Algo huele a nuevo esta vez

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Todo es un problema de comunicación. Eso, al menos, tratan de explicar las formaciones políticas que salen dañadas de la cita con las urnas. O sea, que el castigo se produce por no saber explicar a la gente las cosas que se han hecho bien.

A un problema, una solución. Buscar comunicadores, o estrategas de la comunicación ha sido siempre una asignatura pendiente en el mundo de la política. Y es por ello que nuevas formaciones han irrumpido con fuerza en el escenario del Estado español. Han sido mejores comunicando que aquellos que se habían instalado en el poder.

Para Rajoy, y sobre todo, para aquellos que le rodean en su primer círculo de confianza, la recuperación, evitar el rescate, las medidas duras para ajustarse a Bruselas no han sido entendidas como un valor positivo por la gente. Y esta, de manera generalizada, ha dicho sí a las promesas de cambiar radicalmente la situación. En Barcelona o Madrid, en Valencia o Navarra, unos sacan más votos pero salen perdedores.

Y es que la humildad no es, habitualmente, un valor que prodiguen los líderes de los diferentes partidos. La gente ha interiorizado la corrupción generalizada y ha decidido romper con ese temor ancestral a lo nuevo, al mensaje excesivamente rupturista y ha venido a decir: de perdidos al río".

El vaso de la paciencia de muchos se había colmado y, lo que ya se empezó a intuir hace un año en las europeas, se ha ratificado en estas municipales y autonómicas. Y es que es bastante más fácil comunicar un mensaje nuevo, diferente, que poner en valor algo que, en la práctica, la gente ha comprobado que no era así.

No es el final de la vieja manera de hacer política pero, sin duda, es el principio del fin.  Las formaciones "viejas" van a tener que hacer un tratamiento acelerado "antiaging" sino quieren acabar borradas del mapa. Mientras, las nuevas, esas que empezaron en las tertulias, seduciendo con una oratoria de profesor universitario, tienen un reto muy diferente, y es, no haber prometido cosas que son imposibles.

Sin duda, algunas están en manos de los protagonistas, ser honrado y además, parecerlo. Y lograr, de este modo, que esa masa crítica de votantes, vuelva a creer más en la política. La palabra "cambio" es, probablemente, la que más veces se ha oído desde 1975, en estos 40 años, casi todos los partidos la utilizaron en sus "slogans", en sus mítines de campaña, en sus programas. Cambiar lo que no funciona. Siempre hay alguna cosa que puede funcionar mejor.

Pero en este mes de mayo de 2015, creo que por primera vez, a lo que estamos asistiendo es a un cambio de paradigma. Estamos oyendo que se ha acabado el bipartidismo, que llega la época de la atomización y, por tanto, del pactismo con mayúsculas. Del diálogo ante la soberbia. Y de la aritmética, no nos olvidemos de eso…

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