Confianza, valores y profesionalidad, antídoto contra las falsas noticias

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El Consejo Asesor del IESE en Estados Unidos debate sobre el futuro de los medios tradicionales
 
Los miembros del Consejo Asesor del IESE en EE. UU. William Baker, de Channel Thirteen, y Tom Kane, de la CBS, debaten con estudiantes MBA sobre el futuro de los medios de comunicación tradicionales/Foto: Jordi Estruch.
 
Los medios de comunicación tradicionales deberían dejar de buscar las opiniones y regresar a los reportajes puros si quieren invertir la tendencia actual de las noticias falsas, y seguir siendo relevantes para las audiencias del futuro.
 
Ese fue el consenso que se alcanzó durante la sesión “¿Por qué hemos llegado a las ‘noticias falsas’?”, celebrada recientemente en el campus de Barcelona y que se enmarcó en la reunión anual del Consejo Asesor del IESE en EE. UU.
 
William Baker, de Channel Thirteen de Nueva York, y Tom Kane, de la CBS – ambos veteranos profesionales de los medios y miembros del Consejo – admitieron que los medios de comunicación están viviendo un serio problema de credibilidad. ¿La solución? Según ellos, que la profesión mantenga unos estándares elevados, y que el público se forme e informe mejor.
 
“Eso hace que lo que hacéis vosotros sea aún más importante”, dijo Baker al grupo de estudiantes MBA que asistieron a la sesión. A lo que Kane añadió: “Mientras siga habiendo escuelas como el IESE, y un alumnado comprometido, aún quedará una oportunidad para el sector”.
 
El auge de las noticias falsas
 
Puede que hayan sido las elecciones a la presidencia de los EE. UU. las que han popularizado el término “noticias falsas”, pero la desinformación, los fraudes y las noticias en función de la agenda han estado ahí durante mucho tiempo.
 
Lo que es diferente hoy en día es su escala, y la manera en la que se ha infiltrado por casi todos los rincones del globo. Se trata de un reflejo de tendencias más generales, unas tendencias que han llevado al sector de los medios de comunicación a un momento crítico.
 
Cuando surgió Facebook, hace ya más de una década, nadie podía haber previsto el dramático efecto que ha tenido en la forma de consumir noticias. Los medios digitales han sustituido los anuncios clasificados, que en su día eran los que pagaban los sueldos de los periodistas y hacían que los periódicos fueran económicamente viables.
 
A medida que los ingresos han ido bajando, la calidad de las noticias se ha resentido, con una consiguiente caída de la circulación de los periódicos. Y las redes sociales han sido las que han llenado ese vacío, convirtiéndose en la principal fuente de noticias e información para muchos norteamericanos.
 
La caída de los ingresos tradicionales ha recortado los presupuestos de los medios, y ha hecho del periodismo una profesión vulnerable. Muchos experiodistas han pasado a trabajar para entidades financiadas por empresas o partidos políticos, que tienen agendas evidentes.
 
Esto ha llevado a una situación en la que “sobrevives no por entregar noticias honestas y reales, sino por elaborar historias para un grupo demográfico concreto”, aseguró Baker. “Ya no hay una referencia clara sobre lo que es noticia y lo que no lo es”.
 
Kane, por su parte, relató una reunión que mantuvo con un hombre que dirigía una página web de noticias falsas, con contenidos totalmente inventados, y que ingresaba entre 5.000 y 6.000 dólares al mes por sus banners publicitarios.
 
Una situación muy diferente a la que Kane recuerda cuando trabajaba en la CBS Corporation. En sus años de esplendor, el informativo vespertino de la CBS era como la “chimenea” alrededor de la cual se reunía todo el país, y su presentador, Walter Cronkite, era considerado “el hombre que inspiraba más confianza de América”.
 
