En estas fechas, cada uno de nosotros, siempre a nuestra manera, nos sorprendemos sintiendo el dulce sabor de la Navidad. Nos avergonzamos en silencio al comprobar, aunque sea por un breve instante, que estamos paladeando ese júbilo infantil y ensoñador que trae consigo la Navidad.

 Es un buen momento para volver a brindar con la segunda añada del Il-lia 1035. Un vino que representa a su tierra, que refleja su carácter y ensalza sus paisajes.