eso, en el silencio de la noche encontré la respuesta, Dios me dijo: «claro que he hecho algo para solucionar esto, te he hecho a ti».
Una verdadera lección de generosidad y vocación de entrega.

El premio Nobel de la Paz fue uno de los innumerables reconocimientos que se le otorgaron en vida. En 1979, durante su discurso, no perdió la ocasión para hacer un canto a la vida e hizo un valiente alegato denunciador del aborto.
Una verdadera lección de compromiso y valentía.

En una llamada a la conciencia de pobreza, en la misma ceremonia de los Nobel, renunció al banquete en su honor. Aún más, invitó a los asistentes a que el opíparo ágape fuera distribuido por los propios comensales entre los más necesitados, y así se hizo.
Una verdadera lección de liderazgo y de sobriedad.

Las imágenes de la princesa Diana enfundada en su traje de diseño y sus tacones, imagen propia de una representante de la corona británica, chocaron en su momento, con la imagen de una pequeña mujer, encorvada y con sari blanco rayado de azul.
Una verdadera lección de sencillez.

Una mujer que siempre creía estar convirtiéndose, por su profunda convicción de ser “corazones en transformación”. Que ante las dudas, se ponía de rodillas, y con una miraba al cielo y una fortaleza prestada de lo Alto, le permitía seguir materializando su fe.
Una verdadera lección de fortaleza y fe.

Se podrían seguir enumerando ejemplos testimoniales de su vivir, sin embargo, lo que refleja con más elocuencia el mérito de sus acciones es un aspecto externo desprovisto de belleza física. Si se miran con profundidad, resultan de un enorme atractivo las arrugas que invadían su tez, claros testimonios de un rostro surcado por el peso del sufrimiento ajeno. Aunque pueda sonar paradójico, así vivió, invirtiendo la vida en algo Grande.

Sin requerir tecnologías o avances, tan valorados en nuestro tiempo, sin buscar la relevancia mediática y sin afán de protagonismo, nos podríamos preguntar ¿porqué la Madre Teresa consiguió transmitir valores como el sacrifico, el servicio y el amor? hecho que parece contradecirse con los cánones promulgados en la cultura contemporánea que centra la felicidad en la búsqueda de uno mismo.

La logoterapia
El psiquiatra vienés Viktor Frankl creador de la logoterapia, exploró el sentido de la existencia humana. A través de sus planteamientos podemos encontrar la explicación psicológica a la aparente paradoja planteada.

La logoterapia, apareció después de que el mundo conociera el psicoanálisis. Como enfoque terapéutico humanista, trabaja identificando al hombre desde una perspectiva antropológica. Su edificio conceptual se basa en tres importantes columnas: la libertad de voluntad, la libertad de sentido y el sentido de la vida.

El primer pilar, la libertad de voluntad, responde a la duda filosófica acerca del grado de libertad del ser humano. Rompiendo determinismos, el hombre tiene la libertad de obrar según su voluntad, existiendo la acción voluntaria para elegir su destino.

El segundo pilar, la libertad de sentido, se basa en la idea que cada hombre está animado por una aspiración y un ansia de sentido. Una adecuada orientación de la vida requiere la conducción hacia el verdadero ideal propio. Así, el auténtico ideal es un hallazgo decisivo en la vida, la idea que propulsa la existencia.

Como tercer pilar se encuentra el sentido de la vida, que acapara la esfera filosófica de la persona. La logoterapia entiende que no hay ninguna situación en la vida que carezca realmente de sentido, puesto que todo suceso (positivo o negativo) contiene una meta que se puede aprovechar para crecer.
 

En base a estos pilares, la persona es absolutamente un ser nuevo, siendo las elecciones que lleva a cabo, las que configuran su personalidad. Cada persona es una novedad porque ha escogido su propio camino. En este sentido, una de las tesis de Frankl acerca de la persona, introduce la trascendencia humana. El hombre como un ser vinculado a la trascendencia, entendido como la tendencia a trascenderse a si mismo y preocuparse por el otro. Lo que lleva a la conclusión de que la persona ha de estar siempre dirigida hacia algo o alguien. Es decir, hacia un sentido que cumplir o hacia otro ser que encontrar. Dicho de otro modo, el propio “yo” necesita del “tú”. Sin el prójimo la persona se realiza de forma inauténtica, tendiendo a aspectos egocéntricos.

Además del plano trascendente, la logoterapia también introduce el plano espiritual. Esta dimensión es la que capacita al hombre para reaccionar ante las situaciones que la vida plantea. El ser espiritual del hombre posibilita la facultad de reflexionar ante el sentido y la adversidad, que permite la autoconciencia o conciencia reflexiva. En este plano, se dan las decisiones volitivas, la intencionalidad, el interés objetivo y el sentimiento de la ética.

La visión bio-psico-espiritual de Frankl se basa en integrar de forma novedosa en la psicología el plano espiritual (o no ético), que junto con las dimensiones somática y psíquica, configuran los tres moduladores que condicionan al hombre. Dichos moduladores son los factores que afectan a la persona, pero ante los que puede actuar.

El carácter influye o predispone y la personalidad es lo determinante
En cuanto a importancia, podemos hablar de que el carácter influye o predispone y que la personalidad es lo determinante, lo decisivo. No somos lo que hereditaria y ambientalmente se ha formado, sino que somos lo que decidimos ser. En este sentido, el testimonio de nuestro personaje, la Madre Teresa, en uso de una libertad espiritual, es garante de este planteamiento.

En una aplicación práctica, estos planteamientos nos pueden llevar a un ejercicio de reflexión personal. Cuestionarnos si todas nuestras decisiones, ambiciones y metas están en consonancia con nuestro proyecto de vida. En definitiva, valorar si el proyecto vital que cada uno construye se guía por las directrices escogidas. Seguramente a partir de ello podemos ver un sentido, hacia dónde nos dirigimos y cuáles son nuestras prioridades.

La propia existencia tiene sentido a partir de la existencia del otro
Está claro que la misión encomendada a Mother Teresa no debe ser la de todos. Sin embargo, acuñando la célebre frase de M.L King  “I have a dream”, cada uno debe tener su propio sueño a partir del cual construir, consiguiendo involucrarse en la propia existencia. Quizás los grandes personajes de nuestra historia son precisamente aquellos que han descubierto que el sentido del hombre pasa por la proyección hacía el otro y que la propia existencia tiene sentido a partir de la existencia del otro.

Con su encomiable labor, la Madre Teresa nos dejó una lección para todos, más allá de las fronteras de la Calcuta. Esta mujer que buscó y alcanzó la eternidad, nos enseñó que estamos nacidos para amar y que los sueños se pueden alcanzar.

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