Kane notó que los tiempos estaban cambiando ya durante el juicio a O.J. Simpson, allá por 1995, cuando algunas personas aseguraban que estaban siguiendo el juicio en programas como Entertainment Tonight o The Oprah Winfrey Show, en vez de por los canales tradicionales. “Esa fue la primera vez en la que nos dimos cuenta de que se seguían las noticias en talk shows basados en opiniones”, explicó Kane.
 
Ahora, la población sigue tanto las noticias desde programas cómicos como desde los medios convencionales. Humoristas como Jon Stewart o Stephen Colbert son los nuevos Walter Cronkite, especialmente entre la audiencia millennial. Y eso puede ser porque las noticias en formato satírico, aunque parezca que estén bromeando, también están diciendo la verdad, y es esa verdad la que les permite conectar con el público.
 
Cómo revertir la situación: tres claves
 
Para revertir esta situación que han creado las noticias falsas, los panelistas identificaron tres obstáculos que deberán superarse:
 
  • La monetización. Tal y como expresaron los panelistas, los reportajes rigurosos necesitan tiempo. Y, ¿quién puede pagar ese nivel de rigor? “Hoy, para ser competitivos, no podemos permitirnos el lujo de invertir todo un día en preparar un artículo como hacíamos antes”, explicó Kane. “Ahora tiene que ser instantáneo. Llegar antes que todos los demás se ha convertido en el objetivo, más que comprobar los hechos”. 
 
Esto debería cambiar, aunque los canales de noticias tradicionales no han conseguido encontrar formas de monetizar sus contenidos a pesar de haber aumentado el número de lectores online. Por poner un ejemplo, The New York Times ahora tiene más lectores que nunca – “100 millones de ojos online por día” – pero gana menos dinero que cuando imprimía tres millones de ejemplares, apuntó Baker. 
 
Los panelistas instaron a los líderes incipientes del sector a ayudar a crear los nuevos modelos económicos que aún están por descubrir, ya que, entre otras razones, precisarán de fuentes informativas objetivas para tomar sus decisiones en el futuro.
 
  • Credibilidad. Presentar una opinión como un hecho puede vender bien, pero seguir ese camino sería un error para los medios que tienen dificultades económicas. “Tendrán que recuperar la confianza perdida, o de lo contrario, se convertirán en una red social más”, reflexionó Kane. 
Tanto Baker como Kane insistieron en que los medios tradicionales deben evitar cualquier tipo de prejuicio, ceñirse a los hechos, y reivindicar los estándares del periodismo contrastado y a pie de calle. El mero hecho de proferir opiniones para aumentar el número de seguidores no puede sustituir los valores de las noticias fiables. 
 
Kane señaló que, por suerte, algunos medios se están alejando de los saturados “carriles izquierdo y derecho para pasar al carril central, que ahora mismo se encuentra despejado”. Hacerlo puede ser una forma inteligente de obtener ventaja competitiva, a la vez que se evita la división izquierda-derecha que está destruyendo la credibilidad y dividiendo a la sociedad.
 
  • Educación. En la raíz de todo, se encuentra el problema de la educación: las noticias falsas funcionan bien en los consumidores “con un bajo nivel cultural”, que no suelen comprobar las fuentes o cuestionar lo que leen. 
 
“Al fin y al cabo, las noticias falsas están reflejando un fallo de nuestro sistema educativo”, explicó Baker. “En algún momento, América ha dejado de pensar. Y eso es algo que también sucede en Europa. No se enseña a las personas a pensar de forma crítica. Y nuestro sistema educativo no enseña a demandar algo mejor”.
 
Finalmente, Kane comparó la situación de las noticias falsas con la del sector sanitario: es fácil tomárselo a broma cuando piensas que no te afecta. Pero de igual forma que la salud se convierte en una prioridad a medida que uno envejece, tendencias sociales y políticas inquietantes en todo el mundo le han otorgado a las noticias falsas el mismo nivel de urgencia. “Esperamos que la nueva generación rechace plenamente las noticias falsas”, pidió Kane. A lo que Baker añadió: “El futuro del mundo depende de ello”.
 
 

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