La publicidad como filosofía

0
389

"Supongamos que cada mañana te encuentras 1.440 euros. Puedes regalarlos, divertirte con ellos, o quemarlos. Pero los que no los uses, al final del día desaparecerán. Así funciona la vida. La diferencia es que lo que te encuentras cada mañana no son 1.440 euros, son 1.440 minutos. Piensa bien, pues, lo que vas a hacer con ellos."

No, no se trata de la cita de un filósofo chino de nombre ilegible del siglo III antes de Cristo. Ni tampoco de un proverbio extraído de un libro de autoayuda con algún título como "Sea feliz en diez sesiones". Ni tan siquiera es un power-point que se recibe por correo electrónico con la música de Titánic de alguien que quiere ser tu amigo y que te pide que si en el plazo de doce horas no reenvías el mensaje a 300 contactos tuyos, un autobús sin frenos procedente de Albacete te atropellará la tarde de la mañana siguiente.

Se trata de algo más sencillo y aparentemente más banal: un anuncio de un coche que estos días podemos ver por televisión. El mensaje está claro: si realmente quieres aprovechar el tiempo, debes conducir el modelo que anuncian. Aunque obviamente es extrapolable a otras facetas de la vida. 

No es la primera vez que un anuncio de televisión establece un modelo de conducta. Afortunadamente, hace tiempo que la publicidad ya no sólo se centra en las bondades del producto que pretende anunciar, y la creatividad ha propiciado que cada vez con más frecuencia, los anuncios se conviertan en algo más. Utilizar la palabra "filosofía" quizá suene con excesiva rotundidad, pero si que es innegable que trasciende al mero mensaje publicitario.

Y ello es especialmente notable en el sector automovilístico. Y no por nada: aunque pueda ser una reflexión irritante, no podemos obviar que el coche es, para mucha gente, la prolongación de nuestra propia personalidad. Según si nuestro vehículo sea grande, pequeño, deportivo, utilitario, de color blanco o negro, rojo o gris, indicará para mucha gente algo propio, personal, casi íntimo. Por ello los anunciantes se han dado cuenta, muy sagazmente, que los anuncios que publicitan vehículos no sólo venden estos vehículos, sino algo más. Y este algo más es autoestima, es confianza, es libertad. Pero también el hecho de hacernos creer que con determinados coches somos más dueños de nuestro propio destino.

El gran logro de la publicidad ha sido no convertirse en un mero instrumento, como era su rol tradicional sino una finalidad en si misma. Y a partir del momento en que los certámenes y festivales publicitarios tienen tanto éxito, y que una de las categorías que provoca más descargas en el "You Tube" internáutico es el de los anuncios, no deja de ser un síntoma de que les prestamos atención. La publicidad ya no es aquella cosa molesta que interrumpía la película o el programa favorito de la tele, sino casi al revés: son los programas de televisión los que interrumpen unos anuncios que con tan solo veinte o treinta segundos tienen la capacidad de asombrarnos, sorprendernos, y (casi) emocionarnos. 

De acuerdo que los anuncios no son un modelo de vida a seguir. Imponen unos criterios, muy atractivos si queremos, pero no dejan de ser un escaparte, muy hábil eso sí, de algo que sólo intuimos.

Sólo es publicidad, sí, pero todo llegará. Con el tiempo, deberemos aprender a aceptar que aquello que marca nuestras conductas vitales podrá provenir de un anuncio. Y deberemos adaptarnos, empezando por tener la mente abierta y liberarnos de los prejuicios que aún nos asaltan. 

Be water, my friend.

NULL

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Feedback se reserva el derecho de revisar los comentarios y despublicar en caso de no ser apropiados.